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Los investigadores estudiaron el comportamiento de 93 personas en un juego económico que incluía sobornos. Encontraron que el 19 por ciento de los participantes lo rehusaron, y demostraron una reacción emocional más fuerte frente a la situación que aquellos que la aceptaron.
Esto demuestra que el soborno tiene que ver con temas morales y emocionales mucho más complejos que la sola codicia, sugieren los autores.
“Basamos nuestro estudio en la teoría económica que dice que a las personas solo nos importa el dinero”, dice Tarek Jaber-López, científico del comportamiento de la Universidad Jaume I en España. “Sin embargo los resultados demuestran que casi la quinta parte de los funcionarios prefieren ser más prosociales y eligen la mayor calidad en lugar del mayor soborno”.
El estudio se basó en un juego en el cual los participantes representaban dos firmas comerciales que hacían propuestas selladas simultáneas a un funcionario público.
Los jugadores tenían la opción de ofrecer sobornos a los funcionarios, representados por un participante, para asegurar que su propuesta fuera aceptada.
Para medir la respuesta emocional de los participantes al momento de aceptar o rehusar el soborno, el estudio usó la conductividad eléctrica tónica de la piel para medir la actividad de las glándulas sudoríparas en sus manos.
“Los participantes que eligen ser honestos sufren más excitación emocional que quienes aceptan el soborno”, dice Jaber-López a SciDev.Net.
Explica que ser honesto significa renunciar al dinero, pero se compensa moralmente. Cuando se les preguntó a los participantes sobre sus emociones luego de la prueba, dijeron que se sintieron bien al haber optado por un beneficio social. Las mujeres fueron más proclives a ofrecer sobornos que los hombres, agrega Jaber-López.
Los autores del estudio dicen que su trabajo ofrece un escenario complicado de las emociones conflictivas que sintieron aquellos a quienes se les ofreció un soborno, lo que podría tener implicaciones para estrategias futuras de combatir la corrupción.
Pero cuando los investigadores introdujeron en el experimento la opción de quedar expuestos y obtener castigo, el número de participantes que no aceptó el soborno se disparó al 55 por ciento. Esto parecería sugerir que los métodos tradicionales de combatir el soborno con cargos criminales son útiles.
Roberto Torres, líder del grupo de investigación en gobierno, corrupción y control en un entorno global de la Contraloría General de la Nación de Colombia, dice a SciDev.Net que el estudio abre interrogantes y líneas de investigación posibles las cuales dan luces sobre lo que pasa por las emociones de la persona y permite ayudar a entender los dilemas éticos que afectan a los corruptos.
“Vincular los estudios de ciencias sociales con las ciencias exactas para estos casos es un aporte extraordinario”, dice, refiriéndose a la conexión entre el comportamiento económico con la respuesta emocional.
Los investigadores están tratando de reproducir el estudio en Colombia, Guatemala y Rusia para ver si los resultados son los mismos en culturas y circunstancias económicas diferentes.
El estudio fue publicado en Frontiers in Behavioral Neuroscience.
Por Agencia de noticias científicas scidev.net
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