Quien viaja al Pacífico colombiano buscando experiencias auténticas, termina encontrando mucho más que paisajes exuberantes. Y es que a través del turismo comunitario que impulsa la Asociación Construyendo Sueños, es posible conocer este territorio desde la mirada de sus propias habitantes: mujeres que han transformado su oficio ancestral en una propuesta que conecta cultura, naturaleza y memoria viva.
Construyendo Sueños es una Asociación Civil integrada por 20 mujeres de una comunidad del Pacífico colombiano, dedicadas principalmente a la recolección de piangua. La organización surgió como una respuesta colectiva frente a las difíciles condiciones impuestas por el conflicto armado en la región, que afectaron profundamente sus vidas y su forma de trabajo.
Según relata su representante, Esnera Montaño Obregón, antes de conformarse como grupo, cada mujer desarrollaba esta labor de manera individual, sin respaldo ni visibilidad más allá del ámbito local. Al unirse, encontraron una forma de fortalecer sus capacidades, impulsar la comercialización conjunta de sus productos y posicionar su labor en otros espacios, generando así procesos de participación social y comunitaria que contribuyen a la construcción de un cambio real.
“Una de las principales razones que nos motivó a unirnos fue la seguridad”, explica Montaño. “El conflicto generaba mucho temor cuando trabajábamos solas, pero al estar en grupo nos sentimos más protegidas y fortalecidas. Esa necesidad de cuidarnos entre nosotras fue el motor que impulsó nuestra organización y nos llevó a trabajar juntas”
La Asociación Construyendo Sueños nació dedicada exclusivamente a la recolección de piangua, un molusco bivalvo característico de los manglares del Pacífico Oriental Tropical y perteneciente a la familia arcidae. Esta labor, conocida como piangüeo, es una práctica ancestral que se transmite de generación en generación entre mujeres de comunidades ubicadas en Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño. Más allá del esfuerzo físico que exige, el piangüeo también representa un espacio de encuentro colectivo, donde se comparten saberes, historias y la cotidianidad familiar y comunitaria.
Las mujeres piangüeras se internan en los manglares para recolectar estas conchas que se adhieren a las raíces, y que son altamente valoradas tanto por su aporte nutricional, debido a que son ricas en proteínas, hierro y calcio, como por su importancia en la gastronomía del Pacífico colombiano. Sin embargo, y ante los retos económicos y sociales de la región, las integrantes de Construyendo Sueños decidieron ampliar su horizonte. Desde hace casi tres años han incursionado en proyectos de turismo comunitario, brindando a los visitantes experiencias auténticas y enriquecedoras que conectan con el territorio, la cultura y la tradición.
“Aunque estamos en las primeras etapas de este proyecto y atendemos a grupos pequeños, esto nos permite ofrecer una atención personalizada donde el turista puede vivir plenamente cada momento de su visita. Lo más destacado son nuestras actividades, que permiten a los visitantes vivir experiencias verdaderamente únicas que no encontrarán en otros destinos”, afirmó la líder.
¿Qué es lo que ofrecen?
“Nosotras tenemos una unidad productiva en la asociación que es la que ofrece el turismo que se llama la posada rural Playa Bonita La Catanga. Este lugar ofrece a sus visitantes una experiencia íntima y personalizada en el corazón del Pacífico colombiano. Cuenta con cuatro habitaciones bien acondicionadas y cinco camas confortables, lo que permite a los huéspedes disfrutar de un ambiente acogedor y conectado con la naturaleza. Más que un simple lugar de alojamiento, esta posada es una puerta de entrada a la riqueza cultural y ambiental de la región”, dijo Montaño.
Uno de los aspectos que distingue esta propuesta es su carácter comunitario, ya que integra las vivencias y saberes de dos comunidades: Juanico y Quiroga. Gracias a esta articulación, los visitantes pueden participar en una variedad de experiencias auténticas que van más allá del turismo convencional. En Juanico, por ejemplo, los reciben con un almuerzo tradicional preparado especialmente para quienes realizan paseos de un día, brindando un primer acercamiento a la cocina local. Además, se ofrece un taller de cocada donde los visitantes aprenden a preparar este dulce típico con coco fresco y panela, siguiendo recetas ancestrales transmitidas por generaciones.
La experiencia se enriquece aún más con actividades como el canotaje tradicional en potrillos, pequeñas embarcaciones propias de la región. Durante este recorrido, los visitantes no solo aprenden a remar con banqueta y canalete, sino que también se sumergen en la memoria colectiva del territorio a través de los relatos e historias que comparten las anfitrionas. Los versos que tradicionalmente se cantaban durante las faenas en el agua acompañan la travesía, haciendo de cada paseo una experiencia viva de la tradición oral del Pacífico.
“La riqueza natural de nuestra región se evidencia en nuestro recorrido por plantas medicinales y comestibles, donde explicamos detalladamente cada especie, sus propiedades curativas, sus aplicaciones en la medicina tradicional, y las diversas formas en que las incorporamos a nuestra alimentación cotidiana. Este conocimiento ancestral, transmitido por nuestros mayores, constituye uno de los patrimonios más valiosos de nuestra comunidad”, afirmó la líder.
En la comunidad de Quiroga, donde se encuentra ubicada la posada rural Playa Bonita La Katanga, los visitantes pueden sumergirse en experiencias que reflejan la estrecha relación entre sus habitantes y el entorno marino. Una de las actividades más valoradas es el avistamiento de aves, guiado por locales que conocen a fondo las especies endémicas y migratorias que habitan los manglares y playas de la zona. Esta actividad no solo permite disfrutar de la biodiversidad del Pacífico colombiano, sino que también promueve la conciencia ambiental entre quienes la practican.
