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Menopausia sin hormonas: las otras opciones que se estudian para tratar los síntomas

Las alternativas para tratar los síntomas de la menopausia son cada vez más. Aunque las principales se centran en el consumo de hormonas, en el mundo se estudian otras opciones, al mismo tiempo que surgen alternativas que no contemplan el uso de medicamentos.

Daniela Bueno

20 de febrero de 2025 - 12:46 p. m.
La menopausia suele llegar entre los 45 y 55 años.
Foto: Getty Images/iStockphoto - peakSTOCK
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Cuando Mariela Prada tenía 49 años empezó a notar que algo en su cuerpo estaba cambiando. Su estado de ánimo ya no era el mismo, irritarse con algo ahora era más fácil y un dolor en la parte baja del abdomen aparecía constantemente. Pero lo que más le preocupaba era que su menstruación dejó de durar cuatro días, como había sucedido durante 35 años, y se empezó a extender durante diez, quince e incluso veinte días.

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Duró ocho meses sin comentar esta situación. Sin saberlo, Prada estaba atravesando por la perimenopausia, un período de transición en el que el cuerpo se va adaptando de manera progresiva para la llegada de la menopausia. “En este periodo, hay una serie de fluctuaciones de las hormonas femeninas: el estrógeno y la progesterona. El estrógeno empieza a disminuir y produce una serie de síntomas que algunas mujeres perciben con mayor sensibilidad que otras. Pero, al igual que la menopausia, es un tema tabú. Incluso no todas las mujeres saben que existe esta etapa”, menciona Luz Marina Araque, directora y fundadora de la Asociación Colombiana de Endometriosis (Asocoen).

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Prada recuerda que las pocas veces que comentó su caso a personas cercanas le decían que “eso era normal, que ya iba a entrar a la menopausia”. Sin embargo, al no ver una mejoría, decidió ir a una consulta, donde le confirmaron que estaba pasando por una etapa que desconocía. “No me mandaron pastillas, ni nada. Yo seguí menstruando así por dos años, unos meses más que otros, hasta que me hicieron un legrado (una intervención quirúrgica en la que se raspan las paredes internas del útero con el objetivo de que este quede limpio). Al mes siguiente no me volvió a llegar el periodo hasta el día de hoy, que tengo 58 años”, agrega.

Fue así como Prada llegó a la menopausia, una etapa de la vida de la mujer marcada por el fin de la menstruación mensual, que a su vez se debe a la pérdida de la función folicular de los ovarios. Esto significa que los ovarios dejan de liberar óvulos para que sean fecundados, según explica la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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Lo habitual es que esta etapa se dé de forma natural entre los 45 y los 55 años. Sin embargo, hay casos donde se puede presentar antes. En 2021, las mujeres con 50 años o más representaban el 26 % de toda la población femenina mundial. Según la OMS, actualmente la vida de las mujeres se ha alargado, y a nivel mundial, en 2019, una mujer de 60 años podría vivir 21 años más en promedio. Eso quiere decir que, una parte importante de la población del mundo atraviesa por la menopausia.

En nuestro país, la Asociación Colombiana de Menopausia (Asomenopausia), una institución que reúne diferentes profesionales para trabajar en pro de la mujer, estima que el 14 % de la población nacional está atravesando o ha atravesado esta etapa. Solo en Bogotá, estiman que son 1.8 millones de mujeres.

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Pese a no ser algo exclusivo de un pequeño grupo de la población, la menopausia, y en general la salud reproductiva de las mujeres, es un tema del que poco se habla, cree Araque, de Asocoen. Las razones, dice, son varias: “Por un lado, está el sesgo de género en la ciencia y la medicina, pues solo a partir de los años 90 fue que se empezó a estudiar el cuerpo de la mujer de manera independiente y en detalle. Por otro lado, está el hecho de que no se haya priorizado a la salud de la mujer como un tema de salud pública importante. Además, todos los mitos y tabúes hacen que la conversación sobre este tema no se haya dado antes”, menciona.

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A estos factores, Germán Barón Castañeda, médico ginecólogo y endocrinólogo, con maestría en Climaterio y Menopausia, y presidente de Asomenopausia Bogotá, le suma otro. “Hemos fallado en la estructuración de los currículos de ginecología. Buena parte se centra en la atención de embarazos y atención materna, que sin duda es muy importante, pero el resto de los cambios de la mujer se deja a un lado”.

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Terapias durante la menopausia

Este panorama ha llevado a que muchas mujeres no reciban una terapia eficaz para tratar los síntomas de la menopausia, entre los que se destacan los sofocos —sensación repentina de calor en la cara, el cuello y el pecho, a menudo acompañada de enrojecimiento de la piel, sudoración, palpitaciones y sensaciones agudas de malestar físico—; sequedad vaginal, dolor durante las relaciones sexuales e incontinencia; dificultad para dormir o insomnio; y cambios en el estado de ánimo, depresión y/o ansiedad.

