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¿Qué tiene que ver TransMiCable con la actividad física que se hace en Ciudad Bolívar?

Un grupo de investigadoras de la Universidad de los Andes y del proyecto Salud Urbana en América Latina (SALURBAL) se preguntó qué impacto tuvo la llegada de este sistema de transporte en los minutos de actividad física que hacen los habitantes de esta localidad. Los resultados de este estudio fueron publicados The Lancet Global Health.

Juan Diego Quiceno
01 de agosto de 2023 - 12:00 a. m.
 La comunidad está altamente satisfecha con TransMiCable y le da un puntaje en promedio de 9/10  / Olga L Sarmiento
La comunidad está altamente satisfecha con TransMiCable y le da un puntaje en promedio de 9/10 / Olga L Sarmiento
Foto: Cortesía
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Cuando le piden hacer actividad física, ¿qué es lo que se imagina? Quizás ir a un gimnasio, trotar en el barrio, comprar alguno de esos kits de mancuernas y pesas que se venden en internet o saltar la cuerda. Pero, ¿y caminar? ¿Ha pensado que la caminata que se hace entre su casa y la parada de bus o la estación de TransMilenio o su lugar de trabajo, es hacer también actividad física?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda por lo menos de 150 a 300 minutos de “actividad física aeróbica de intensidad moderada o vigorosa” por semana para todos los adultos. Si como sociedad lográramos eso, se evitarían hasta 5 millones de muertes al año, estima la entidad. “La pregunta es en qué condiciones caminamos y cómo podemos promover que caminemos más”, comienza diciendo Laura Baldovino Chiquillo, médica y magíster en epidemiología de la U. de los Andes. Ambas preguntas tienen que ver, para Baldovino, con la ciudad en que vivimos. ¿Cómo caminar si no hay andenes?, por ejemplo.

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Hace cinco años, junto a la profesora Olga Lucia Sarmiento, directora del grupo de epidemiología, Baldovino se planteó algunos interrogantes sobre esta actividad y su relación con el TransMiCable.

“Investigaciones anteriores habían demostrado que la implementación de TransMilenio había provocado un aumento en los niveles de actividad física, sobre todo la que se relaciona con el transporte o con los desplazamientos, es decir, con lo que la gente camina”, dice Baldovino. Cómo un sistema de transporte masivo puede provocar eso es fácil de entender: cuando es exitoso, las personas prefieren caminar un poco más hasta la estación del sistema que seguir tomando el bus urbano en la parada, que suele estar más cerca de las viviendas que lo que está la estación.

Las dos investigadoras, y un equipo que incluyó a otras cinco personas, se propusieron saber si algo similar había pasado con el primer teleférico planeado y construido en Bogotá como un sistema de transporte masivo. TransMiCable fue inaugurado el 27 de diciembre de 2018 en Ciudad Bolívar, una localidad en el sur de Bogotá con más de 700.000 habitantes. “Teníamos una hipótesis: que la implementación del cable iba a aumentar la actividad deportiva de las personas que lo usaban”, afirma Baldovino. Se encontraron con varias

¿Cómo midieron esa actividad física?

Para realizar su investigación, el equipo fue a Ciudad Bolívar y se concentró especialmente en las viviendas dentro de un radio de 800 metros (m) de amortiguamiento de cada estación de TransMiCable. Para medir la actividad física se usaron dos métodos: la aplicación del Cuestionario Internacional de Actividad Física (IPAQ, por su sigla en inglés), un instrumento desarrollado con el objetivo de obtener datos estandarizados y comparables sobre la actividad física, y el uso de acelerómetros, un dispositivo electrónico que se colocó en la cintura de los participantes y que mide su actividad física en términos de movimientos.

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Para poder comparar los datos que obtenían, las investigadoras hicieron el mismo procedimiento (tomar encuestas y usar acelerómetros) en San Cristóbal, otra localidad en el suroriente de Bogotá, con poco más de 400.000 habitantes y en donde también se planea implementar TransMiCable en 2025. “Ambas localidades comparten similitudes en cuanto a su nivel socioeconómico y adicionalmente tienen altos niveles de crimen e inseguridad. Lo que vimos es que, a nivel del entorno urbano, muchas calles no tienen andenes, hay altas pendientes y algunas no tienen suficiente iluminación. No es fácil caminar o cruzar una calle cuando no hay un andén o no hay luz. Las condiciones para caminar no son las óptimas”, agrega Baldovino.

