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Un grupo de investigadores anunció el descubrimiento de una mutación genética que explicaría por qué algunas personas necesitan menos horas de sueño que otras, y que daría, además, nuevas pistas sobre los procesos que ocurren en nuestros cuerpos mientras descansamos.
Estos hallazgos fueron recientemente publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), y hacen parte de los resultados de años de investigaciones de equipo científico de institutos de investigación en Japón. Estos científicos empezaron, en la década de los 2000, el estudio de personas que duermen menos ochos horas sin sentir efectos negativos.
El primer caso que estudiaron fue el de una madre y su hija que, aseguraban, no necesitar dormir más de seis horas cada noche. Después de analizar su genomas, se encontró que estas contaban con una mutación que de un gen que ayuda a regular el ciclo circadiano del cuerpo, que incide en el ciclo de sueño en el cuerpo humano.
“Nuestro cuerpo sigue trabajando cuando nos acostamos, desintoxicándose y reparando los daños”, explicó a Nature, Ying-Hui Fu, neurocientífica y genetista de la Universidad de California en San Francisco. “En estas personas, todas estas funciones que nuestros cuerpos están haciendo mientras dormimos, simplemente pueden realizarlas a un nivel más alto que la persona promedio”.
Lo cierto es que la mutación de este gen en sí no era suficiente para explicar estas características de aquellos que necesitan dormir poco. De esta manera, en los últimos años, los científicos han identificado cinco mutaciones que explicarían esta característica en ciertas personas, en particular cómo estás logran cumplir sus ciclos del sueño en un menor tiempo que la mayoría de personas.
En la más reciente investigación, el equipo de investigadores identifico una nueva mutación de un gen que sería determinante para explicar esta característica en algunas personas. Se trata de una mutación del gen SIK3. De acuerdo con investigaciones científicas, esta parte del código genético es la encargada de codificar una enzima que, entre otras funciones, actúa en el espacio entre neuronas.
Para demostrar la incidencia de este gen en los ciclos del sueño, los investigadores modificaron el ADN de un grupo de ratones de laboratorio. En estos se encontró que aquellos que contaban con la mutación necesitaban dormir 31 minutos menos que aquellos que no contaban con la modificación genética.
Además de esto, el equipo de investigadores analizó la actividad cerebral de los ratones mientras dormían. En aquellos con genes mutados se encontró que las sinapsis cerebrales (puntos de conexión y comunicación entre neuronas) estuvieron más activas en comparación a los individuos de control. Esto implicaría, de acuerdo con el estudio, que la mutación genética reduciría el tiempo del sueño apoyando la homeostasis cerebral. Este último se refiere al proceso regulatorio que ocurre en el cerebro en el que se acumulan de factores que promueven el sueño o el estado de vigilia para la regulación de los metabolismos y, entre otros, los sistemas de defensas.
Los autores de la investigaciones admiten que el hecho de que el sueño en los ratones solo se redujera una fracción de lo que se registra en promedio apunta a que aún existen factores por descubrir en los genes que regulan estos menores tiempo de sueño.
“Estos hallazgos mejoran nuestra comprensión de los fundamentos genéticos del sueño, ponen de relieve las implicaciones más amplias de la actividad quinasa, que inciden en procesos celulares, en la regulación del sueño en todas las especies, y proporcionan un mayor apoyo a las posibles estrategias terapéuticas para mejorar la eficiencia del sueño”, concluyen los autores del estudio.
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