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Cuentan que después de 1935 Albert Einstein repitió con cierta frecuencia una de sus frases célebres para resumir por qué la teoría cuántica no tenía mucho sentido. “Dios no juega a los dados”, empezó a decir luego de que en compañía de los también físicos Boris Podolsky y Nathan Rosen expusieran la llamada paradoja EPR (Einstein-Podolsky-Rosen). Con ella intentaron mostrar las razones por las que el entrelazamiento cuántico, una de las ideas más complejas de esta teoría, les resultaba perturbador.
Para ellos era absurdo pensar en la certeza de este concepto que, en palabras muy simples, asegura que dos partículas están “entrelazadas” íntimamente, sin un medio que las una, sin una comunicación aparente. O mejor: es imposible que dos objetos muy distanciados se puedan comunicar de forma instantánea, incluso a una velocidad mayor que la de la luz. Por eso para el padre de la física moderna esta era una “acción espeluznante”. Nada, según él, podía viajar más rápido que la mismísima luz.
Pero las palabras de Einstein, que engloban un debate de varias décadas y argumentos de prestigiosos físicos, fueron rebatidas ayer. Un sofisticado experimento hecho por la Universidad de Delft (Holanda) y el Instituto de Ciencias Fotónicas de Barcelona (ICFO) logró comprobar por primera vez ese entrelazamiento cuántico. Encabezado por el profesor Ronald Hanson, un grupo de investigadores hizo que dos electrones separados a más de un kilómetro de distancia mantuvieran una conexión invisible e instantánea.
Es decir, que ese hecho que varias veces intentaron comprobar sin éxito varios físicos y que fue apodado acción fantasmagórica, es mucho más real de lo que imaginábamos y genera muchas dudas sobre las nociones de tiempo y espacio por las que siempre se ha regido la humanidad.
Los complejos detalles del estudio fueron publicados en la revista Nature y en detalle muestran cómo electrones, atrapados en dos diamantes y separados por 1.280 metros, guardan una estrecha relación. Así el llamado “realismo local” de Einstein, que apunta a que el universo obedece a leyes y no al simple azar, empieza a sostenerse sobre una cuerda floja. Para ratificarlo, los científicos lograron una muestra estadística que supera las anteriores pretensiones: 245 de sus ensayos fueron exitosos.
Más allá de los complejos detalles técnicos de la investigación y de que represente una especie de hito en la física cuántica, el experimento tiene una utilidad práctica. “Nos empujó a desarrollar tecnologías que ahora definitivamente podemos aplicar para mejorar la seguridad en las comunicaciones y la informática de alto rendimiento, u otras áreas que requieran de números aleatorios de alta calidad y a una velocidad muy alta”, le dijo Morgan Mitchell, profesor del ICFO y uno de los autores del estudio, a la agencia Sinc.
“En los últimos años se está avanzando para que la seguridad se pueda garantizar de manera totalmente independiente del equipamiento que se use. En otras palabras, si el espía que quisiera robar nuestra información fuera el fabricante de nuestro ordenador, no hay nada que este pudiera hacer para hackearnos”, explicó Carlos Abellán, uno de los coautores.