En ambas localidades participaron más de 2.000 personas en el estudio. Todos ellos se clasificaron como físicamente activos si cumplían con las pautas de la OMS de mínimo 150 minutos por semana de actividad moderada o 75 minutos por semana de actividad vigorosa o combinaciones similares.

Para su sorpresa, aproximadamente 4 de cada 10 participantes del estudio en Ciudad Bolívar cumplían con las recomendaciones de actividad física por transporte de la OMS antes de la inauguración de TransMiCable. “Ese nivel de actividad física se mantuvo de manera muy similar después de la implementación del sistema, es decir, la actividad física, que ya era alta, se mantuvo alta. Y es más alta entre los usuarios de TransMiCable. De hecho, la comunidad reportó que está altamente satisfecha con TransMiCable dándole un puntaje en promedio de 9/10. Señalan, además, que el sistema les mejoró la calidad de vida”, resume los resultados Baldovino. En el estudio se explora entonces algo que las investigadoras reportan como “actividad física por necesidad y es de gran importancia para poblaciones vulnerables en el Sur Global”, resalta Sarmiento.

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Eso quiere decir, básicamente, que la decisión de los habitantes de Ciudad Bolívar de caminar puede pasar no por la oportunidad de hacer deporte, sino por otras condiciones como las económicas (no poder pagar el pasaje de un bus urbano o de TransMiCable, por ejemplo). “América Latina es una de las regiones más urbanizadas y desiguales del mundo, con grandes poblaciones que viven en asentamientos de bajos ingresos. Estas poblaciones a menudo enfrentan desventajas, que incluyen pobreza, violencia, pocos espacios recreativos y acceso deficiente al transporte. Para estos habitantes, la decisión de utilizar el transporte activo o multimodal es más una necesidad que una elección”, dice el estudio.

“A partir de los resultados de esta investigación se concluyó que en áreas urbanas de bajos ingresos, donde las personas se desplazan a través de la caminata por necesidad, las intervenciones en transporte deben enfocarse en esfuerzos para mantener esa alta participación en el transporte activo a la vez que se mejoran las condiciones en las cuales esto sucede. En este sentido, proporcionando un transporte de alta calidad, TransMiCable cumple con este enfoque”, explica la profesora Sarmiento. No basta con llevar el sistema, hay que construir parques, andenes y mejorar la facilidad con las que las personas llegan caminando al sistema.

De hecho, y además de analizar la actividad física de las personas en el sector de afluencia de las estaciones, los investigadores evaluaron en el área de intervención un parque zonal (parque Illimaní) y un parque vecinal (parque Manitas) que fueron renovados como parte de la intervención de TransMiCable. “Lo que observamos en el parque Illimaní, es que aumentó la actividad física entre sus usuarios, especialmente para los hombres”, señala Baldovino. Es decir, la renovación del parque contribuyó a una mayor realización de actividad física.

Esto último con una distinción: “Notamos que la mayoría de quienes usaban los parques eran niños y adolescentes. Entonces, intervenciones integrales como la de TransMiCable no solo pueden mantener una alta participación de los adultos en la actividad física durante la caminata, sino que puede brindar espacios para que otras poblaciones de edad se vean también beneficiadas”, agrega Baldovino. Tanto para ella como para Sarmiento, es alentador que los resultados hayan demostrado la posibilidad de mejorar el transporte a través de estrategias que fomenten la actividad física, un comportamiento saludable clave para la población.

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TransMiCable, según otras evaluaciones realizadas por el equipo, también disminuyó la exposición a la contaminación ambiental dentro de las cabinas del cable aéreo, redujo el tiempo de viaje y las percepciones de inseguridad y mejoró la calidad de vida de la comunidad. Este estudio demuestra, según las autoras, que intervenciones de transporte integrales, como TransMiCable, pueden mejorar la calidad de vida de las poblaciones y sirve de gran ejemplo para otras poblaciones en Colombia, América Latina y el Sur Global.

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