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Hasta ahora, varios estudios habían demostrado que existía una relación entre el nivel socioeconómico de un niño y los resultados que tenía en pruebas cognitivas. La fórmula concluía que a mayor ingreso familiar y educativo, los niños tenían mejores capacidades lingüística y de lectura y su coeficiente intelectual era más alto.
Sin embargo, la razón de esta relación se había convertido en un verdadero interrogante para los estudiosos. Buena parte de sus análisis no lograban hacer una distinción concreta del nivel socioeconómico ni evaluaban los ingresos familiares y los niveles educativos como dos factores independientes. Por ejemplo, eran muy pocos los que miraban la cantidad de dinero como un indicador que se reflejaba otros aspectos como una buena alimentación o una buena atención médica. O tampoco miraban el nivel educativo de los padres como un factor que puede estimular el desarrollo intelectual de los niños.
Pero hoy esos investigadores tienen un nuevo punto de partida para encontrar una respuesta más completa. Liderado por los neurocientíficos expertos en desarrollo infantil Kimberly Noble, de la Universidad de Columbia, y Elizabeth Sowel, del Hospital Infantil de Los Ángeles, un equipo de investigadores descubrió que las diferencias en ingreso y educación están directamente relacionados con el desarrollo del tamaño en los cerebros de niños y adolescentes. Específicamente, con las áreas vinculadas a la memoria.
Por medio de imágenes tomadas por Resonancia Magnética, el grupo analizó los cerebros de 1.009 niños y adolescentes entre los 3 y 20 años, de nueve universidades estadounidenses y hospitales. Esto les permitió medir el área superficial de la corteza cerebral, que es la capa más externa y donde la mayoría de procesos cognitivos se llevan a cabo.
Los resultados, publicados en Nature Neuroscience, señalan que el área superficial de la corteza cerebral en niños cuyos padres tienen un trayecto educativo de 12 años o menos, es 3% menor que el área de niños con padres con una educación de 15 años o más.
Relacionado al nivel de ingresos, el estudio concluyó que los niños de familias que logran US$25.000 o menos por año, tienen el área superficial de la corteza cerebral 6% menor que el área de los niños de familias que ganan más de US$150.000 anualmente.
El estudio, de acuerdo a los investigadores, puede tener importantes implicaciones en las políticas que se desarrollan para intervenir la pobreza temprana.
"Las relaciones entre el estatus socioeconómico y la estructura del cerebro eran las mismas personas en todo, independientemente de su origen racial", le dijo Noble a la revista especializada Science.
"El caso de la inversión en los niños pobres de la sociedad es muy fuerte", comentó a ese portal Martha Farah, neurocientífica cognitiva de la Universidad de Pennsylvania. "Pero si las imágenes del cerebro ayuda a enfocar la atención de la gente sobre el problema de la pobreza infantil, eso será genial".
Por Redacción Vivir
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