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Un pequeño microimplante de retina da esperanza a personas que han perdido la vista

Un pequeño implante electrónico del tamaño de la cabeza de un alfiler ha logrado devolver la visión a personas con ceguera causada por la degeneración macular relacionada con la edad, la principal causa de pérdida visual irreversible en adultos mayores.

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21 de octubre de 2025 - 11:29 p. m.
Un dispositivo eléctrico implantado bajo la retina ayuda a restaurar la agudeza visual en personas con degeneración macular asociada a la edad. Crédito: Science Corporation
Un dispositivo eléctrico implantado bajo la retina ayuda a restaurar la agudeza visual en personas con degeneración macular asociada a la edad. Crédito: Science Corporation
Foto: Science Corporation
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Es posible que haya escuchado poco de la degeneración macular relacionada con la edad (DMRE). Se trata de una enfermedad que daña la parte central de la retina, llamada mácula, que es la zona encargada de permitirnos ver con claridad los detalles finos, leer o reconocer rostros. A pesar de que es probable que nunca haya escuchado de ella, es la principal causa de pérdida de visión irreversible en personas mayores.

Dentro de esta enfermedad existe una forma avanzada llamada atrofia geográfica, que corresponde a la etapa final de la DMRE seca (la que no produce líquido ni sangrado).

En esta fase, las células fotorreceptoras (que son las encargadas de captar la luz) y las células del epitelio pigmentario de la retina (que las nutren y protegen) comienzan a morir de forma progresiva. Este daño es irreversible y provoca una pérdida profunda de la visión central. A nivel mundial, cerca de 5 millones de personas viven con atrofia geográfica, lo que la convierte en una de las causas más importantes de pérdida visual severa en adultos mayores. Sin embargo, ninguna terapia aprobada, enfoques en investigación ni terapia celular, ha logrado una mejora significativa de la visión. Hasta ahora.

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Un grupo de investigadores anuncia en la prestigiosa revista The New England Journal of Medicine que ha logrado crear y poner en práctica un implante ocular electrónico ha devuelto la visión a personas con ceguera causada por esta enfermedad.

Para entender esto, hay que saber un par de cosas. En una retina sana, las células fotorreceptoras cumplen una función esencial: captan la luz que entra por el ojo y la transforman en señales eléctricas. Esas señales viajan luego hacia el cerebro, donde se convierten en las imágenes que vemos. En personas con atrofia geográfica esas células se pierden de manera progresiva, lo que impide transformar la luz en señales eléctricas. Como resultado, se genera un punto ciego permanente en la visión central (escotoma absoluto).

El implante PRIMA, como lo han llamado los científicos, fue creado para reemplazar esas células perdidas. Es un dispositivo diminuto, del tamaño de la cabeza de un alfiler, hecho de silicio. Tiene una malla con 378 microceldas (o “píxeles”) que funcionan como mini paneles solares. Cada una convierte la luz en una pequeña corriente eléctrica. Pero hay un detalle importante: el implante no responde a la luz normal, sino a luz infrarroja. Por eso, el sistema incluye unas gafas especiales llamadas PRIMA Glasses.

Estas gafas tienen una microcámara que capta lo que la persona tiene enfrente (por ejemplo, un rostro, una letra o un objeto). Luego, un pequeño procesador convierte esa imagen en una señal luminosa de infrarrojos invisibles al ojo humano y la proyecta directamente sobre el implante. Cuando el implante recibe esa luz infrarroja, cada microcelda se activa y genera un impulso eléctrico que estimula las neuronas que aún funcionan en la retina. Esas neuronas envían la señal al nervio óptico y de ahí al cerebro, donde se reconstruye la imagen. PRIMA es inalámbrico. No tiene cables ni baterías dentro del ojo: toda la energía proviene de la luz infrarroja que emiten las gafas. Además, las gafas son transparentes, lo que permite que el usuario combine su visión natural periférica (la que todavía conserva) con la visión artificial central que proporciona el implante.

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Tras extensas pruebas en laboratorio, el sistema PRIMA se probó por primera vez en humanos en un pequeño estudio con cinco participantes que sufrían atrofia geográfica. Los resultados iniciales fueron prometedores: después de entrenamiento y ajustes, tres de los cinco lograron reconocer letras y leer, alcanzando una agudeza visual equivalente a 20/420. Cuatro años más tarde, estos mismos participantes podían leer fuentes más pequeñas, con una agudeza promedio cercana a 20/135. Estos resultados llevaron a la realización del estudio PRIMAvera, una investigación más amplia que buscó confirmar la eficacia y seguridad del dispositivo, cuyos resultados son los que se publican ahora.

PRIMAvera fue un estudio clínico multicéntrico llevado a cabo en 17 hospitales de cinco países europeos. Participaron 38 personas mayores de 60 años, todas diagnosticadas con atrofia geográfica avanzada en ambos ojos. En cada caso, el implante se colocó en el ojo con mayor daño, siempre que la lesión fuera más grande que el tamaño del dispositivo. El objetivo principal era medir si los pacientes lograban una mejora clínicamente significativa en su agudeza visual al cabo de 12 meses. Esta mejora se definió como una ganancia de al menos 0,2 logMAR, lo que equivale aproximadamente a 10 letras más en una tabla de visión estándar. También se evaluaron otros aspectos, como la calidad de vida relacionada con la visión, la capacidad para percibir luz y las posibles complicaciones del procedimiento.

Después de un año, los resultados son alentadores. La agudeza visual mejoró desde el inicio hasta el mes 12 tras la implantación en al menos 0,2 logMAR (lectura de 10 letras) en el 81 % de los participantes y en al menos 0,3 logMAR (lectura de 15 letras) en el 78 % con el sistema PRIMA. La mejora media desde el inicio a los 12 meses fue de 0,51 logMAR (25,5 letras) y la mejora máxima fue de 1,18 logMAR (59 letras). Además, el 84 % de los participantes indicó utilizar el dispositivo en casa para leer letras, números o palabras.

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Sin embargo, se presentaron algunos efectos adversos, aunque la mayoría fueron leves o moderados y se resolvieron en las primeras semanas. Entre las complicaciones más comunes estuvieron la presión ocular elevada, pequeños desgarros de retina y hemorragias subretinianas, todas controladas médicamente. En total, se registraron 26 eventos graves en 19 pacientes, pero ninguno puso en riesgo la vida. Los análisis mostraron que el implante no alteró la estructura de la retina sana alrededor del área tratada y que los beneficios visuales compensaron ampliamente los riesgos del procedimiento.

El comité independiente que supervisó el estudio concluyó que el sistema PRIMA es seguro y eficaz, lo que podría abrir la puerta a nuevas estrategias para restaurar la visión en enfermedades degenerativas. Sin embargo, todavía hay un largo trecho para que esto pueda convertirse en una realidad accesible para millones de pacientes.

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Sonia Galvez L(d9q4o)21 de octubre de 2025 - 11:40 p. m.
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