En entrevista con El Espectador, el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, detalla los principales puntos de la estrategia del Gobierno Nacional para enfrentar el brote de fiebre amarilla más grave que ha vivido Colombia en las últimas dos décadas. Jaramillo aclara que no se realizará una vacunación masiva a nivel nacional, como lo había sugerido el presidente Gustavo Petro en X. En su lugar, se priorizarán cerca de 400 municipios considerados de alto riesgo.
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El ministro también revela que no se exigirá el carné de vacunación para ingresar al país, aunque estima que, tras la declaratoria oficial, sí podría ser requerido a los ciudadanos colombianos.
¿Qué tan preocupados tienen que estar los colombianos con este brote?
Lo primero que tenemos que dejar claro es que esta no es una situación como la del covid-19, en donde la transmisión del virus se da por el aire. En este caso, no se contagia de una persona a otra; debe haber algo que le inocule a uno el virus, un transmisor y un reservorio, que puede ser un ser humano, un primate no humano, un marsupial, por ejemplo, que también sufren la enfermedad y que hemos identificado como precursores de la fiebre amarilla, especialmente en la zona del oriente y del sur del departamento del Tolima. Allí, antes del brote, los campesinos reportaron haber visto algunos simios muertos, especialmente del género Aotus, unos miquitos pequeños. Y en la zona sur del departamento, donde comenzó el otro brote este año, también se encontraron micos enfermos que luego murieron. En este caso, eran monos aulladores (Alouatta seniculus).
Inmediatamente, buscamos los primates muertos y los examinamos. Logramos recuperar ocho de ellos en la zona del Tolima, especialmente en áreas donde habitan los monos aulladores, en municipios como Chaparral, Ataco, Planadas, y también en Huila, en zonas como Aipe y Agua Fría. ¿Qué quiero decir con esto? Desde septiembre de 2024 venimos lidiando con una situación que creíamos controlada en cuatro municipios del oriente del Tolima. Hemos realizado más de 22, tal vez ya 24 PMU (Puestos de Mando Unificado), casi todos los domingos, con las comunidades del oriente, y ahora también con las del sur y norte del departamento, porque recientemente apareció un caso en Palocabildo, al norte, y otro en Neira, en Caldas.
Estos casos se salen de lo normal. Tradicionalmente, la fiebre amarilla ha sido endémica en zonas del Amazonas, los llanos orientales —que tienen cercanía con áreas selváticas—, así como en Catatumbo, la Sierra de Perijá y el Chocó. En total, hemos identificado alrededor de 388 municipios que han tenido presencia del virus.
Es decir, conocemos esta enfermedad. En Latinoamérica, en países como Brasil, Bolivia, Perú o Guayana, la fiebre amarilla se ha mantenido dentro de la región amazónica. Pero el caso actual es diferente: el virus ya no está circunscrito al Amazonas y se adentró en el oriente del Tolima desde el año pasado. Desde marzo hemos tenido un aumento importante de casos, a partir del brote en el oriente del Tolima, en municipios como Villarrica, Cunday, Purificación y Prado. El brote se extendió a Dolores, y también se presentó un caso en Melgar. Esta semana tuvimos uno en Girardot. En ambos casos, las personas se infectaron en zonas de riesgo: la mujer de Melgar había estado en Villarrica, y el caso de Girardot corresponde a un hombre de Bogotá que, tras perder su empleo, se trasladó a trabajar a la vereda El Aceituno, zona rural de Purificación (Tolima), donde hay alta carga viral. Luego fue a Girardot, donde vive su familia, y hoy está en tratamiento en Ibagué.
En total, estamos hablando de 76 casos entre 2023 y 2024. Pero este año ya hemos duplicado los del año anterior: pasamos de 23 casos a 53 en 2024. Además, enfrentamos una mortalidad superior al 45 o 46%. Hoy están en riesgo la Amazonía, la Orinoquía, el Catatumbo, el Chocó y ahora también el Alto Magdalena, como es el caso del Tolima. Además, tenemos un caso en Ipiales (Nariño) y otro en Campoalegre (Huila), muy cerca de las zonas de Aipe, Santa María y la zona montañosa de Neiva.
¿Se conoce cuáles han sido los corredores biológicos del virus?
Lo primero que debemos entender es el impacto de la deforestación y del cambio climático y la geografía del Tolima. Este departamento limita con el Meta, y en esa zona se conectan corredores biológicos que atraviesan Caquetá y San Vicente del Caguán. Esos corredores se extienden hacia el oriente del Tolima, donde se encuentra la reserva de Galilea, con 27.000 hectáreas. Esta reserva no era frecuentada por la población civil, ya que funcionó como retaguardia de las FARC. Desde el oriente del Tolima —que limita con Colombia (Huila) y Cabrera (Cundinamarca)— es posible llegar hasta Uribe, Meta, a través de esos corredores.
A medida que el hombre ha entrado en zonas boscosas y reservas naturales, debido a la tala de árboles y otras actividades humanas (antrópicas), se ha intensificado el contacto con la fauna silvestre. Entre esa fauna se encuentran los simios y marsupiales, muchos de los cuales se han convertido en víctimas de la fiebre amarilla. Hasta hace poco, en el Tolima no existían antecedentes históricos de fiebre amarilla. Pero con la reciente muerte de primates no humanos, especialmente de la especie Alouatta, y tras estudios realizados, se confirmó que estaban infectados. Esto indica la presencia de un reservorio del virus en la región.
Creemos, entonces, que uno de los temas, especialmente en el oriente, obedece a esos corredores biológicos que hay desde el Amazonas hasta las zonas del Magdalena alto, como es el del Tolima. Hoy, ya se han detectado casos en municipios como Ataco y Chaparral. Aunque se creía que la represa del río Prado actuaría como una barrera natural, el virus ya ha cruzado al otro lado del Magdalena y está afectando zonas cafeteras, con hábitats propicios para el mosquito transmisor. Por esta razón, el Tolima se ha convertido en una zona de alto riesgo, especialmente en el sur, oriente y partes del norte del departamento. La única forma de controlar el brote es a través de una vacunación masiva. Hoy llevamos más de 200.000 vacunas aplicadas en el departamento del Tolima.
No es necesario vacunar a toda Ibagué, por ejemplo. Pero cualquier persona que viaje desde Ibagué al sur u oriente del departamento —o viceversa— debe estar vacunada. Esta es la medida más efectiva para evitar que el virus llegue a zonas urbanas. Un brote urbano sería un escenario grave. Aunque no se presentan desde hace casi 100 años —cuando las ciudades eran mucho más pequeñas—, hoy el riesgo es más alto. Por eso, evitar la urbanización del virus, que aún es predominantemente silvestre y rural, es fundamental.
¿Ya han confirmado algún caso que sugiera que hay transmisión urbana?
No, en este momento no, pero sí hay advertencias claras. Nosotros tuvimos un caso de una persona que vivía en Villarrica, en el casco urbano. Se iba a trabajar a una vereda cercana, se contaminó, pero por la tarde y la noche regresaba al casco urbano. Entonces, ¿qué tuvimos que hacer? Inmediatamente, vacunar a todo el mundo, fumigar su casa, fumigar los sitios alrededor del vecindario, vacunar a todos los niños que no estuvieran vacunados, que no tuvieran el esquema. Porque en Colombia, afortunadamente, desde hace más de 15 años tenemos un esquema de vacunación que incluye la fiebre amarilla. Todos los niños vacunados con rigor dentro del esquema están protegidos. Así que había que vacunar a los que no tenían esquema. Pero son relativamente pocos; la mayoría sí están vacunados.
Por eso, a pesar de que hemos tenido unos tres casos de jóvenes —una niña de 11 años, un niño de 13, otra niña de 12—, no hemos tenido muertes. Todos estaban vacunados, padecieron la enfermedad, pero sobrevivieron. En cambio, los padres de una de estas niñas, la de 12 años, no estaban vacunados. Habían ido a una reunión en Tres Esquinas, luego a otra en Berlín, Villarrica. Terminaron contagiados, sufrieron la enfermedad y murieron. Iban a viajar a España. La niña quedó huérfana.
Había un esquema de vacunación que decía que no se podía vacunar a personas mayores de 59 años. Eso era lo que establecía la literatura mundial, la OMS, la OPS, los epidemiólogos. Pero el año pasado, le pregunté a la gerente del hospital de Purificación por qué no tenía la vacunación completa en sus veredas. Me dijo: “Es que tengo muchos adultos mayores”. Y ahí me enteré de esa restricción. Yo no lo sabía. Yo soy cirujano cardíaco pediátrico, no soy salubrista. Pero claro, me sorprendió. Y resulta que fui a Puerto Nariño. Me bajé del avión y, al salir del aeropuerto, el vacunador me pidió el carné. Le dije que no lo tenía, pero que estaba vacunado. Me respondió: “Sin carné, no puedo saber si lo está o no”. Yo no discutí. Le dije: “Vacúneme si tiene que hacerlo”. Y me vacunaron. Tengo 74 años, y nadie me preguntó cuántos años tenía. Me pusieron la vacuna sin más. Entonces le dije: “Bueno, si a mí no me dio nada, ¿por qué no vacunamos a los mayores?”.
Comenzó una pelea bien compleja, pero la gané. Decidimos ofrecer la vacuna sin restricciones de edad. Hoy, ya hemos vacunado a más de 25.000 personas en zonas del Tolima, en Huila, y en Caldas, —especialmente en Neira, donde hay un brote—, y no hemos tenido ningún efecto secundario. Este año, la mayoría de los casos confirmados han sido en adultos mayores. Y los 34 muertos que tenemos hasta ahora, lamentablemente, ninguno estaba vacunado. Por eso, ahora la determinación es vacunarlos. A excepción de quienes tengan restricciones —por ejemplo, personas trasplantadas, que tienen el sistema inmune comprometido por los medicamentos que deben tomar para evitar el rechazo—. O personas con enfermedades que reducen su inmunidad. En esos casos se debe tener cuidado. Pero, preferiblemente, estamos vacunando sin restricción a todos los mayores de 59 años.
¿Cómo se va a priorizar esa vacunación?
Zonas como Bogotá o el altiplano cundiboyacense, que son zonas altas, por ahora no requieren vacunación masiva ni una acción urgente. Pero si una persona de Bogotá viaja a zonas de riesgo, debe vacunarse. La segunda colonia más numerosa de Bogotá es la tolimense (la primera es la boyacense), así que muchas personas viajan al Tolima —ya sea al sur, al oriente o al norte del departamento— y es allí donde debemos priorizar la vacunación. En el Huila también es necesario hacerlo, porque ya hemos detectado el virus en primates y por la cercanía con zonas afectadas como Aipe, Santa María y la montaña de Neiva. Si usted está en Barranquilla, por ejemplo, y no tiene pensado viajar a zonas de riesgo, no necesita vacunarse. Lo mismo aplica para Medellín o Bogotá: mientras usted no viaje al Chocó, a la Amazonía, al Tolima o a otros lugares con circulación viral activa, no hay necesidad. En la resolución sanitaria de emergencia hemos definido con precisión los municipios y sectores donde las personas deben estar más alerta, sobre todo en zonas selváticas, boscosas y rurales. Son cerca de 400 municipios en todo el país.
¿El país cuenta con las vacunas?
De acuerdo con nuestras estimaciones, deberíamos estar vacunando entre 13 y 14 millones de personas contra la fiebre amarilla. Afortunadamente, ya hay una gran parte de la población vacunada. Muchos colombianos que han viajado seguramente cuentan con esta vacuna, que, recordemos, es válida de por vida. A veces las personas se ven obligadas a vacunarse nuevamente porque perdieron el carné o no aparece en la página web. Si alguien tiene certeza de que ya fue vacunado, no necesita una nueva dosis. Para estos casos, estamos elaborando un certificado que podrá ser firmado por el ciudadano, donde declara estar vacunado y asume la responsabilidad frente a cualquier eventualidad que ocurra.
El verdadero desafío son las personas que no quieren vacunarse. No podemos obligar a nadie a hacerlo, pero sí podemos establecer medidas más estrictas en las zonas de riesgo. Por ejemplo, si se trata del oriente del Tolima y alguien quiere entrar o salir, debe estar vacunado. En esos territorios ejerceremos un mayor control. Pero eso no significa que debamos vacunar a toda la población. No tiene sentido vacunar a todos los habitantes de Bogotá, Medellín, Cali o Barranquilla, salvo que vayan a desplazarse a zonas de riesgo. Los niños ya están siendo vacunados, así que no hay inconveniente por ese lado.
Contamos con 3.100.000 dosis. Además, recibiremos otras 3 millones que ya estaban compradas a través de la OPS, y 1.500.000 más que nos suministrarán. Eso nos da un total de 4.600.000 dosis disponibles. Hemos solicitado 8 millones adicionales, pero enfrentamos un problema: la vacuna de fiebre amarilla solo la producen Sanofi y algunos laboratorios en Brasil. Este país reserva su producción para uso interno, así que estamos gestionando nuevas entregas con ayuda de la OPS y la OMS, recogiendo existencias en otros países. Por eso es tan importante priorizar los 400 municipios de alto riesgo que mencionamos anteriormente. La clave está en enfocar los esfuerzos donde realmente se necesitan.
Es decir que no se tiene certeza de cuándo llegarían esas 8 millones de dosis. ¿Se sabe cuánto podrían costar y de dónde saldrá la plata?
No tengo precios, pero no hay problema. No son vacunas caras, en primera instancia, y, además, tenemos los recursos para comprarlas. Si hay algo que siempre ha habido en el Ministerio, afortunadamente, y en eso hemos estado prestos, es poder tener recursos de inversión. Recursos tenemos para poder comprar las vacunas que necesitamos. El problema que tenemos es la restricción de disponibilidad. Vamos a ver cuánto nos logra suministrar entonces la OMS.
Todo esto es diferente a lo que había dicho el presidente Gustavo Petro, que había sugerido que se iba a vacunar a todo el país…
Hay que mirar desde el punto de vista de lo que él quiere decir. Se refería a todos los que necesitan la vacuna.
