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Si durante esta última semana se ha sentido nervioso por el anuncio que hizo el Gobierno de Dinamarca sobre una mutación del coronavirus, hay varios motivos para tranquilizarse. Es cierto que el virus saltó de los humanos a los visones y que van a sacrificar a 15 millones de ejemplares debido a una mutación, pero aún no hay razones para pensar, como dijo la primera ministra de ese país, que lo sucedido es un riesgo para el desarrollo de las vacunas. (Lea Razones para desconfiar del experimento en Cali en el que dieron ivermectina a 254 ancianos)
Como le dijo al portal STAT News Carl Bergstrom, biólogo evolutivo de la Universidad de Washington, “esto presiona todos los botones del miedo”, pero no se trata de una nueva cepa de pesadilla que pueda infectar a más personas que el virus que hoy está circulando entre los humanos.
Lo primero que hay aclarar, como escribió en esta columna Julián Villabona-Arenas, doctor en Microbiología, vinculado al Centro de Modelado Matemático de Enfermedades Infecciosas (CMMID) de La Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM), es que la mutación de un virus es un proceso completamente natural que no debería espantarnos. ¿Por qué? La mayoría de los cambios en su material genético “no afectan el funcionamiento y si lo hacen, lo hacen de manera muy sutil o lo bloquean totalmente. No obstante, algunos cambios podrían, potencialmente, ‘mejorar’ la ‘llave’ y esto se traduce en un virus más infeccioso, resistente a medicamentos o diferente morbilidad”.
Escenarios benéficos para el virus, apuntaba Villabona-Arenas, “son posibles pero poco probables pues la versión original (o silvestre) es ya adecuada”. Su ejemplo resolvía la incertidumbre: “intenten ‘mejorar’ una receta culinaria (o algo equivalente) y la mayoría de las veces el resultado es… desastroso”.
¿Por qué, entonces, tanto alboroto con lo sucedido en Dinamarca? Porque también es cierto que los “saltos” de los virus entre diferentes especies generan inquietud entre los científicos. También las posibles mutaciones que resultan de esos saltos, pues el virus debe encontrar la forma de adaptarse al nuevo animal y encontrar la “llave” para abrir la “cerradura” de las células. Solo así podrá multiplicarse.
Lo que ocurrió en las granjas del país danés, donde está la mayor producción de visones del mundo, usados para fabricar abrigos, fue justamente eso: el coronavirus saltó de los humanos a esos pequeños mamíferos. Allí encontró el espacio perfecto de transmisión. Hasta el momento se han detectado cuatro mutaciones. Sus nombres son imposibles de recordar: H69del/v70del, Y453F, I692V y M1229I.
Pero no hay datos, hasta el momento, de que esas mutaciones signifiquen que el SARS-CoV-2 tendrá más capacidad para propagarse o que será más efectivo.
Como le dijo al diario El País de España Kirsten Lyke, investigadora del Centro de Desarrollo de Vacunas de la Universidad de Maryland (EE.UU.), “estas mutaciones de visón no parecen ser muy preocupantes”. Lyke también hace parte del equipo que está probando la vacuna para COVID-19 desarrollada por BioNTech y Pfizer.
“No creo que una cepa que se adapte al visón represente un mayor riesgo para los humanos. Nunca podemos descartar nada, pero en principio no debería. Definitivamente no tendría por qué aumentar la transmisión. No veo ninguna buena razón por la que deba hacer que el virus sea más severo”, le explicó a Stata News Francois Balloux, director del Instituto de Genética del University College de Londres.
Tampoco parece ser un verdadero riesgo para el desarrollo de las vacunas, pues como le advirtió a El País Zhou Xing, patólogo de la Universidad McMaster (Canadá), las vacunas contra el COVID-19 han sido desarrolladas para generar más de un tipo de anticuerpos. Si hay alguno que no funcione por una mutación del virus, otros sí lo harán, dijo.
¿Cuál es el motivo del sacrificio, entonces? Es difícil contestar esa pregunta por una razón: hay información muy limitada y la totalidad de los datos de los daneses no han sido compartidos. Pronto cargarán más secuencias genéticas a bases de datos abiertas y la comunidad científica podrá analizar con más detalle qué fue lo que sucedió y si realmente las mutaciones pueden tener un impacto en los humanos.
Pero, por ahora, hay quienes están más preocupados por la manera en que el Gobierno dánes ha manejado la situación y cómo la ha comunicado al mundo. “Estas declaraciones ponen a los científicos y a las personas en una posición realmente difícil, pues hay muy poca información o contexto”, señaló a Stata News Emma Hodcroft, epidemióloga molecular del Instituto de Medicina Social y Preventiva en Berna, Suiza. “Estas situaciones no suelen ser blanco o negro”.
Hay, sin embargo, un detalle que debe ser estudiado a más profundidad y que fue el principal argumento de los daneses para sacrificar a los 15 millones de visones: en un experimento realizado en laboratorio, los científicos del Instituto Serológico de Dinamarca encontraron que los anticuerpos humanos no neutralizan la nueva variante del coronavirus hallada en visones (la variante 5, la llaman). Ya hay, como lo informa El País, 12 personas infectadas aunque sus síntomas no varían con respecto a la enfermedad producida por las variantes que ya circulaban. Pero de nuevo: hacen falta datos para saber más detalles con precisión. Y eso es fundamental antes de prender las alarmas.
De hecho, hace un par de días, la Organización Mundial de la Salud (OMS) tuvo que pronunciarse ante la preocupación internacional y los titulares escandalosos: “Por el momento no hay pruebas de que la nueva variante del coronavirus que ha surgido en visones criados en Dinamarca haya cambiado la capacidad de contagio y la gravedad del virus, ni de que vaya a tener consecuencias para la eficacia de la futura vacuna. Las pruebas de las que disponen los expertos hasta el momento no muestran que la variante de los visones tenga un comportamiento diferente al virus SARS-CoV-2 que está circulando en el mundo”, explicó en un comunicado.
“Es demasiado pronto para sacar conclusiones sobre las implicaciones que tiene esta mutación específica, sea para la transmisión, la gravedad de la enfermedad o para la respuesta inmunitaria y la eficacia potencial de una vacuna”, dijo la jefa científica de la OMS, Soumya Swaminathan.
Pero como escribió Villabona-Arenas, “como los datos son limitados, nunca podemos descartar un escenario donde la mutación aumenta la transmisión en humanos. La decisión de sacrificar los visones en Dinamarca se basa entonces en el riesgo de que los visones se vuelvan un reservorio animal del virus a largo plazo, en el riesgo de que nuevas mutaciones aparezcan y sus efectos sobre la contención de la transmisión”. A veces, apuntó, “es mejor dar un paso demasiado largo en lugar de un paso demasiado corto”.