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Investigadores, al tablero

Colombia debe invertir $6,1 billones en los próximos diez años para cerrar la brecha y estar al nivel de la región. Universidades como la de los Andes y la de Antioquia han creado semilleros y programas de pasantías para entusiasmar a los estudiantes.

El Espectador
28 de enero de 2017 - 02:40 a. m.
En 2002, Colombia ocupaba el puesto  siete en el Ranquin Latinoamericano por el número de publicaciones científicas y en 2008 ascendió al quinto, por encima de Venezuela, Cuba y Puerto Rico. / iStock
En 2002, Colombia ocupaba el puesto siete en el Ranquin Latinoamericano por el número de publicaciones científicas y en 2008 ascendió al quinto, por encima de Venezuela, Cuba y Puerto Rico. / iStock
Foto: Getty Images/iStockphoto - Pixtural
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Durante los últimos diez años, el avance de la investigación en Colombia es indudable. El país pasó de tener 1.825 grupos de investigación, a 4.638 reconocidos por Colciencias; de graduar siete doctores en el año 2000, a 400 en 2016. Y hoy cuenta con 11.000 científicos y 50.000 que están finalizando sus procesos de formación.

Sin embargo, los niveles de producción no se comparan con los de países desarrollados. Alejandro Olaya, director encargado de Colciencias, explica que “Colombia es un mercado con rezagos importantes en cuanto a consolidación de su sistema de ciencia y tecnología. Lo que pasa con el crecimiento es un proceso normal que llamamos de convergencia. Otras economías del mundo ya llegaron a una estabilidad, por eso tienen un crecimiento lento. Lo bueno es que nuestros niveles son más rápidos que los de los demás países de la región”.

Se refiere a que en 2002 Colombia ocupaba el puesto siete en el Ranquin Latinoamericano por el número de publicaciones científicas y en 2008 ascendió al quinto, por encima de Venezuela, Cuba y Puerto Rico. La meta es llegar en 2025 a la tercera posición, superando a Brasil, México y Chile.

Lograrlo no será fácil. “Se requiere una inversión de recursos importante para poder hacer la investigación adecuada. Hoy en día, Colombia invierte US$88.000 por cada investigador, lo que equivale al 0,23 % del Producto Interno Bruto; pero deberíamos invertir US$170.000 por cada uno, un poco más del doble, es decir, que necesitaríamos pasar del 0, 23% al famoso 1 % en actividades de ciencia y tecnología. Hay una brecha por solventar y hacerlo implica invertir $6,1 billones en los próximos diez años”, asegura.

Y no es el único reto. De acuerdo con Silvia Restrepo, vicerrectora de investigaciones de la Universidad de los Andes, “otro desafío es que no tenemos una cultura de investigación. A esto se suma que el sistema de ciencia y tecnología actual es pobre, desordenado y le faltan políticas claras”. Y agrega que por ello es importante que las universidades creen estatutos en los que se establezca un equilibrio entre la docencia y la investigación.

A lo anterior hay que añadirle la tarea pendiente de descentralizar los grupos de investigación, pues según Colciencias, el 75 % se concentran en Bogotá, Antioquia, el Valle y Atlántico, siendo la capital del país la que reúne la mayor cantidad, con el 35 %.

En medio de este escenario vale la pena destacar el trabajo que se adelanta desde las instituciones de educación superior. En la Universidad de los Andes, por ejemplo, hace dos años se implementó el programa Pasantías de investigación en pregrado, que consiste en enviar estudiantes a las mejores universidades del mundo para que conozcan realmente qué es la investigación y se despierte su interés por ella.

Por su parte, la Universidad de Antioquia está impulsando la constitución de semilleros de investigación desde que los jóvenes empiezan su proceso de formación. María Patricia Arbeláez, vicerrectora de investigación de la institución, cuenta que la decisión se tomó para subsanar esa falta de interés que predomina entre los bachilleres del país por investigar.

El camino por recorrer aún es largo, muy largo si se compara con países como Alemania, que cuenta con 800 instituciones de investigación que reciben financiamiento de fondos públicos, y centros de investigación y desarrollo administrados por grupos industriales. Los expertos consultados coinciden en que hay que intentar seguir el ejemplo de Alemania, una nación que no por ser rica invirtió en ciencia, sino que es rica precisamente gracias a esa inversión.

Por El Espectador

 

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