Mosquitos transgénicos contra el dengue

En su intensa lucha por combatir el dengue, enfermedad que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) cobra la vida de 12.500 personas anualmente en el planeta, Brasil acaba de aprobar un proyecto que se presenta como una de las mejores alternativas para controlar un mal contra el cual aún no hay vacuna ni tratamiento: la liberación comercial de mosquitos genéticamente modificados. De ese modo las autoridades esperan reducir la población del Aedes aegypti, el causante de la letal picadura.

La estrategia, autorizada por la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad (CTNBio), consiste en introducir mosquitos machos con dos genes adicionales: uno que impide que sus futuras crías se desarrollen correctamente y mueran antes de llegar a la adultez y otro que actúa como un marcador que les permite a los investigadores hacer un monitoreo del número de individuos.

“Antes se liberaban mosquitos estériles para reducir las poblaciones. Pero ahora, con la nueva técnica, se liberan machos que compiten con los machos naturales y al fecundar a las hembras, que son las que pican, nacen larvas con el gen. Ahí se acaba la transmisión”, explicó a El Espectador Ana Priscila Bascunan, investigadora de la Harvard School of Public Health.

Para comprobar su efectividad, esas cepas, conocidas como OX513A y desarrolladas por la firma británica Oxitec, fueron liberadas en la localidad de Juazeiro, en el interior del estado de Bahía, donde, de acuerdo con los científicos, se logró una disminución del 81% y del 93% de la especie. Ahora, para concretar el proyecto, sólo hace falta que la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) otorgue la respectiva licencia comercial.

Pero aunque este método parezca una de las mejores apuestas para ponerle freno al dengue y a otras soluciones, como el excesivo uso de insecticidas que afectaba a otras especies, no son pocos los que se han opuesto a su implementación.

Para algunos, aún no son claros los impactos resultantes de esa liberación de mosquitos transgénicos. Incluso, varios expertos de Panamá, donde se lleva a cabo un plan similar, han asegurado en reiteradas ocasiones que es posible que se genere una superpoblación de mosquitos más agresivos, como el Aedes albopictus.

Desde marzo, las autoridades de ese país liberan semanalmente unos 240.000 ejemplares genéticamente modificados para reducir uno de los mayores problemas de salud pública: sólo en enero se reportaron 1.421 casos de dengue. La meta es que para agosto hayan sido liberados unos 5,7 millones mosquitos.

“No estoy de acuerdo con eliminar totalmente la población de Aedes aegypti —dice Bascunan, quien ha estudiado la biología reproductiva de mosquitos causantes de la malaria—, porque pueden quedar huecos en nichos ecológicos que serán ocupados por otra especie. Y es posible que esa genere más problemas. Pero no es cierto que afecte a más países. Las distancias que recorre el insecto son muy cortas. Más allá de la polémica del método y el miedo que conlleva la palabra transgénico, ¿por qué no intentarlo si ya se han puesto en marcha proyectos mucho más perjudiciales, como los insecticidas?”.

 Estudio de la vacuna continúa

El laboratorio Sanofi Pasteur anunció hace poco que el primero de dos estudios de su vacuna alcanzó su objetivo clínico primario. Según informaron, mostró una reducción significativa de un 56% de casos de dengue. Se espera que en el transcurso del año más expertos analicen la investigación para que pueda ser publicada en una revista científica.

En su intensa lucha por combatir el dengue, enfermedad que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) cobra la vida de 12.500 personas anualmente en el planeta, Brasil acaba de aprobar un proyecto que se presenta como una de las mejores alternativas para controlar un mal contra el cual aún no hay vacuna ni tratamiento: la liberación comercial de mosquitos genéticamente modificados. De ese modo las autoridades esperan reducir la población del Aedes aegypti, el causante de la letal picadura.

La estrategia, autorizada por la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad (CTNBio), consiste en introducir mosquitos machos con dos genes adicionales: uno que impide que sus futuras crías se desarrollen correctamente y mueran antes de llegar a la adultez y otro que actúa como un marcador que les permite a los investigadores hacer un monitoreo del número de individuos.

“Antes se liberaban mosquitos estériles para reducir las poblaciones. Pero ahora, con la nueva técnica, se liberan machos que compiten con los machos naturales y al fecundar a las hembras, que son las que pican, nacen larvas con el gen. Ahí se acaba la transmisión”, explicó a El Espectador Ana Priscila Bascunan, investigadora de la Harvard School of Public Health.

Para comprobar su efectividad, esas cepas, conocidas como OX513A y desarrolladas por la firma británica Oxitec, fueron liberadas en la localidad de Juazeiro, en el interior del estado de Bahía, donde, de acuerdo con los científicos, se logró una disminución del 81% y del 93% de la especie. Ahora, para concretar el proyecto, sólo hace falta que la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) otorgue la respectiva licencia comercial.

Pero aunque este método parezca una de las mejores apuestas para ponerle freno al dengue y a otras soluciones, como el excesivo uso de insecticidas que afectaba a otras especies, no son pocos los que se han opuesto a su implementación.

Para algunos, aún no son claros los impactos resultantes de esa liberación de mosquitos transgénicos. Incluso, varios expertos de Panamá, donde se lleva a cabo un plan similar, han asegurado en reiteradas ocasiones que es posible que se genere una superpoblación de mosquitos más agresivos, como el Aedes albopictus.

Desde marzo, las autoridades de ese país liberan semanalmente unos 240.000 ejemplares genéticamente modificados para reducir uno de los mayores problemas de salud pública: sólo en enero se reportaron 1.421 casos de dengue. La meta es que para agosto hayan sido liberados unos 5,7 millones mosquitos.

“No estoy de acuerdo con eliminar totalmente la población de Aedes aegypti —dice Bascunan, quien ha estudiado la biología reproductiva de mosquitos causantes de la malaria—, porque pueden quedar huecos en nichos ecológicos que serán ocupados por otra especie. Y es posible que esa genere más problemas. Pero no es cierto que afecte a más países. Las distancias que recorre el insecto son muy cortas. Más allá de la polémica del método y el miedo que conlleva la palabra transgénico, ¿por qué no intentarlo si ya se han puesto en marcha proyectos mucho más perjudiciales, como los insecticidas?”.

 Estudio de la vacuna continúa

El laboratorio Sanofi Pasteur anunció hace poco que el primero de dos estudios de su vacuna alcanzó su objetivo clínico primario. Según informaron, mostró una reducción significativa de un 56% de casos de dengue. Se espera que en el transcurso del año más expertos analicen la investigación para que pueda ser publicada en una revista científica.