Estas aves han perdido su capacidad de adaptación y están en peligro de extinción.
Para lograrlo, los biólogos deben hacer creer a las grullas que son parte de la bandada. Vestidos con ropa blanca, los activistas enseñan a los polluelos a picotear y comer gracias a un títere similar a una grulla.
A continuación, los polluelos son transportados a un refugio de vida salvaje, en Wisconsin (EE.UU.), para sus “clases de vuelo”. Como los biólogos se encargan de que las aves oigan el ruido de un triciclo desde que están en sus huevos, las grullas se familiarizan con el sonido y lo relacionan con una presencia paterna.
Por eso siguen de cerca a un pequeño triciclo-avión diseñado especialmente para enseñarles a correr y, luego, a volar. Después de meses de entrenamiento las aves ya se encuentran preparadas para migrar a la Florida, el objetivo final de la operación.