En temporada, otra experiencia imperdible es el avistamiento de ballenas jorobadas, que cada año migran desde la Antártida hasta las cálidas aguas del Pacífico colombiano para aparearse y dar a luz. Desde la comunidad de Quiroga, los visitantes pueden embarcarse en recorridos guiados para observar estos cetáceos, en una vivencia que combina emoción, respeto por la naturaleza y conocimiento local.
Otra experiencia significativa que se ofrece es la recolección de piangua. Durante esta actividad, los visitantes aprenden directamente de las mujeres piangüeras sobre las técnicas y el conocimiento tradicional necesario para extraer este molusco de las raíces de los manglares. Además, pueden observar la recolección de almejas en la playa, una tarea que exige paciencia, destreza y un profundo entendimiento del ciclo natural de estos recursos.
“La pesca artesanal también forma parte del recorrido turístico. A través de demostraciones prácticas, los visitantes observan cómo se lanzan redes tradicionales para capturar pescados, camarones y otras especies marinas propias del territorio. Esta actividad no solo muestra la habilidad de las comunidades en el manejo de los recursos marinos, sino que permite comprender la importancia de conservar estas prácticas como parte del patrimonio cultural del Pacífico”, afirmó Montaño.
Uno de los momentos más esperados por quienes se hospedan en la posada es la experiencia gastronómica integral, que conecta directamente la tradición con el paladar. Desde la captura hasta la preparación, los visitantes participan en todo el proceso: acompañan la recolección de moluscos y peces, y luego se integran a las cocinas abiertas donde las cocineras locales enseñan técnicas culinarias transmitidas por generaciones.
“Esta experiencia “de la captura a la mesa” permite a nuestros visitantes comprender profundamente el valor de nuestros recursos naturales, la importancia de las prácticas sostenibles, y la riqueza cultural que se manifiesta en nuestra gastronomía. No es simplemente una comida, sino una narrativa completa que conecta el territorio, sus recursos y las tradiciones que dan forma a nuestra identidad como comunidad afropacífica”, puntualizó.
Montaño enfatiza que visitar esta comunidad no se trata solo de vivir una experiencia auténtica en contacto con la naturaleza y la cultura del Pacífico colombiano, sino también de reconocer y valorar el conocimiento ancestral que habita en cada actividad. Estas prácticas, transmitidas de generación en generación, son compartidas con orgullo y calidez por sus habitantes, ofreciendo a los visitantes un encuentro genuino con la sabiduría y la identidad de la región.
“Creo que todo colombiano debería venir al Pacífico, porque aquí se vive una experiencia gastronómica única, enmarcada por una biodiversidad excepcional y prácticas ancestrales que nos conectan con nuestras raíces. Es una vivencia que va mucho más allá del turismo convencional. Al final, la degustación de los platos tradicionales no solo enaltece los sabores del Pacífico, sino que también fortalece los lazos entre visitantes y comunidad, convirtiendo la experiencia en un encuentro inolvidable con la identidad cultural y natural de la región”, finalizó la líder.
¿Cómo llegar al lugar?
Para llegar a Guapi desde Bogotá, existen varias opciones disponibles que se adaptan a diferentes necesidades y preferencias de viaje:
- Vuelo directo desde Bogotá: La manera más rápida es tomar un vuelo directo desde el Aeropuerto Internacional El Dorado hasta el Aeropuerto Juan Casiano Solís en Guapi. Es importante verificar con anticipación la disponibilidad y los precios actualizados.
- Vuelo con escala en Cali: Otra alternativa consiste en volar primero a Cali y, desde allí, tomar un vuelo hacia Guapi. Esta opción puede resultar útil en caso de encontrar mejores horarios o tarifas más accesibles. La ruta Cali-Guapi también es operada por aerolíneas como Clic Air.
- Transporte marítimo desde Buenaventura: Para quienes buscan una experiencia diferente, es posible llegar a Guapi por vía marítima desde Buenaventura. El recorrido en lancha dura entre 4 y 5 horas y suele partir del muelle turístico a las 9:00 a. m.
Si el emprendimiento fuera un animal o un sabor...
“Si tuviera que representar mi entendimiento y sueño como integrante de Construyendo Sueños, elegiría el paletón como mi animal representativo. El canto de esta majestuosa ave me cautiva profundamente, resonando con mi conexión emocional al Pacífico colombiano. Mientras que el sabor que mejor representa nuestra esencia sería la jaiba, un delicioso crustáceo que forma parte de mis platos predilectos.
Estas elecciones no son casuales, sino que encarnan la identidad cultural y natural del Pacífico que promovemos a través de nuestras actividades turísticas y gastronómicas. Las canciones tradicionales de nuestra región, que narran historias de nuestra gente y territorio, complementan esta experiencia sensorial que ofrecemos a quienes nos visitan. Así, transmitimos la esencia misma de lo que significa Construyendo Sueños en el Pacífico colombiano”, dijo Montaño.
Un dato curioso de la región
“Un hecho curioso es el arribo a Guapi, un rincón del Pacífico colombiano al que se accede en pequeñas embarcaciones, donde la llegada se anuncia mediante los dulces acordes de la marimba de chonta y la característica bruma que abraza el exuberante entorno selvático. Guapi tiene un significado cultural profundo pues, aunque los ritmos que allí se escuchan tienen origen en un continente lejano, fueron adoptados y adaptados magistralmente en estos bosques húmedos, convirtiéndose en el lugar donde las influencias africanas resultan más evidentemente encantadoras” señaló la lider.
Datos de contacto:
- Número: +57 314 4062012
- Redes sociales: asociacionconstruyendosuenos
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