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Homofobia en el salón de clases

Cada vez es más frecuente que los estudiantes revelen su identidad sexual, a pesar del rechazo de sus compañeros.

Mariana Suárez Rueda
07 de marzo de 2009 - 10:00 p. m.

Desde que era un preadolescente supo que sentía una atracción especial por los hombres, que a diferencia de sus amigos a él no le gustaban las mujeres. Sintió miedo, mucho miedo, y prefirió ocultar sus sentimientos y la confusión que tenía en su mente por no ser como los demás hasta que se graduó de la universidad. En ese momento su mayor temor era la reacción de su madre, una mujer de 70 años, a quien le fue extremadamente difícil comprender que su hijo era homosexual.

Esta dolorosa experiencia marcaría la vida de Erik Werner Cantor para siempre. Por eso quiso dedicarse, una vez terminó sus estudios de Antropología en la Universidad Nacional, a defender los derechos de las poblaciones más vulnerables, especialmente de la LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas). De su mano nació la Corporación Promover Ciudadanía y con ella un exhaustivo trabajo en las instituciones educativas por promover la diversidad.

Durante el último año Erik logró consolidar la información que habían recogido entre los adolescentes y después de realizar una encuesta a 433 estudiantes de diferentes colegios de Bogotá, se animó a escribir el primer libro que se publica en Latinoamérica sobre la homofobia en el aula de clases.

Para su sorpresa, aunque la burla, el rechazo y hasta el odio por los homosexuales y lesbianas sigue siendo generalizado entre los jóvenes, cada vez es mayor el número de hombres y mujeres que revelan su identidad sexual y tienen demostraciones de afecto en el patio de recreo sin importar lo que dirán sus profesores, padres y amigos. Comportamientos que para muchos papás y maestros son contraproducentes, pues estaría validando una conducta que para ellos no es natural y que podría confundir a los demás estudiantes.

Rosalba Martínez, orientadora del colegio Gran Yomasa, en Bogotá, reconoce que sus colegas todavía no saben cómo actuar cada vez que un alumno les confiesa que es homosexual o cómo no sonrojarse cuando una pareja del mismo sexo llega a la institución a la entrega de notas de su hijo. Por eso decidió, junto a otro grupo de profesores, transformar el concepto de educación sexual y promover la diversidad.

No ha sido una tarea fácil, pero al igual que Werner, también ha notado un cambio de actitud entre los miembros de la comunidad educativa. Guillermo Carvajal, psicoanalista experto en comportamiento infantil y adolescente, explica que la homofobia se encuentra incrustada en la cultura colombiana y en la mayoría de naciones de Occidente, como una consecuencia del machismo.


“Es escandaloso decirlo, pero el ser humano es bisexual por naturaleza y en el momento en el que el macho decidió asumir su papel varonil optó por reprimir una posible atracción por personas de su mismo género. Por algo el bisexualismo en las mujeres no es igual de repudiado que entre los hombres”. Esta apreciación coincide con los resultados de la investigación, pues casi el 50% de los adolescentes, aunque considera el homosexualismo como algo anormal, también cree que las lesbianas son excitantes.

Hace algún tiempo, recuerda Carvajal, los estudiantes zurdos eran rechazados y sus profesores los golpeaban con la regla creyendo que con ello lograrían hacer que escribieran con la mano derecha. Finalmente, se dieron por vencidos, luego de comprender que no era una condición que podrían cambiar. Lo mismo, cree este especialista, sucederá dentro de algunos años con los homosexuales, las lesbianas y los transgeneristas en el colegio, a pesar de la resistencia de algunos maestros y de la negativa de los padres.

 Testimonios tomados del libro ‘Homofobia y convivencia en la escuela’.

Buscando su identidad

“Marcela fue una alumna que entró al colegio cuando tenía 16 años. Era una niña abierta al diálogo, lo cual le permitió un acoplamiento rápido y cordial con sus nuevos compañeros. Pero un día se acercó y me dijo que no podía ponerse el uniforme, que no iba a usar una falda porque iba en contra de lo que ella era, de su mente y su personalidad de hombre.

Entendí lo que pasaba, fue difícil porque no me había sucedido esto con ninguna otra alumna. Afortunadamente tuve el apoyo del rector, quien le permitió que llevara el uniforme como se sintiera a gusto.

Ese año Marcela tuvo que enfrentar por primera vez los comentarios de algunos de sus compañeros, era juzgada y criticada todo el tiempo, especialmente cuando se acercaba a hablar con otras mujeres”. 

Los conflictos de John

“Cuando entré a cuarto de primaria me comenzó a gustar un niño y no sabía por qué. Jugábamos fútbol normal, pero resulta que una noche soñé con él. Al otro día lo miraba y lo miraba, entonces me comenzó a gustar.

No puede ser, me decía a mí mismo, no me pueden gustar los hombres. No puedo ser marica, me matan... mi mamá, toda mi familia... Muchas veces pienso que no quiero ser así, pero no puedo controlar esos sentimientos.


Soy hijo único y me gustaría tener una esposa y mis hijos, pero igual no me arriesgo porque si algún día los tengo no quiero darles mal ejemplo. No me gustaría que dijeran ahí va el marica de su papá. No. Uno sabe  que eso es típico, tengo amigas que les dicen: vea, ahí va la lesbiana de su mamá”.

Conclusiones del estudio sobre la homofobia en el colegio

Marcela Sánchez

Directora Colombia Diversa

“Los niños y las niñas tienen derecho a estudiar en un ambiente sano, en donde se promuevan el respeto y la no discriminación hacia los grupos marginados”.

Carlos Gaviria

Ex magistrado Corte Constitucional

“Se debe respetar el punto de vista del otro y convivir democráticamente. Hay conductas tildadas de pecaminosas, como las de los homosexuales, que no lo son”.

Por Mariana Suárez Rueda

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