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Egipto criminaliza la ablación

Por primera vez, Egipto ha aprobado una reforma de la Ley del Menor que penaliza la ablación del clítoris, pero que sigue dejando la puerta abierta a una práctica muy arraigada entre la sociedad.

El Espectador
08 de junio de 2008 - 12:40 p. m.

El Parlamento dio de madrugada luz verde al nuevo marco legal, en el que se establece que mutilar a una niña estará castigado con penas de entre tres meses y dos años de prisión y multas que oscilarán entre las 1.000 y las 5.000 libras egipcias -de 120 a 600 euros.

Sin embargo, el texto fue enmendado para permitir que la ablación pueda realizarse en caso de "necesidad médica", un peligroso agujero legal que lo convierte prácticamente en papel mojado.

De hecho, los diputados de los Hermanos Musulmanes -principal grupo opositor-, sólo aceptaron que se aprobara la penalización después de que se introdujera la mención a las razones médicas.

Husein Al Sadr, alto responsable del Consejo Nacional para la Infancia y la Maternidad, CNIM, institución promotora de la ley, mostró su satisfacción tras el apoyo parlamentario y destacó el avance que representa para el país.

Sobre el vacío legal que puede suponer apelar a razones médicas, Al Sadr subrayó que, mientras antes un sólo médico se encargaba de recomendar o no la operación, ahora esta responsabilidad recaerá sobre un comité.

En este sentido, Gamal Aid, de la Red Árabe para la Información sobre los Derechos Humanos, manifestó que, por fin, las penas por ablación se incluyen en una ley, y resaltó que se trata de una reforma "positiva".

Reconoció, eso sí, que se ha decidido introducir la enmienda que apela a razones médicas "para conciliar los distintos puntos de vista".

Según explicó a Efe la especialista en protección de la infancia de UNICEF en El Cairo Nadra Zaki, "el 70 por ciento de las ablaciones las realizan médicos" en un país en el que 3 de cada 4 jóvenes de entre 15 y 17 años ya han sido circuncidadas.

Lo cierto es que Egipto, lentamente, comienza a poner obstáculos a una de las más antiguas costumbres del país, que es rechazada no sólo por el Gobierno, sino también por las autoridades religiosas oficiales.

La máxima institución islámica de Egipto, Al Azhar, mostró el año pasado su rechazo a la mutilación genital, después de que dos niñas de 12 y 13 años fallecieran tras ser operadas en dos clínicas distintas.

Abdel Moti Bayumi, profesor del Centro de Estudios Islámicos de Al Azhar, subraya que "si la medicina dice que la mutilación hace daño, hay que prohibirla" algo que, según explica, está en concordancia con las enseñanzas islámicas.

Las muertes de las niñas fueron el germen de un movimiento de concienciación que, catalizado por la primera dama, Suzanne Mubarak, ha desembocado en una reforma de la Ley del Menor muy ambiciosa en sus orígenes, pero que ha quedado rebajada tras pasar el filtro parlamentario.

Así, otro artículo que prohibía que las mujeres puedan contraer matrimonio antes de los 18 años fue finalmente cancelado y se encargó su estudio urgente a una comisión, para su posible incorporación a la Ley de la Familia.

Sin embargo, el Parlamento dio el visto bueno a otro punto que permite que los recién nacidos hereden el apellido materno y no exclusivamente el paterno, como ocurría hasta ahora; un avance capital para solucionar la compleja situación de los hijos "ilegítimos".

Con esta ley también se eleva la edad penal a los 18 años, se aprueba la creación de guarderías infantiles en las cárceles y el endurecimiento de las sanciones por delitos contra la infancia.

Desde una fe musulmana que afirma seguir con devoción, el responsable del CNIM, Husein El Sadr, asegura que la reforma de la Ley del Menor no contradice la "sharia" o Ley Islámica, como han denunciado algunos grupos religiosos.

Para él, esencialmente, "se trata de un conflicto entre progresistas y conservadores".

Lo cierto es que en el Parlamento, unos y otros han acabado por ponerse de acuerdo y pasar de puntillas por los asuntos más escabrosos de un proyecto que, al final, se ha revelado como demasiado ambicioso vista la realidad de la sociedad egipcia.

Por El Espectador

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