A. Uribe buscó diálogos secretos con las Farc

Según los documentos filtrados, publicados por Wikileaks, el entonces presidente Álvaro Uribe intensificó los contactos para establecer una negociación de paz con las Farc.

Maite Rico/Especial de ‘El País’, Madrid
09 de diciembre de 2010 - 02:00 a. m.

En su momento, el líder guerrillero ‘Pablo Catatumbo’ estableció comunicación con la Embajada de Estados Unidos en Bogotá buscando el mismo objetivo.

El estruendo de los ataques aéreos de un lado y de los carros bomba de otro ocultó los movimientos de aproximación entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) y el gobierno de Álvaro Uribe, que en los últimos meses de su mandato intensificó los contactos para establecer un diálogo directo con la guerrilla. Así se desprende de los cables de la Embajada de EE.UU. en Bogotá que dan cuenta, además, de la reunión mantenida con el enviado de uno de los máximos comandantes guerrilleros, que quiere entablar “una relación” con los diplomáticos norteamericanos.

5 de enero de 2010. Frank Pearl, comisionado para la Paz del Gobierno Uribe, le confía al embajador William Brownfield que ha desarrollado “canales de comunicación” con las Farc para “generar un clima de confianza y preparar unas hojas de ruta” que conduzcan al final de la violencia. La guerrilla más antigua y poderosa de América Latina está muy debilitada. En los ocho años que lleva en el poder, el presidente Uribe ha acabado con su hegemonía territorial, ha diezmado sus efectivos y ha liquidado a varios de sus cabecillas. Consciente de que no hay tiempo para negociar, Pearl espera que las gestiones le sirvan al gobierno que saldrá de las elecciones de junio (que ganaría Juan Manuel Santos).

Según Pearl, la desaparición de dos líderes históricos de las Farc, como Manuel Marulanda, Tirofijo y Raúl Reyes ha permitido un reemplazo “más educado, intelectual y al corriente del contexto internacional”. Se refiere a Alfonso Cano, nuevo jefe de las Farc, y a su mano derecha, Pablo Catatumbo. Un mes más tarde, el 4 de febrero, Pearl comunica a la Embajada que unos intermediarios “están organizando un encuentro en Suecia entre representantes del Gobierno y de las Farc”.

Más escéptico se muestra, sin embargo, el presidente Uribe, que en esas mismas fechas se reúne con James Steinberg, vicesecretario de Estado norteamericano y primer alto funcionario de la administración Obama que visita Bogotá. Según un despacho del 9 de febrero de 2010, Uribe explica que espera poner fin al conflicto armado mediante la desmovilización de los guerrilleros y los programas sociales, pero que las Farc nunca negociarán mientras disfruten “de un refugio seguro en Venezuela y de la fuente de riqueza del tráfico de drogas”. El narcotráfico les garantiza la autosuficiencia, y el apoyo de Hugo Chávez “ha frustrado los avances militares”. Uribe pide a Steinberg que compartan inteligencia sobre “los grupos terroristas colombianos que se esconden en Venezuela” y que no reduzcan su apoyo. “Esta batalla se puede ganar”.

Los cables llegan hasta febrero de 2010, pero los hechos posteriores confirman el pesimismo de Uribe. En abril, las Farc destapan las cartas de Pearl y rechazan en un comunicado el encuentro “en el extranjero” a cuatro meses del cambio del gobierno.

No era la primera vez que el gobierno de Uribe intentaba un contacto directo con Alfonso Cano. El 11 de julio de 2008, días después del espectacular rescate militar de Íngrid Betancourt y otros 14 rehenes, el entonces comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, le cuenta al embajador estadounidense que han contactado con Cano para ofrecerle “una salida digna” a través de la negociación. Eso sí, no permitirán que las Farc aprovechen el diálogo para “reconstruir su capacidad militar” —como ya ocurrió durante la negociación del Caguán (1998-2002)—. La presión militar va a continuar: “El Gobierno necesita obligar a Cano a que entienda que las conversaciones son la única salida para las Farc y para él”. Uno de los grandes obstáculos es, sin embargo, el carácter del nuevo jefe de las Farc. Alfonso Cano, explica Restrepo al embajador estadounidense, intenta consolidar su poder. Su “enfoque leninista” de la política le hace concebir las negociaciones como algo “puramente táctico”. La imagen que se ha querido dar de él, como alguien más dialogante y enfrentado con el comandante militar de la guerrilla, el sanguinario Mono Jojoy, no responde a la realidad. “La política de línea dura de Cano se complementa con la agresividad militar de Jojoy”, dice. Otras fuentes consultadas por la Embajada confirman este perfil. “Cano está entregado a todas las formas de lucha”, explica un político de la izquierda que conoce al jefe de las Farc. “E intentará estrechar lazos con Venezuela”.

En ese momento, las conexiones con Caracas no pasan por el mejor momento. Los ordenadores incautados a Raúl Reyes el 1° de marzo de 2008 le estallaron a Hugo Chávez en la cara y destaparon el ingente apoyo financiero y armamentístico que su gobierno prestaba a las Farc. El presidente venezolano tomó distancias en público. El 4 de julio de 2008, por ejemplo, hace un llamamiento a la guerrilla para que deje las armas. Pero en privado es distinto. Según explica un alto funcionario colombiano al embajador Brownfield en agosto de 2008, “en intercepciones de comunicaciones internas de las Farc, unos mandos guerrilleros cuentan que el ministro del Interior venezolano, Ramón Rodríguez Chacín, les dijo que la declaración del presidente Hugo Chávez en la que les pedía que dejaran las armas era táctica y no significaba un cambio en la política del gobierno de Venezuela”. La seguridad colombiana constató entonces que Alfonso Cano “dedica esfuerzos considerables en cultivar los lazos con figuras radicales de Venezuela” (incluido Rodríguez Chacín) y que las Farc entrenan milicias chavistas.

Lo curioso es que, al mismo tiempo, Pablo Catatumbo, miembro del secretariado y jefe del bloque Occidental, se aproxima a la Embajada de EE.UU. El 26 de mayo de 2009, un enviado de Catatumbo se reúne en la sede de la Conferencia Episcopal, en Bogotá, con el consejero político estadounidense. El Gobierno colombiano está al tanto. El comandante guerrillero, explica su representante, no envía “un mensaje” concreto. Simplemente quiere “establecer una relación” con la Embajada que “podría resultar útil en el futuro”. Catatumbo está convencido de que “la participación del gobierno de EE.UU. en un eventual proceso de paz sería clave para el éxito”.

Según un asesor de Uribe, Catatumbo es el más pragmático de los jefes de las Farc. Pero una negociación con él, explica, sólo sería posible tras la muerte o captura de los dos comandantes más radicales: el Mono Jojoy y Alfonso Cano. Jojoy fue aniquilado el pasado 22 de septiembre en su bastión de La Macarena. Aislado en el Cañón de las Hermosas, Cano resiste un asedio militar sin tregua.

Libertad de Íngrid, a cualquier precio

Los documentos revelados por Wikileaks señalan que el presidente francés, Nicolás Sarkozy, estaba tan obsesionado por lograr la liberación de Íngrid Betancourt , que incluso estaba dispuesto a conseguirla previo pago de rescate. Al parecer, Sarkozy gestionó la intervención del entonces presidente de EE.UU., George Bush, ante el Gobierno colombiano, y consideró reunirse con el abatido jefe de las Farc, Manuel Marulanda, alias ‘Tirofijo’. La obsesión del mandatario de Francia llegó a tal extremo que, de acuerdo con un despacho que cita como fuente al entonces encargado de negocios español, Pablo Gómez de Olea, los franceses actuarían de ser necesario sin el conocimiento del Gobierno de Colombia. “Dice (Olea) que los franceses pagarían gustosamente por la liberación de Betancourt y aceptarían promover la eliminación de las Farc de la lista de organizaciones terroristas”.

 Rusia vendió 100 misiles a Chávez

Altos funcionarios del Gobierno de Rusia confesaron el año pasado a una delegación de EE.UU. que habían vendido a Venezuela 100 misiles antiáereos de manejo individual. Aunque el presidente venezolano, Hugo Chávez, había anunciado él mismo la adquisición, no reveló nunca la cantidad. Según documentos filtrados por Wikileaks, el rearme de Venezuela generó gran preocupación en Washington, sobre todo por el temor de que las armas pudieran acabar en manos de las Farc. Para EE.UU., el modelo de fabricación rusa es "uno de los sistemas de defensa antiaérea portátil más mortíferos fabricados jamás". Con estos misiles, que tienen un alcance de entre cuatro y seis kilómetros, los Blackhawk que operan en Colombia serían un blanco fácil.

Por Maite Rico/Especial de ‘El País’, Madrid

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