Reseña del iPhone 8 Plus: el equipo que da el salto medio

Los iPhone 8 y 8 Plus conservan las mismas claves de diseño que sus antecesores, pero incorporan capacidades en procesamiento y cámara que se verán en el iPhone X con un buen rendimiento en batería y menores precios.

Santiago La rotta
10 de noviembre de 2017 - 04:35 a. m.
La tecnología True Tone  ajusta la temperatura de los colores en la pantalla.    / Cortesía Apple
La tecnología True Tone ajusta la temperatura de los colores en la pantalla. / Cortesía Apple

Al hablar del iPhone 8 y 8 Plus necesariamente hay que mencionar el iPhone X. Puede sonar algo enredado, pero no lo es. A decir verdad, suena poco a Apple, una compañía que ha industrializado la simpleza. Pero la cosa es así: la línea 8 del iPhone está, de cierta forma, ligada al modelo X.

En septiembre, Apple lanzó el iPhone 8 y el 8 Plus (con un diseño casi idéntico al 7 y el 7 Plus) y el iPhone X (10, en número romano, aunque es común llamarlo por la letra). La atención se centró en este último modelo, pues representa el paso más drástico en concepto, diseño, fabricación y funcionalidad en la historia reciente de este dispositivo. También es el salto más grande en precio: el modelo base (64 GB) cuesta US$1.000 (US$999, para ser exactos), sin incluir impuestos de importación. Costoso.

Ahora bien, los primeros productos en llegar a las manos de los consumidores fueron el 8 y el 8 Plus, que, como ya se dijo, presentan leves variaciones en diseño frente al 7 y el 7 Plus. La mayor de ellas, quizá, es el regreso al vidrio en la parte trasera del teléfono para permitir la carga inalámbrica. Los cambios significativos son en términos de máquina, de hardware. Y sí, son significativos, pero también son elementos que se podrán encontrar en el iPhone X.

Aquí vale la pena aclarar que el iPhone X ya está disponible en varios países (aún no en Colombia, y la fecha no ha sido confirmada oficialmente por Apple). La demanda inicial ha sido tal que incluso ha despertado rumores de falta de stock por parte de la empresa, reportes que aún no se han materializado.Este cruce de funcionalidades y salidas al mercado inevitablemente ha llevado a muchos a preguntarse para quién es el iPhone 8, para quién el X. Puede que no haya una respuesta definitiva y, en general, buena parte de esta ecuación puede resolverse como sucede con cualquier pieza de tecnología: cuál es su presupuesto y cuáles son sus necesidades.

Sí, la línea 8 no tiene reconocimiento facial y su pantalla no es Amoled (de hecho, es más pequeña, y en el caso del 8 Plus el cuerpo es más grande que el X, a pesar de esto), pero aún cuenta con un botón principal (Home) y las entrañas del dispositivo son, básicamente, las mismas que el X. A estas alturas del partido, puede ser un desperdicio entrar en detalle sobre las capacidades del procesador del teléfono (A11 Bionic), su nuevo controlador para los seis núcleos o su diseño optimizado para ahorrar batería (más pequeña en la línea 8, pero con mejor o igual rendimiento a la 7). Al final del día, una de las preguntas más frecuentes de un usuario promedio es si tiene una buena cámara, si las fotos salen bien sin hacer mayor cosa.

El iPhone 8 Plus, modelo probado intensamente durante un par de semanas, produce algunas de las mejores imágenes en el ancho mar de la fotografía móvil. No es una aseveración hecha a la ligera, pues la competencia es dura, mucho más que en cualquier momento de esta industria, gracias al uso de cámaras duales (con lentes angulares y de largo alcance o con lecturas simultáneas en color y blanco y negro), más la incorporación de técnicas de inteligencia artificial en los chips para lograr fotografías con poca profundidad de campo y un procesamiento de imagen más rápido y mejor logrado. Aquí los jugadores no sólo incluyen grandes fabricantes de tecnología, sino también de óptica, como Leica o Carl Zeiss.

El sensor de imagen del iPhone 8 Plus, mejorado para esta versión, responde rápido y logra muy buenas lecturas de color, con una densidad de pixeles más que adecuada para un dispositivo de esta gama. La estabilización óptica, más allá de lo que diga el material de mercadeo de Apple, hace una diferencia en condiciones de baja luminosidad, aunque tampoco hace milagros, como en ningún teléfono. Una de las adiciones notables en este punto es el modo de retrato, que utiliza la doble cámara y el procesador nuevo para lograr imágenes con el fondo difuminado: la lectura de cerca y lejos de los objetos, más el reconocimiento de imágenes mediante inteligencia artificial, logra este efecto que funciona bastante bien en la mayoría de los casos. Una de las funciones más interesantes del modo retrato es una simulación de luz de estudio, que puede producir bellas imágenes bajo las condiciones adecuadas.

Buena parte de las personas no volverán a mirar muchas de las fotografías que toman y, cuando lo hagan, una gran porción de ellas lo hará en el teléfono. Evidentemente, la pantalla juega un papel fundamental aquí: el display del iPhone 8 no es Amoled (para esto hay que esperar al X o ir a teléfonos con Android que incorporaron esta tecnología varias ediciones atrás), aunque su resolución no decepciona. Es de aplaudir el uso de True Tone, una tecnología que ajusta la temperatura de los colores en la pantalla para igualar la luz en la que se encuentre el usuario. Esto había sido introducido en el iPad Pro y funciona igual de bien en el teléfono. Ahora, ¿es mejor la experiencia para el usuario en un display con Amoled? Sí, lo es. Quizá es un punto que no admite mayor discusión.

Hay una discusión alrededor de la denominación del iPhone 8 y el 8 Plus: ¿se deberían haber llamado 7S y 7S Plus? Lo que esta pregunta revela es una suerte de ansiedad del mercado por las novedades del equipo. Sí, son mejoras graduales, aunque no por eso menos significativas. Y sí, algunas de las características nuevas llevan un tiempo en teléfonos Android, como la carga inalámbrica que es posible gracias al vidrio que recubre la parte de atrás del equipo y que, según Apple, es el más resistente y durable de su tipo.

Apple reservó su gran salto para el iPhone X. Eso está claro. Pero eso no significa que la línea 8 no defienda con gracia y eficiencia su territorio. Los dos modelos de esta versión de iPhone son equipos más que capaces, equipados con tecnología que les permitirá sobrevivir un tiempo razonable de actualizaciones y futuras aplicaciones que aprovechen las posibilidades de realidad aumentada o la lectura precisa de la cámara (aunque, hay que decir, siempre esperamos que este tiempo sea más largo en todos los fabricantes).

Al final de todo, cada usuario debe hacer cuentas y cálculos para saber si necesita, o puede, lanzarse por el iPhone X, que, de nuevo, marca un estándar poco amable con el bolsillo del consumidor. Para quienes no quieran o puedan dar ese salto, la línea 8 es una opción perfecta. No es un premio de consolación ni mucho menos. Es un gran iPhone, con buen diseño y capacidades plenas para los usos más intensivos. Tan sólo no es un X. Se puede vivir con eso.

Por Santiago La rotta

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