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Hablar de sexo con los hijos

La pediatra Olga Lucía Restrepo habla sobre los derechos sexuales de los adolescentes y cómo deben tratar el tema los padres con hijos en crecimiento.

Redacción Actualidad
19 de julio de 2015 - 02:00 a. m.
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Nuestras ideas sobre la sexualidad parecen cambiar casi tan rápido como las nuevas tecnologías. La sexualidad de hoy no es la misma de hace 20 años y cualquier persona mayor de 21 años sabrá que la adolescencia es una época llena de transformaciones.

La pediatra Olga Lucía Restrepo, de la Universidad del Valle y especialista en medicina de adolescente y adulto joven del Children’s National Medical Center de la George Washington University, habló con El Espectador sobre los nuevos conceptos de sexualidad y cómo los padres pueden ayudar a que sus hijos los enfrenten, temas que presenta en su charla La ciudadanía sexual: un nuevo marco para incorporar el papel de la puericultura.

Aclaremos primero, ¿qué es la puericultura pediátrica?

La puericultura es una parte de la pediatría que busca preparar a las madres para que cumplan con la buena función de crianza con el fin de que sus hijos se desarrollen y lleguen a la vida adulta más saludable posible.

¿Cómo ha cambiado el concepto de sexualidad a través de la historia?

La sexualidad, en la parte fundacional de la era moderna, los siglos XVII y XVIII, se empezó a ligar exclusivamente a la función de la reproducción, entre hombre y mujer, para un fin biológico y social. A medida que fue avanzando, en el siglo XX, cambió con la lucha de las mujeres. Ellas sentían que su sexualidad se limitaba a cargar un bebé y no tenían derecho al placer.

¿Y en qué consiste hoy esa lucha?

Con los movimientos feministas y LGTBI se empezó a decir que la sexualidad no era sólo para tener hijos. También es una dimensión espiritual, igual a la creativa. Entonces surgen tres derechos relacionados con la sexualidad. Primero, el derecho a ser quien se quiere ser, a tener una identidad sexual. Luego, el de construir una orientación sexual, que es muy distinto, porque implica lo que me atrae y produce deseo amoroso, erótico o sexual. Finalmente está la expresión sexual, que tiene mucho que ver con lo que empiezo a consumir, expresar y actuar.

Usted sostiene que este último es el que presenta mayores riesgos.

Sí, porque como médicos no tenemos que intervenir para cambiar identidades u orientaciones. En lo que tenemos que tenemos un mayor rol es en estar pendientes de los niños y adolescentes que están desarrollando su práctica sexual. Por ejemplo, una niña que prefiere tener relaciones sexuales anales porque no quiere que le “dañen” su virginidad se está exponiendo a riesgos por cumplir un patrón cultural.

¿Existe una edad adecuada para comenzar la vida sexual?

Esa pregunta tiene que ver con tres corrientes de derechos. La del comportamiento, la de la identidad y la del derecho a decir públicamente que tengo una actividad sexual con otra persona. Ante esto último, la recomendación internacional ha dicho que se tiene desde los 14 años, pero en condiciones de igualdad de poder. Sin embargo, Holanda lo estableció desde los 12 años, brindando asesoría y anticonceptivos. En Inglaterra, por sus estadísticas, decidieron que los hombres deberían empezar a tener una vida sexual a los 16 y las mujeres a los 14, pero hay quienes lo cuestionan por la diferenciación que establece entre géneros. A mí el ejemplo que más me gusta es el de Suecia, porque allí se habla libremente del tema y la edad estipulada son los 18 años.

¿Cuáles son las reglas de oro para hablar de este tema con los hijos?

Hay gente que se asusta con el tema, pero lo más importante es que hay que escuchar. Dejar que hablen de cualquier duda que les surja sin que sientan temor, como se habla cualquier tema. Lo segundo es entender que, así como hay unos parámetros establecidos para que el niño gatee o camine, también los hay para su desarrollo sexual. Una etapa para las caricias, otra para comparar sus genitales con otros y una para tocarse.

Por Redacción Actualidad

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