Un estudio publicado en septiembre de 2023 en la revista científica Cell, afirmó que el 85 % de las mujeres en países de altos ingresos no reciben un tratamiento eficaz para sus síntomas durante esta etapa. Según el grupo de investigadores, liderado por Susan Davis, de la Universidad de Monash (Australia), las opciones de tratamiento para quienes sufren los síntomas más graves suelen estar poco investigadas, y algunas tienen una eficacia cuestionable o causan efectos secundarios perjudiciales.

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De hecho, en 2002 la popularidad de la terapia hormonal, la herramienta más común para tratar los síntomas de la menopausia a través del consumo, principalmente, de estrógenos, se desplomó con la publicación de un estudio estadounidense llamado Women’s Health Initiative (WHI). Los análisis apuntaron a que las personas que habían pasado por la menopausia y que tomaban estrógeno y progestina (una forma sintética de progesterona), tenían un riesgo ligeramente mayor de cáncer de mama, ataque cardíaco y accidente cerebrovascular.

A raíz de esto, el número de recetas de terapia hormonal posmenopáusica cayó abruptamente en todo el mundo. En Estados Unidos, las tasas estimadas cayeron de un 40 % a menos del 5 %, y a nivel global se manejó un porcentaje similar, según un artículo de la revista científica Nature. Sin embargo, “actualmente, los trabajos publicados incluso por los mismos autores, dicen que si la terapia se empieza en una mujer joven, durante la etapa de transición a la menopausia, los beneficios van a ser muchísimo mayores, que los posibles riesgos”, dice el presidente de Asomenopausia.

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Para el médico ginecólogo, la terapia hormonal tiene diferentes beneficios: menos oleadas de calor, mejora el ánimo, los dolores y ayuda con la parte de memoria, pues, otro de los síntomas de la menopausia es “la niebla mental, donde aparecen olvidos, se dificulta la concentración; es el típico de llegué a la cocina y no recuerdo a qué venía”, sostiene Barón.

Además, afirma que hay otros beneficios que cobran más importancia a medida que la población va envejeciendo. “Por ejemplo, es claro que el estrógeno, en la terapia hormonal, previene la primera aparición de osteoporosis. Si se usa el producto adecuado, en el momento adecuado, y en la mujer adecuada, podemos esperar que haya menor riesgo cardiovascular”, agrega.

Sin embargo, esta no es la única alternativa que hay. Incluso, hay profesionales de la salud que no están de acuerdo con el uso de hormonas para tratar los síntomas. “En la parte física, la mayoría de tratamientos que se formulan, como si esto fuera algo patológico, son hormonas: estrógenos en crema, en óvulos, en pastillas. En la medicina nos hemos quedado pensando que las cosas son solamente físicas y dejamos de lado otros factores importantes del ser humano como el tema emocional”, menciona María Camila Lesmes, médica con énfasis en salud femenina.

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Por esto, actualmente también hay enfoques más integrales que incluyen una alimentación consciente y equilibrada, con una dieta rica en fitoestrógenos, antioxidantes, omega 3, acompañado de la actividad física regular (yoga, pilates, caminatas). “En esta etapa también se recomienda el entrenamiento de fuerza para mantener la masa ósea y muscular”, dice Luz Marina Araque, de Asocoen.

Otras opciones que se están estudiando en otros países consisten en alargar la vida de los ovarios. De acuerdo con la revista Nature, actualmente, con la financiación de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada para la Salud (ARPA-H), una agencia gubernamental de Estados Unidos, médicos endocrinólogos están investigando el uso de rapamicina, un fármaco oral que está aprobado para la prevención del rechazo de trasplantes de órganos, entre otras indicaciones. Investigaciones anteriores demostraron que el fármaco prolonga la vida útil de los ovarios en ratones, y esperan que en los seres humanos, pueda reducir el ritmo al que se pierden los óvulos de una mujer y potencialmente retrasar la menopausia unos siete años, aunque todo sigue siendo especulación, por ahora.

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Una alternativa más que está en fase de investigación es la extracción de trozos de tejido ovárico cuando las mujeres son jóvenes, para congelarlos y reimplantarlos años o décadas después, y así ralentizar el envejecimiento ovárico y retrasar la menopausia. Pero a ojos del presidente de Asomenopausia, esto es algo netamente experimental que hay que mirar con mucho cuidado: “Son muy pocos los casos que se han hecho. Si bien puede tener los beneficios por la producción de estrógenos en el mismo cuerpo, tendría todos los problemas de un trasplante”.

Por otro lado, para Lesmes, estas terapias responden a un mismo patrón social: el estigma a la vejez, especialmente en las mujeres. “Parece algo nuevo, pero ha pasado toda la vida. Solo analicemos lo que vemos en la televisión. Hay comerciales de antienvejecimiento, productos para quitar las arrugas, las líneas de expresión… Lo más importante es entender que la menopausia no es algo horrible, ni sinónimo de que la mujer ya se volvió vieja, sino que es un periodo de transición, donde estamos pasando a un momento de pausa en el ciclo”.

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Una opinión similar comparte el presidente de Asomenopausia. “Con la expectativa de vida que tenemos hoy, la mujer pasa la tercera parte de su vida en menopausia, entonces hay que aprender a vivir con ella, porque es una etapa de muchas oportunidades”.

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