Publicidad

El Óscar para Quintabani

El técnico del Júnior dice, sin tapujos, que en la Copa "hay que ambicionar".

Manuel Dueñas Peluffo
10 de abril de 2011 - 01:00 a. m.

Mientras que en la Liga, diferentes circunstancias le han llevado al error. Tiempo para hablar del gran líder, Giovanni Hernández.

A finales de la década del 70, el joven Óscar Quintabani atendía su propio restaurante en Pereira. Carnes argentinas, desde luego. Churrasco, bife, matambre. Los clientes que acudían al lugar, principalmente hinchas pero también banqueros y agentes de seguros, solían mostrarse satisfechos. Y a Quintabani parecía gustarle. Era el arquero argentino de un equipo en proyección (el Deportivo Pereira) y, alternamente, propietario/cocinero/relacionista público/doliente del lugar.

Fueron dos años y medio, o tal vez más: de cualquier modo, el tiempo para comprender que la vida, su vida, que apenas iniciaba en Colombia, estaba al aire libre, y no en el encierro de pararse a las cuatro de la mañana para recibir la carne y las verduras, y salir al día siguiente a entrenar.

Al aire libre, en la cancha, en los rincones de un país que apenas conocía.

— Uno llega y no sabe hasta cuándo se queda —dice Quintabani, la voz fornida y a veces rugosa, el tiempo (casi 30 años ejerciendo la nacionalidad de ser argentino en Colombia) tallándole las palabras “no”, “sabe”, “hasta”, “cuándo”.

No, uno nunca sabe hasta cuándo.

***

El jueves pasado, Júnior perdió ante Gremio de Porto Alegre. El partido era fundamental para los brasileños, que buscaban la clasificación, y funcionaba como prueba y trámite para las aspiraciones del equipo barranquillero en la Copa Libertadores, que llegaba a Brasil con a) números perfectos y b) un juego efectivo pero no exactamente regular: 4 victorias en 4 partidos, pero también algunos malos ratos (el primer gol de Gremio en el partido de Barranquilla; los minutos duros frente a Oriente Petrolero, cuando los bolivianos atacaban y dominaban).

“Sería complicado ir a buscar un resultado en este momento”, había señalado días atrás Quintabani, técnico de Júnior. “Uno va con más tranquilidad”, decía. Aquejado por las lesiones (“cuando es uno o dos no se nota, pero cuando son varios se hace más difícil”), el equipo afrontó el 2 a 0 en Brasil con dignidad y buen juego, acercándose con peligro al arco de Víctor y neutralizando los circuitos tácticos de Gremio.

Jugando a ser un equipo de Copa, se diría.

— ¿Para qué están en el torneo continental?

— Creo que arrancamos con muchas ilusiones. Cuando uno tiene a la mano torneos de esta importancia, de esta categoría, hay que ambicionar, hay que pensar en cosas que pueden ser: dependen de uno, no de otros. Pero también sabemos que tenemos rivales muy importantes.

“La vida es hoy”, recalca Quintabani, y su voz suena a esperanza.

Que la vida sea hoy —no mañana, no antes— tiene que ver con el sueño de una buena Copa; cuando menos, de un grupo que no muera arrodillado. En general, los equipos de Quintabani suelen ser eso: efectivos, ofensivos, técnicos en la medida de los límites, corajudos sin atravesar la frontera de la arrogancia.

Júnior intenta —y muchas veces logra— serlo: aplicación, fuerza, decisión. Con un agregado: Giovanni Hernández.

— ¿Júnior es un equipo Giovanni-dependiente?

— Tener un jugador de la jerarquía de Giovanni es importante. Indudablemente, para los compañeros que están en el campo de juego crea cierta dependencia, cierta necesidad de asociación, pero creo que ha demostrado en algunos partidos ser un obrero más. Siempre que vos tengás a un gran jugador, como lo es él, hará que llame la atención, que lidere la atención del juego.

Las razones para explicar al Giovanni obrero, complemento y acaso definición del Giovanni 10, están en la idea de un proceso. “Lo conocí cuando era otro jugador”, dice Quintabani. “Lo tuve un año en el Deportivo Cali: era un joven talentoso, pero distinto. Hoy es un hombre con talento, pero es más equipo, más overol, entiende más cosas que en aquel tiempo”.

