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La sociedad pospandemia nos obliga a repensar muchas cosas, nos reta a revalorarlo todo. Y los procesos de aprendizaje, el modelo pedagógico, el proyecto educativo institucional, los planes de desarrollo y los proyectos educativos de los programas no son la excepción.
Sin embargo, ese repensar y revalorar nos ha permitido fortalecer muchos aspectos y habilidades blandas que parecían ocultas, que por estar implícitas se creía que no contribuían a la definición de los perfiles desde las distintas disciplinas, pero que se convierten en un sello, en parte del legado, en un valor agregado invaluable, nuestro legado: argumentar, apropiar, proponer y negociar, sumado al uso de herramientas de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), que además nos llaman la atención sobre la urgente necesidad de disminuir la brecha tecnológica, de facilitar la inclusión y de asumir con responsabilidad la digitalización de muchas actividades de la humanidad.
El perfil global va más allá de validar unas competencias y unos resultados de aprendizaje; el perfil global compromete, inspira, sensibiliza y permite apropiar desde la diversidad la búsqueda de mejores respuestas para necesidades reales de nuestro entorno que sean capaces de contribuir a la resolución de problemas que son locales, pero que también trascienden a escala global, convirtiéndonos en ciudadanos del mundo responsables socialmente.
Estas dinámicas han logrado que involucremos en la formación de nuestros estudiantes escenarios como las ruedas de negocio, los simuladores, los proyectos de aula, las insignias digitales, las visitas pedagógicas a organismos internacionales, las jornadas de internacionalización donde hay intercambio de cultura, de la dimensión política, de las oportunidades de intercambio comercial, de cooperación internacional, entre otros, como maneras de acercarnos al mundo, de asomarnos a la ventana de la diversidad y el universo.
La innovación en prácticas pedagógicas como las anteriores permiten construir redes para cooperar de diversas formas: desde el conocimiento, desde la experiencia, desde la gestión de recursos, desde la apropiación de saberes.
Todo está en el aula, todo comienza allí, en la conexión del estudiante con el profesor, quien desempeña un rol trascendental desde lo humano y desde lo técnico, como facilitador y articulador del proceso; en la experiencia de aprendizaje, en el perfil propio de cada estudiante, en su interés, en su motivación y en esa relación entre lo que desarrolla y se propone cada asignatura en el syllabus o guía de aprendizaje, y como se sintoniza con el perfil de cada disciplina.
En ese contrato que supera la formalidad para desarrollar hojas de ruta distintas, pedagogías innovadoras, distintas maneras para comunicarse e interactuar, distintas maneras de aprender y convertir en una vivencia lo aprendido, con un objetivo común: la excelencia académica.
La diversidad construye, la diversidad inspira, porque los conceptos y los contextos son distintos, pero se encuentran. Y es esa diversidad la que promovemos en la Universidad de América desde las ingenierías, desde las ciencias económicas y administrativas, desde la arquitectura y el patrimonio, con la transversalidad de las ciencias y las humanidades, como manera de reafirmar nuestro ADN humanista.
No se cumplen 65 años todos los días, y no son solo una medida del tiempo en lo institucional para la Universidad de América, son el legado, la tradición y la impronta de muchas generaciones que construyen desarrollo, que aportan al crecimiento económico sostenido y sostenible con responsabilidad social, incorporando los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) desde las distintas asignaturas y los resultados de aprendizaje hasta el perfil global.
Esto, para tener apropiación desde los territorios, su vocación productiva, la construcción de tejido social, el hábitat, el urbanismo, la promoción y protección de nuestros recursos naturales y el patrimonio, convencidos que solo en la medida que tendamos puentes hacia el infinito desde la academia, podremos contribuir a la disminución de la desigualdad, pero también a la diversificación de la oferta exportable con identificación de oportunidades de negocio, articuladas a los sectores de clase mundial y a la política comercial como estrategia de la inserción internacional de Colombia.
Para que no solo sea desde el producto interno bruto (PIB) que midamos nuestro crecimiento económico, sino desde el índice de desarrollo humano, que propende por mejores condiciones de vida con sostenibilidad.
Estamos comprometidos con la paz como camino para la consolidación de sociedades resilientes y solidarias, y con ecosistemas productivos sostenibles y competitivos que desde sus productos potenciales y promisorios buscan oportunidades para todos, incluyentes y menos desiguales.
Colombia es parte de una América que camina hacia los nuevos retos, hacia la agenda pendiente desde la academia, desde las aulas, desde la interacción de los distintos saberes, desde la interdisciplinariedad, y la Universidad de América se une a ese esfuerzo desde la investigación, la docencia y la extensión, para construir #EntreTodos1SolaGranUniversidad.
* Responsable del programa de negocios internacionales de la Universidad de América.