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Así reaccionan los colombianos frente a las adversidades

¿Qué sucede en el interior de un hogar luego de atravesar un evento adverso o un choque —la enfermedad de un miembro de la familia, una catástrofe natural, la pérdida de empleo—?

Redacción Vivir
31 de julio de 2011 - 08:34 p. m.

¿Qué efectos tiene este traspié en la economía de ese hogar? ¿Cuáles son los obstáculos más recurrentes en el campo y cuáles en la ciudad?

Estas son las preguntas que busca responder un capítulo de la primera Encuesta Longitudinal Colombiana, un proyecto liderado por el Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico (CEDE) de la Universidad de los Andes, que le hará seguimiento durante 12 años a 10.800 familias colombianas.

Las páginas del informe dedicadas a las adversidades exponen los resultados obtenidos durante seis meses de investigación en 6.000 hogares urbanos y 4.800 rurales. En este tiempo se encontró que mientras en las ciudades el principal choque que tuvo que enfrentar la población fue la salud, en el campo los problemas relacionados con los activos del hogar ocuparon la casilla número uno.

También en la zona rural se midió cuál era el principal obstáculo para la comunidad. Aquí la reciente ola invernal, que dejó más de dos millones de damnificados, se llevó el primer puesto: los desastres naturales y la criminalidad común fueron los más recurrentes en el campo, y al otro lado de la balanza se ubicó el conflicto armado, que según estos resultados ya no es el principal dolor de cabeza de los habitantes rurales.

¿Y cómo reaccionaron a estas eventualidades? Ante problemas de salud o de pérdidas de activos (que en el campo se tradujo principalmente en plagas o pérdida de cosechas; y en la ciudad en robo, incendio o destrucción de bienes), la mayoría coincidió en buscar una salida a través de endeudamiento o aseguramiento informal, una solución “subóptima ante la falta de acceso al crédito formal”. Esta salida es una constante en otras adversidades.

En el caso de los desastres naturales, la principal respuesta de los afectados fue “no hacer nada”. Y esta misma actitud asumió la mayoría de los habitantes rurales que fueron víctimas de la delincuencia común.

Por Redacción Vivir

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