Publicidad

Cine sobre Marte: ¿fiel a la ciencia?

El planeta rojo ha sido taquillero desde los primeros años del siglo XX y sus tramas han tenido altas dosis de fantasía. ¿La más reciente película de Ridley Scott es otra cachetada a los científicos de la NASA?

María Paulina Baena Jaramillo
15 de octubre de 2015 - 03:22 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Desde 1910 Marte ha sido un elemento cinematográfico recurrente. Primero, con el cortometraje Un viaje a Marte de Thomas Edison, lanzado en 1910. Después, durante las décadas de los 50 y 60, con El terror del más allá (Edward L. Cahn, 1958), La furia del planeta rojo (Ib Melchior, 1959) o Robinson Crusoe en Marte (Byron Haskin, 1964). Y las que vinieron de ahí en adelante: Misión a Marte (2000), Planeta rojo (2000), Los últimos días en Marte (2011) y la más reciente, Misión rescate (2015), dirigida por Ridley Scott y basada en la novela de ciencia ficción The Martian, de Andy Weir.

Misión rescate muestra la lucha por la supervivencia del astronauta Mark Watney (interpretado por Matt Damon), dado por muerto en Marte luego de ser arrastrado por una tormenta de arena. Mientras sus compañeros regresan a la Tierra, Watney, botánico de la NASA, tiene que recurrir a su ingenio a la espera de ser rescatado: resolver problemas diarios, racionar sus provisiones, crear un diario virtual en donde se graba en una cámara, tratar de sortear su soledad en un planeta deshabitado y sembrar un cultivo de papas para prolongar su existencia.

La película se toma varias licencias científicas: las tormentas en Marte son en realidad mucho menos poderosas que las que recrea Scott, la posibilidad de cultivar papas en un suelo cargado de metales pesados y sin bacterias es imposible a los ojos de un científico y la gravedad es mucho menor. Sin embargo, la película de Scott resulta interesante para los expertos por la fotografía de sus paisajes, unos horizontes eternos, rojizos y arenosos.

Los directores de cine siempre han especulado mucho en términos científicos y han jugado con elementos fantásticos: árboles gigantes y monstruos malvados, formas de vida peligrosas y hostiles, huracanes que desaparecen a los astronautas, personajes que caminan sin trajes espaciales y sin necesidad de oxígeno artificial, manantiales que brotan como en la Tierra.

En cambio, para los científicos, Marte es un poco más aburrido de lo que han creído los cineastas. Hoy sabemos que la radiación mataría a un ser humano y que la atmósfera es irrespirable. Esas dosis de imaginación no son gratuitas. Se explican por la ausencia de datos e imágenes reales de Marte durante largas décadas. Los vacíos científicos lo han completado los directores de cine con su fantasía.

Como asegura Germán Chaparro, astrofísico de la Universidad de Groninga, en Holanda, y profesor de la Universidad ECCI, el interés de la humanidad por tierras desconocidas nunca desaparecerá y va a la par de las victorias de la ciencia.

Por ejemplo, “Marte y Venus fueron carne de la ciencia ficción durante mucho tiempo. Venus, por su brillante luz la asemejaban al Paraíso. En cambio, por su luz roja, a Marte la imaginaban como una versión primigenia de la Tierra”, asegura Chaparro. A Venus se le acabó su cuarto de hora en el cine desde que se descubrieron sus condiciones poco paradisíacas, “con nubes de ácido sulfúrico y temperaturas de casi 500 grados centígrados que derretirían hasta el plomo. A partir de ese momento Marte fue preponderante como nuestro segundo hogar en la ciencia ficción”, confirma el experto.

Los primeros pasos del hombre en la Luna y la carrera espacial entre la Unión Soviética y Estados Unidos durante los años 60 también marcaron el desarrollo de Marte en el cine. Los recorridos satelitales y las misiones lunares eran imágenes extraordinarias que sustituían formas de vida diferentes a la nuestra. Manuel Kalmanovitz, crítico de cine, sostiene que la proliferación de estas películas durante esos tiempos obedece a “estar cerca, ser el vecino, a nuestra tendencia a imaginarnos dentro de las vidas de nuestros vecinos. Muchas de estas películas eran muy baratas y hoy se ven más cómicas que otra cosa”.

Sin embargo, ¿le queda de tarea al cine actual calcar con precisión milimétrica los descubrimientos científicos? Aunque los primeros largometrajes estuvieran exentos de justificaciones muy eruditas, en parte porque no existían demasiados estudios sobre el planeta, ¿hoy las películas que sucedan en el espacio deben ser fieles a la realidad?

Según Kalmanovitz, “la ciencia fluctúa y lo que sabemos va cambiando. Esperar rigor científico de las películas es un poco absurdo. El mundo de la ficción requiere cierto nivel de aceptación de cosas que jamás se ven en la vida cotidiana. No me parece escandaloso que las películas llenaran con la imaginación los vacíos de conocimiento que había. O que ignoren la evidencia para crear un mundo que les cuadre con la historia que quieren contar”.

Así que las licencias creativas que se toman estas películas, incluyendo Misión rescate, caen en imprecisiones o afirmaciones “científicamente incorrectas”. Pese a esto, “lo importante”, como asegura el astrofísico Chaparro, “es que mientras uno como espectador haga el ejercicio de suspender la incredulidad, los cineastas no exageren con los desaciertos tanto que lo saquen a uno de la narrativa”.

Esta vez, la NASA y los estudios Fox parecen haberse puesto de acuerdo en hacer de Marte un planeta taquillero. Justo cuando la agencia espacial anunciaba su descubrimiento de agua salada marciana el pasado 28 de septiembre, Misión rescate se abría al público el 2 de octubre. De hecho, su director Ridley Scott confesó en una entrevista a The New York Times que la NASA le mostró las imágenes dos meses antes de darlas a conocer al resto del mundo, por la estrecha colaboración que mantuvo con los científicos espaciales.

Pudo ser una coincidencia o pudo estar planeado así. Lo cierto es que, la trama está basada en una novela “donde los únicos problemas son científicos, entonces sufre de una ceguera fundamental acerca de la dimensión humana de lo que muestra, pero es algo que la película heredó del libro”, comenta Kalmanovitz. Y para Chaparro, en últimas, lo que “siempre se valora es una historia bien contada”.

Por María Paulina Baena Jaramillo

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar