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Cerró Grooveshark, ganaron las disqueras

La plataforma llegó esta semana a un acuerdo para evitar pagar US$736 millones en infracciones al derecho de autor.

Santiago La Rotta
01 de mayo de 2015 - 09:11 p. m.
Cerró Grooveshark, ganaron las disqueras

El final de Grooveshark comenzó a cristalizarse en septiembre de 2014, cuando la plataforma de streaming de música perdió una demanda en Estados Unidos contra las grandes disqueras por infracciones al derecho de autor. Explorando ciertas opciones legales, el servicio resistió hasta finales de abril de este año, cuando el juez del caso señaló que los daños por este comportamiento podrían llegar a US$736 millones. Esta semana demandantes y demandados llegaron a un acuerdo para evitar el pago señalado por la justicia y, bueno, no más Grooveshark: apenas una carta en la que el equipo detrás del sitio web se disculpa por haber violado el derecho de autor, les entrega el control del portal a las disqueras e invita a los usuarios a explorar alternativas legales para disfrutar de la música en línea.

Por cierto, estas alternativas (servicios por suscripción como Spotify, que llegó a EE.UU. en 2011) son las que siguen sacando del agujero negro a una industria que se ha dedicado en buena parte a demandar y exigir, pero quizá no a explorar otros caminos, rutas diferentes de distribución y consumo que, para desagrado de las disqueras, los usuarios comenzaron a requerir desde finales de los 90. Según los datos más recientes de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI, en inglés), los ingresos digitales del sector igualaron por primera vez a las ventas físicas: los negocios en línea de la industria crecieron 6,9% en 2014 y hoy representan el 46% del total de ventas de música en el mundo.

Grooveshark fue apenas uno de los servicios que interpretaron el deseo de los usuarios y, de paso, los cambios drásticos de un sector comercial que durante un buen tiempo se quedó anclado en la guerra de los formatos, físico contra digital. Esta puede ser una pelea tan nociva como inútil porque en últimas lo que se volvió obsoleto fue el modelo de negocio, no la música, la creación. De esto pueden dar testimonio las mismas cifras de la IFPI, que para 2014 registraron ingresos globales de US$15.000 millones, con una caída de apenas 0,4%. Los resultados son buenos, si se tiene en cuenta que entre 1999 y 2012 la industria no sólo no creció, sino que experimentó una caída más pronunciada.

En 2006, año del nacimiento de la plataforma, la red era un lugar diferente y aún no había entrado al mercado el modelo de suscripción que hoy es la punta de lanza de la recuperación de la industria musical. En ese momento las descargas ilegales (que permiten que el usuario posea una copia de un trabajo protegido por derecho de autor) continuaban en un punto alto, aunque los servicios de streaming comenzaban a cosechar un gran éxito gracias a la expansión de la banda ancha doméstica, por un lado, pero también por desechar el tema de la copia, lo que les otorgaba una ventaja legal frente a sitios como Kazaa o LimeWire.

“Tenemos contratos y acuerdos con más de 2.000 compañías independientes y el año pasado firmamos uno con EMI. La idea es que este último modelo sea el mismo que utilicemos para Sony, Warner y Universal, las otras tres grandes compañías”, dijo en 2010 Andrés Barreto, un emprendedor colombiano que, entre muchas otras iniciativas, también estuvo detrás de la creación de Grooveshark. Para ese momento el servicio tenía tres millones de usuarios registrados y obtenía 20 millones de visitas al mes. Se calcula que, en el pico de su popularidad, para 2011, la plataforma llegó a tener 35 millones de usuarios.

En 2013 el servicio logró llegar a un acuerdo legal fuera de las cortes con EMI y a un pacto con Sony/ATV, que en su momento fue descrito como amigable.

La piedra angular de la defensa de Grooveshark en la demanda fallada en su contra el año pasado era que quienes subían el material protegido por derecho de autor eran los usuarios y no la plataforma como tal. El juez consideró que este resguardo legal se había roto porque los empleados del sitio web habían subido ellos mismos miles de canciones no licenciadas al servicio.

“Comenzamos hace casi 10 años con la meta de ayudar a que los usuarios descubrieran y compartieran música. Pero a pesar de nuestras buenas intenciones hemos cometido errores graves. Fallamos en conseguir licencias de quienes poseen los derechos para la mayor cantidad de música que hay en el servicio. Esto estuvo mal. Ofrecemos disculpas”, se lee en el texto publicado en el portal después de su cierre inmediato.

En el documento también queda claro que los demandantes, las disqueras, serán ahora los dueños de la propiedad intelectual desarrollada por Grooveshark, incluyendo sus patentes. Este parece ser uno de los puntos que menos gustó al público, en un asunto que en general no tuvo buena recepción. Usuarios en Twitter escribieron cosas como: “Lo más contundente del cierre de Grooveshark es que los cierren por robar propiedad intelectual y los castiguen quitándoles la de ellos”.

En medio del crecimiento en el consumo digital de música en plataformas legales, la llamada persecución de la piratería también ha alcanzado nuevos niveles, no necesariamente buenos. Según un documento de la Electronic Frontier Foundation, entre mayo del año pasado y febrero de este año, Total Wipes (un conglomerado de 800 disqueras) le envió a Google un promedio de 1.214 pedidos semanales de retiro de material por presunta piratería. El método de análisis se hizo a través de un computador que, en muchos casos, vinculó con supuestas conductas ilegales a cientos de sitios que nada tenían que ver con música. “Gracias a la automatización del proceso, sin revisión humana, estas notificaciones suelen resultar en el bloqueo y la censura de material perfectamente legal”, aclaró la fundación.

La industria musical según la IFPI:

  • 6.900 millones de dólares fue la cifra de ingresos digitales de la industria musical para 2014.
  • 46% de todas las ventas globales de música se realizaron en línea.
  • 39% fue la tasa de aumento de ingresos provenientes de servicios de suscripción.
  • Los servicios de música por suscripción representan el 23% del mercado digital de la música.
  • El formato físico representa el 46% del mercado global de la música: los vinilos son los que más crecen en este sector (54,7%).
  • Los ingresos por derechos derivados de presentaciones en vivo crecieron 8,3%.
  • 41 millones de personas, aproximadamente, pagan servicios de música por suscripción.
  • 8 por ciento bajaron las descargas digitales en 2014.
  • Las ventas de formatos físicos siguen dominando en países como Francia (57%), Alemania (70%) y Japón (78%).
 

slarotta@elespectador.com

 

Por Santiago La Rotta

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