Probablemente, en algún momento de nuestras vidas hemos tenido la sensación de que alguien nos llama, pero cuando volteamos a mirar, nos damos cuenta de que esa “voz” sólo estaba en nuestra mente. Conocido como alucinaciones auditivas, este fenómeno se refiere a las voces y sonidos que escuchamos y que no corresponden a ninguna realidad física. Cuando se tienen una o dos de estas alucinaciones, no hay ningún problema. Sin embargo, tener constantemente voces “ficticias” en la mente que, además, son hostiles y dominantes, puede desgastar a cualquiera.
Esto es lo que les sucede a muchas personas que sufren de esquizofrenia. Es más, según la revista médica The Lancet, entre el 60 y el 70 % de los esquizofrénicos reportan haber sufrido alucinaciones auditivas alguna vez en su vida. Voces omnipresentes, constantes, persecutoras que, incluso, a veces los inducen a ser violentos. A pesar de que existen fármacos diseñados para detenerlas, el 25 % de pacientes continúan teniéndolas así tomen medicamentos.
Es por esto que científicos ingleses han echado mano de los avances tecnológicos para encontrar una nueva forma de tratar estas alucinaciones. Su propuesta, cuyos resultados fueron publicados en The Lancet Psychiatry, busca que los pacientes con esquizofrenia puedan hablar con un “avatar” que representaría gráficamente la persona de la que vienen las supuestas “voces”. Aunque el paciente se sentiría hablando con el avatar –en su mente, su perseguidor–, quien estaría hablando detrás realmente es un terapeuta que busca hacer las voces menos hostiles.
Lo sorprendente es que según el grupo de psiquiatras que condujo el estudio, entre los que se encuentran médicos de la Universidad King´s College London, de la Universidad Colegio de Medicina de Londres y de la Universidad de Manchester, entre otras, este nuevo tratamiento demostró ser significativamente más efectivo para acallar las voces que la terapia cognitiva conductual. Esta última es una aproximación dónde, por medio de la conversación, el terapeuta le ayuda al paciente a modificar sus pensamientos y comportamientos negativos.
Para llegar a esta conclusión el estudio reclutó a 150 personas, entre el 2013 y el 2016, que cumplieran los siguientes criterios: haber sido diagnosticados con esquizofrenia, haber escucha “voces” en los últimos 12 meses y haber tomado medicamentos que buscaban detenerlas sin haber obtenido buenos resultados. De esos 150, 75 fueron tratados con “avatares”, mientras los otros 75 lo hicieron con la terapia cognitiva regular.
Al primer grupo se le pidió que ayudaran a crear una versión computarizada de cómo imaginaban la persona de dónde venían las voces, así como pistas sobre el tono y tipo de voz. Una vez con el “avatar” creado, tenían seis sesiones semanales de 50 minutos, en las que entre 10 y 15 minutos eran una charla con el “avatar”. Lo que sucedía en estos últimos minutos era grabado en un mp3 para que, cuando volvieran a escuchar las acosadoras voces en su casa, pudieran volver a oír el “avatar”.
El segundo grupo, el de control, tuvo el mismo número de terapias con un terapeuta regular y podían llevar grabados a casa los 10 mejores minutos de la sesión para escucharla cuando fuera necesario.
Después de cruzar toda la información que reportaron los pacientes, resolver varias estadísticas, ver cómo algunos de los pacientes salieron del proyecto y cumplir periodos de hasta 24 semanas con cada paciente, el estudio afirma que “a las 12 semanas la terapia con avatares demostró un cambio significativo en la reducción de las voces”.
Por ejemplo, a las 12 semanas siete de los pacientes tratados con “avatares” reportaron ausencia de alucinaciones visuales, frente a sólo dos de los que tuvieron una terapia regular. La proporción aumentó a 8 y 6 para la semana 24.
Sin embargo, la nueva aproximación no es del todo eficiente. A lo largo del estudio, cinco de los pacientes tratados con “avatares” y siete tratados de la manera clásica tuvieron que ser internados en un hospital. Tres –uno del grupo de los “avatares” y dos del control– mostraron daños en su salud física y cinco estuvieron relacionados con incidentes violentos (tres de los “avatares” y dos regulares).
Es por esto que los mismos autores del estudio advierten que no se puede concluir del todo que la terapia con avatar siempre favorece más que la terapia cognitiva conductual. En cambio, atribuyen gran parte de los buenos resultados a que los pacientes puedan llevar parte de la terapia a la casa como una especie de tarea.