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Nintendo trae buenas noticias para una industria que no la está pasando tan bien

Dos nuevos juegos de Pokémon están rompiendo récords para la empresa japonesa. Y, sin embargo, todo el sector de videojuegos ha experimentado una desaceleración en 2022, que va muy de la mano del complejo panorama macroeconómico mundial. ¿Qué viene para la industria?

26 de noviembre de 2022 - 08:00 p. m.
Imagen de referencia.
Imagen de referencia.

Son días buenos para Nintendo: Pokémon Scarlet y Pokémon Violet (ambos para el Nintendo Switch) han vendido más de 10 millones de unidades en sus primeros tres días de venta al público.

La compañía japonesa dijo en un pronunciamiento que esta marca es la más alta para cualquier plataforma en la historia de Nintendo durante los primeros tres días de lanzamiento al público.

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El éxito de Nintendo se ha traducido en subidas en bolsa: durante 2022, los títulos de la empresa se han valorizado 11 % en el mercado japonés, en momentos en los que muchas compañías de tecnología sufren en un entorno económicamente hostil.

Así mismo, sólo en esta semana, 96 % de las ventas físicas de videojuegos en Japón pertenecen a los dos lanzamientos de Nintendo.

Vale la pena recordar que entre su lanzamiento, en 2017, y agosto de este año se han vendido 111 millones de unidades de Nintendo Switch y que los últimos dos títulos de la franquicia Pokémon para esta consola alcanzaron ventas de dos millones de copias en sus primeros tres días en el mercado.

Un invierno en el mercado de los videojuegos

Pero estas buenas noticias del fabricante japonés contrastan con un mercado global de videojuegos que, en medio de una inflación alta en muchas economías (así como un dólar fuerte en otras tantas) ha traído una ralentización en un sector que, al menos durante pandemia, iba viento en popa y a toda máquina.

Para 2020, de acuerdo con Newzoo (sitio especializado en análisis de la industria), el consumo global en videojuegos creció 25 %. En 2021 lo hizo 7,6 %. Pero, en cambio, se espera que este año se contraiga 4,3 %.

Por ejemplo, en septiembre pasado, Ubisoft dijo que incrementaría el rango de precios de sus títulos más exitosos y, al menos desde hace un par de años, Sony ha dicho que seguirá el mismo camino.

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Y, de acuerdo con un análisis de la firma Jefferies, el número de lanzamientos en 2022 ha decrecido, ya que en los últimos dos años se ha retrasado el lanzamiento de al menos 24 títulos, debido a una variedad de factores, que incluye un enfriamiento en la atención del público.

De fondo, el enfriamiento del mercado tiene que ver, no sólo con el entorno macroeconómico, sino con asuntos más mundanos y hasta predecibles: el regreso a la normalidad, y a la presencialidad, en muchos casos terminó por diluir el tiempo de juego para millones de personas. Y esto, a su vez, ralentiza en general todo el ecosistema.

El futuro retador para el sector tecnología

Las perspectivas a la baja en el sector de videojuegos también se sienten en otros rincones de la industria de la tecnología. Para la muestra un botón.

El mes pasado, y después de años de gasto de capital récord, los fabricantes de chips advirtieron que la demanda global está perdiendo fuerza. Samsung, el fabricante de chips de memoria más grande del mundo, registro una caída en los ingresos operativos del 32%, mientras que el fabricante de procesadores de PC AMD dijo que sus resultados serían cerca de US$1.000 millones inferiores a su pronóstico anterior.

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Esas cifras siguieron a los comentarios sombríos de los fabricantes de memorias Micron Technologies Inc. y Kioxia Holdings Corp., que están recortando el gasto y la producción en un intento por estabilizar los precios a la baja.

Las empresas de productos electrónicos de consumo que tuvieron problemas con la escasez durante la pandemia ahora enfrentan una caída repentina de la demanda, incluso cuando los costos de envío y materiales siguen siendo altos. Los temores de recesión están generando que la reducción de costos sea la nueva norma en toda la industria tecnológica, y las empresas que acumularon chips durante dos años ahora optan por cancelar o posponer pedidos y aprovechar el inventario, justo cuando la nueva capacidad de producción entra en marcha.

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