El próximo sábado, cuando las autoridades locales de Río de Janeiro den la orden de encendido, la Navidad de los cariocas quedará adornada por el árbol flotante de Navidad más grande del mundo, con una altura de 85 metros, casi la mitad de la Torre Colpatria de Bogotá o la Torre Coltejer de Medellín.
El libro Guinness de los récords ya inscribió el árbol carioca, situado en medio de la Lagoa Rodrigo Freitas, en sus listas. Ciudades como Lisboa, Budapest y México D.F. cuentan con sus propios árboles gigantes iluminados, aunque ninguno es flotante.
“Mi sueño es llegar a los 100 metros de altura y esos 15 metros que faltan son un desafío, pero sería un bonito regalo para la ciudad”, declaró a la agencia EFE Abel Gomes, director artístico del proyecto, que comenzó en 1996 con una estructura de metal adornada con luces de colores y que cada año ha ido creciendo en tamaño.
Por tratarse del aniversario número 15, los diseñadores quisieron dividir el alumbrado en igual número de fases luminosas. En total, serán 3,3 millones de pequeñas bombillas titilando en las noches de la alegre ciudad brasileña.
Para la inauguración se tiene previsto un espectáculo de fuegos artificiales que serán lanzados desde el propio árbol y desde una veintena de balsas situadas alrededor de la estructura, al son de una banda sonora creada especialmente para la ocasión.
El árbol de Río de Janeiro ha llamado la atención por estar sobre una estructura flotante, pero todavía está lejos de superar en tamaño a los más grandes del mundo.
El año pasado, el honor del árbol más grande le correspondió a Ciudad de México con uno de 110,35 metros de altura, 35 de diámetro y 330 toneladas de peso. Con ese árbol, los mexicanos desbancaron del primer lugar, por 24 centímetros, al de Aracaju, en Brasil, ciudad que mantenía el récord desde 2007 de manera consecutiva con uno de 110,11 metros.