Coronavirus y encierro: Pensamientos desde casa, día 2

Una de las sensaciones más fuertes de la cuarentena que enfrenta la humanidad es la imposibilidad de salir de cuatro paredes. Hoy, la literatura como estrategia de escape.

Nelson Fredy Padilla *
26 de marzo de 2020 - 10:03 p. m.
El Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa en su biblioteca en Lima, Perú, cuando habló del "Decamerón", del italiano Boccaccio, como el mejor libro sobre cómo jugar creativamente con un encierro. / Luis Ángel - El Espectador
El Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa en su biblioteca en Lima, Perú, cuando habló del "Decamerón", del italiano Boccaccio, como el mejor libro sobre cómo jugar creativamente con un encierro. / Luis Ángel - El Espectador

¿Cómo enfrentar situaciones de encierro y hacerle el quite a la claustrofobia? De eso hablé en abril de 2014 con el nobel de Literatura peruano Mario Vargas Llosa, porque me concedió una larga entrevista en su apartamento en Lima justo cuando seleccionaba parte de sus libros más queridos con destino a la biblioteca pública de su natal Arequipa. Y uno de los volúmenes que se apresuró a separar de la donación fue el Decamerón, cien relatos con los que considera que Giovanni Boccaccio “inventó la prosa narrativa italiana e inauguró la riquísima tradición del cuento en Occidente”.

Se encerró un mes en ese piso frente a la costa limeña para releerlos, para contagiarse de la situación, imaginarlos en escena y reconstruir diálogos destinados a un guion dramatúrgico. Y para que “esos cuentos licenciosos y geniales” contra el clero fueran más verosímiles viajó a encerrarse en pleno invierno en Certaldo, el pueblito medieval donde Boccaccio hizo de la peste negra que devastó a la ciudad de Florencia en 1348 un clásico. Allí un grupo de jóvenes huye de esa epidemia letal contando historias irreverentes y fantásticas mientras mueren 40.000 de sus paisanos a causa de la enfermedad transmitida por las ratas que trajeron el virus en los barcos cargados de especias de Oriente. (Lea aquí: Así se despidió Vargas Llosa de sus libros).

“A mí siempre me fascinó el comienzo del Decamerón”, me dijo Vargas Llosa y me recitó de memoria: “Humana cosa es tener compasión de los afligidos, y aunque a todos conviene sentirla, más propio es que la sientan aquellos que ya han tenido menester de consuelo y lo han encontrado en otros: entre los cuales, si hubo alguien de él necesitado o le fue querido o ya de él recibió el contento, me cuento yo”. Me invitó a imaginar la situación: “Viene la peste y están confinados los florentinos. Un grupo decide meterse a una casa y escapar por la imaginación contando cuentos. Me pareció una situación teatral muy dramática. Sin poder salir de allí, cercados por la muerte, escapan con la fantasía. Eso me dio vueltas en la cabeza durante mucho tiempo”.

El resultado de ese juego creativo fue una obra de teatro que estrenó el 15 de enero de 2015 en el Teatro Español de Madrid, con él como actor. “Adapté ocho cuentos y Boccaccio es personaje de la obra”. Del experimento también salió ese año su libro Los cuentos de la peste (sello editorial Alfaguara), segunda recomendación de lectura para poner a trabajar la mente cuando el cuerpo se siente oprimido. (Video: resumen de la entrevista a Vargas Llosa en Lima).

Una tercera sugerencia para fortalecer el espíritu contra un enemigo invisible y terrible como el coronavirus es Liberación, la novela del escritor húngaro Sándor Márai sobre el cerco a Budapest durante la Segunda Guerra Mundial, que duró desde fines de diciembre de 1944 hasta el 13 de febrero de 1945. En él murieron 40.000 civiles, muchos en sótanos y alcantarillas donde se resguardaban de los bombardeos y de la persecución, primero de los nazis y luego de la ocupación rusa con el Ejército Rojo.

Historia de tensión desde el plano físico y espiritual de Erzsébet y su papá, en escondites separados. Ella durante semanas “presa de un cansancio terrible: el cansancio que deriva de un esfuerzo físico descomunal, cuando el alma aún cree poder soportar las penas pero el cuerpo se rebela sin avisar, el estómago se revuelve y todo el organismo queda tan impotente como si lo hubieran envuelto en un sudario de plomo”.

Hasta “la decimoctava noche después de Año Nuevo” cuando la joven “decidió abandonar el refugio antiaéreo de uno de los grandes edificios céntricos sitiados, para ganar el otro lado de la calle, ya reducida a un campo de batalla, y llegar a cualquier precio hasta el hombre que llevaba cuatro semanas escondido junto a otros cinco en un angosto sótano tapiado en el edificio de enfrente. Aquel hombre era su padre, a quien la policía secreta seguía buscando con especial celo y escrupulosa saña incluso ahora, en el caos y la desintegración final”. “El aire que necesitaban para vivir en un sótano cada día escaseaba más”, pero alcanzan la luz de la libertad.

Pensamiento de hoy: Poner a volar la imaginación para derribar las cuatro paredes de la cuarentena.

@NelsonFredyPadi / npadilla @elespectador.com

Lea la primera entrega de esta serie: Coronavirus y resignación: https://www.elespectador.com/noticias/actualidad/coronavirus-y-resignacion-pensamientos-desde-casa-dia-1-articulo-911218

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Por Nelson Fredy Padilla *

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