Entender cosas. Empatar el primer partido ante Gremio, en Barranquilla, y cargar con el equipo en los momentos más difíciles; ser eso que casi todo el mundo conoce como un jugador distinto y, a la vez, ser también uno más, capaz de barrerse en la mitad del campo; llevar el 10, pero también el 5 o el 9 o el 8, y hacerlo todo con modestia, con cierta sonrisa de circunstancia.

— ¿Hay alguna explicación para los malos resultados del equipo en el torneo local?

Quintabani piensa y afirma: “directa o indirectamente puede haberla”. Y habla convencido: “lo que cansa no son los partidos; cansan los viajes”.

Pese a todo, ninguna razón parece ser suficiente para muchos aficionados barranquilleros. Aparte de la derrota ante Gremio, preocupan el funcionamiento defensivo, el nivel de algunos jugadores y algunos partidos perdidos en casa, antes un reducto absoluto. Para Quintabani, uno en particular. “El único déficit que tenemos es el partido de Envigado”, dice. “A mitad de torneo, de 27 puntos jugados que tuviésemos 13, estaríamos casi en un 50, estaríamos ahí. Envigado es el punto oscuro”.

El 13 de marzo, en el estadio Metropolitano, los barranquilleros perdieron 2 a 1 frente a los antioqueños. Quintabani dirigió como siempre: con aplomo, casi con frialdad.

Tragándose la derrota —y los insultos— en silencio.

***

“No me hablés de comida, que estoy pasado de kilos: me fui a Buenos Aires unos días y dañé la dieta”, advierte Quintabani, que viaja a Argentina cada vez que puede. “La patria es la infancia”, escribieron Rilke y también Saint-Exupéry. La infancia, ciertos olores, ciertos recuerdos. Ciertas personas. “En noviembre estuve visitando a mi hija, que estaba embarazada, y para mí fue un acontecimiento ir a tocarle la panza”, dice con emoción.

Hablar de Argentina, de todo lo que Quintabani podría asociar con Argentina, es hablar del fútbol colombiano y de su nivel en relación con el continente.

— ¿Con quién lo queremos comparar? —se pregunta— No podemos pasar de compararlo con Suramérica. En Argentina se quejan mucho del nivel, de que el fútbol es muy agresivo, de que no hay pausa, de que se perdieron esos volantes de los que hablamos recién, y de que los pocos que hay se han ido para Brasil, para Chile. En Brasil están importando 10, mirá vos cómo es la cosa.

— A veces —continúa— no alcanzamos a tener un desarrollo por muchas cosas. Se estancó la dirigencia, se estancaron los clubes, que dependen de que el gobierno les dé estadios, porque si no tienen estadio no existen; hay equipos que son un fólder que te ponés bajo el brazo: hoy está acá, mañana lo compra otro. Y la otra es que muchos chicos jóvenes se han ido al exterior: mirá la camada de selección que es interesante, los Guarín, los Aguilar, todos esos que se fueron rapidito. Entonces, cuando aparece algo se va y sigue quedando el vacío. Y seguimos ahí, y los campeonatos siguen de la misma manera.

Y en medio de todo, de una crítica que suena a hartazgo, se le escapa la palabra “nuestro” para referirse al fútbol colombiano.

Y no se da cuenta.

Tal vez ya no es argentino. O tal vez ha comprendido, con el pasar de los años, que ser argentino en Colombia —en cualquier Colombia— es ser, también, un poco más colombiano.

El pálpito para la Copa América

“Es un buen grupo”, afirma Óscar Quintabani para hacer referencia a la selección de Colombia que afrontará la Copa América que se celebrará en Argentina a mitad de este año. “Hay un equipo unido, interesante, para hacer cosas”, señala el argentino, que ve en Freddy Guarín un jugador distintivo, que sobresale en el grupo. “Guarín pintaba”, dice. “De muchacho se le veía un garbo distinto: tenía temperamento, tenía juego, se veía que iba a ser un jugador importante”, sostiene. Según Quintabani, la importancia radica en no perder el estilo, en jugar de una determinada forma a pesar de cualquier circunstancia. Quintabani ve en equipos como Barcelona una identidad, un querer jugar que puede tener sus raíces en la Holanda de los 70, un equipo que nunca ganó un título, pero pasó a la historia por un modo particular de hacer fútbol.

Por Manuel Dueñas Peluffo

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar