La guerra comercial impulsada por Donald Trump tiene el potencial no sólo de alterar profundamente las cadenas logísticas y la distribución de bienes en una escala global, sino de darle oxígeno a un repunte en la inflación, que en su mayoría venía bajo control luego del pico de la pospandemia.
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Esta es una mala proyección en general, pues de concretarse puede socavar el crecimiento económico global, pero también impactaría directamente al gasto de los hogares y, por esta vía, a la industria del turismo.
Ahora bien, el sector goza, en el papel al menos, de un buen prospecto en su salud: las cifras del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, en inglés), una de las organizaciones más respetadas para el análisis económico de esta industria.
Las proyecciones del Consejo para 2025 fueron publicadas esta semana y en ella se habla de sobrepasar los US$2 billones en el gasto de los viajeros internacionales, rompiendo el récord anterior en esta materia, de US$1,9 billones (2019).
También se habla de una contribución de US$11,7 billones para la economía global, representando 10,3 % del PIB mundial.
Y esto suena bien hasta que se tiene en cuenta que las cifras del informe fueron calculadas antes de que Trump decidiera lanzarse al abismo de los llamados aranceles recíprocos, en conjunto con una tasa global de arancel de 10 % para todas las economías. En conjunto, estas medidas representan el mayor incremento en restricciones comerciales en la historia reciente, no sólo para EE.UU., sino para el mundo.
Esta semana, el presidente estadounidense decidió poner un freno de 90 días a la parte recíproca de su política arancelaria, aunque conservará la tasa global de 10 %. Y, a la vez, decidió poner más presión sobre China, incrementando las obligaciones aduaneras a este país que, a su vez, respondió con la misma moneda: para este punto, ambas economías han penalizado a los bienes del otro con más de 100 % de impuestos extra.
Alguien pagará estos platos rotos: entre importadores, exportadores, productores de materias primas, transportadores, comercializadores y, claro, usuarios finales.
Lo que lleva a pensar en ¿cuál podría ser el efecto del desmadre arancelario para el turismo global? Por ejemplo, poco después de que los aranceles recíprocos entraran en efecto, Air France-KLM anunció que bajaría sus precios en vuelos trasatlánticos para tratar de ajustar una posible baja en demanda derivada de los movimientos arancelarios de Trump.
Esto ayuda a entender lo que puede pasar con el sector turismo. Sin embargo, para Julia Simpson, cabeza del WTTC, el sector no ajustaría un golpe significativo en medio de este escenario pues, según la ejecutiva (citada por la agencia Bloomberg, el turismo internacional se mueve con base en planes de largo plazo: la gente planea suele planear viajes de este tipo con mucho tiempo de antelación, lo que los vuelve, de cierta forma, algo resistentes a fenómenos más inmediatos.
Los datos del informe del Consejo muestran, por ejemplo, que las reservas para el verano en destinos de primer nivel, como Francia y España, podrían arrojar un resultado histórico. El desempeño fuerte también se seguiría viendo en regiones como Asia-Pacífico y Oriente Medio.
Ahora bien, el optimismo alrededor de los viajes internacionales tendrá que someterse a una cierta prueba de resistencia, pues de fondo nadie sabe hasta cuándo ni qué tan severos seguirán los ataques en la guerra comercial. Por ejemplo, es absolutamente incierto qué pasará después de la pausa de 90 días. Si bien se espera que haya negociaciones de varios países con EE.UU., el resultado de estas charlas es muy complejo de prever, por decir lo menos.
Sin embargo, los cambios en política migratoria, así como las tensiones entre México y Canadá parece que sí van a afectar el turismo en EE.UU., según un estudio de Oxford Economics: se proyecta una caída en el número de visitantes de casi 10 % para 2025, con posibilidad de empeorar. Esto implicaría una caída en recursos por orden de US$9.000 millones.
Y si bien es cierto que el gobierno federal de EE.UU. está registrando recursos frescos por el lado arancelario, el dinero que llega por el del turismo lo hace para todo tipo de negocios y empresas: desde aerolíneas hasta pequeños alojamientos y emprendimientos que, al final de cuentas, viven de la afluencia de viajeros.
El turismo es uno de los sectores que mostró una reactivación más rápida después de pandemia, lo que habla un poco de su resistencia a los vientos en su contra. Pero también hay que anotar acá que, al igual que con la pandemia, los efectos de una guerra comercial en la escala planteada por Trump son inéditos, así que las aguas nuevas, por tenebrosas que sea, habrá que navegarlas día a día.