También lo han criticado por mensajes alrededor de qué hacer con los niños y personas que no se están vacunando.
Ha habido alguna resistencia a la vacunación, más que todo de tipo religioso o cultural-religioso. Algunos pastores son antivacunas, y ahí hemos tenido ciertas restricciones, especialmente en Palo Cabildo, en un barrio de la zona urbana donde predomina una comunidad religiosa. Allí ha habido dificultades con la vacunación.
Esperamos que poco a poco podamos resolver el problema, porque se trata de la protección que todos debemos brindar, especialmente a los niños. Cuando está en riesgo la salud de un niño —y esto a veces se me malinterpreta—, la patria potestad que tienen los padres tiene un límite. En esos casos debe intervenir el Estado. El artículo 44 de la Constitución es suficientemente claro: los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los demás. Por eso, en algunos casos, a algunos alcaldes les ha tocado denunciar ante la comisaría de familia, porque si no intervenimos como Estado —desde el nivel nacional, territorial, departamental o municipal— también estaríamos fallando en nuestra responsabilidad. Esa responsabilidad la define claramente el artículo 44: proteger los derechos de los niños. Y el derecho a la vida es uno de los más fundamentales.
Entonces, si hay un riesgo claro frente a la vida de los niños, el Estado debe intervenir, incluso por encima de la voluntad de los padres. Esto es lo que yo planteo, aunque muchas veces eso se convierte en tema de discusión y polémica política. Se nos acusa de ser comunistas, de querer quitarles los niños a los padres, y eso no es cierto. Eso es especulación política, y uno la entiende. Pero de ninguna manera pretendemos suplantar a los padres, ni podemos ni debemos hacerlo. Sin embargo, si hay una negativa que pone en peligro a los niños, no queda otra alternativa que intervenir. Y le corresponde al Estado hacerlo, no para quitarles la patria potestad, sino para proteger la vida de los menores.
¿Qué va a pasar con el carnet de vacunación?
Al principio dijimos: bueno, exijamos el carné. Pero vea usted, si yo estoy vacunado, ¿cómo le voy a exigir a otra persona el carné si ni siquiera yo lo tengo? A mí me lo dieron ahora, por ahí lo tengo guardado, pero el que me entregaron en Puerto Nariño. El carné amarillito internacional, el que todos conocen, se me perdió. Yo lo he tenido varias veces, porque, por lo general, he tenido que salir del país. Ahora bien, hay dos renglones de la economía que han sido fundamentales durante estos años de gobierno del presidente Petro: el turismo y la agricultura. Y si comenzamos a ponerle restricciones al turismo, eso nos puede generar un problema. Lo que vamos a hacer es una advertencia a quienes vayan a venir a Colombia.
Si alguien viene y se va a quedar en Bogotá o en la zona del altiplano cundiboyacense, no hay ningún problema: no necesita vacunarse. Pero si esa persona va para Leticia, para el Tolima o el Chocó, entonces le estamos diciendo: por favor, vacúnese. Vacúnese con tiempo, porque se necesitan al menos 10 días para que la vacuna pueda hacer efecto. Antes de 10 días, la vacuna no actúa. Ya hemos tenido casos de personas que se vacunaron cuando ya estaban incubando la enfermedad. A los días presentan fiebre amarilla. Y se ha demostrado —gracias a estudios muy claros del INS— que el virus que los está afectando es el virus silvestre, el salvaje, no el de la vacuna. Por eso es fundamental que, si se va a viajar a una zona de riesgo, se esté vacunado al menos con 10 días de anticipación.
Nosotros no vamos a exigir el carné. Vamos a recomendarlo y a hacer toda la divulgación necesaria para que la gente entienda. Eso sí, a nosotros sí nos van a exigir. Porque una vez se declara la emergencia, los organismos internacionales comienzan a pedir esos requisitos. Por eso es importante que la gente esté preparada, que pregunten, que se informen. Para eso existe un servicio que se ha venido prestando desde hace un tiempo y que seguramente vamos a reforzar: por ejemplo, en el aeropuerto El Dorado, en Bogotá, la gente puede recibir la vacuna y obtener su carné internacional.
¿Se están planteando un portal independiente donde podamos ver el avance de la vacunación?
Está el PaiWeb. Ahí la gente puede ver cómo va la vacunación. Es una plataforma abierta para que cualquiera pueda consultarla. Si llegamos a encontrar alguna restricción, la levantamos de inmediato, porque lo que necesitamos es que todos nos ayuden, que colaboren, y muy especialmente, que se pueda hacer seguimiento. Esa es otra de las cosas que a veces pasa: desafortunadamente no siempre se suministra toda la información. Pero en este caso, estamos siendo muy insistentes en que se reporten todos los datos relacionados con la vacunación. A través del PaiWeb se puede acceder a todo.