La gran pirámide de Keops, según la ciencia y la literatura

La revista científica "Nature" publicó un documento de 18 páginas que resume el trabajo de dos años para descubrir el “gran vacío” de una de las siete maravillas del mundo. Contrastamos su versión con la del nobel de literatura egipcio, Naguib Mahfuz.

Nelson Fredy Padilla
05 de noviembre de 2017 - 02:00 a. m.
El “gran vacío” de Keops, basado en las imágenes captadas a través de la lectura de partículas de origen cósmico. / AFP
El “gran vacío” de Keops, basado en las imágenes captadas a través de la lectura de partículas de origen cósmico. / AFP
Foto: AFP - -


La revista Nature publicó el jueves el resultado del estudio Scan Pyramids, en el que participaron científicos de Egipto, Japón y Francia. Valiéndose de las más modernas técnicas de escaneo, reconstruyeron la gran pirámide por dentro y descubrieron un gran vacío.

En un informe de 18 páginas recuerdan que fue construida en la meseta de Gizeh (Egipto) durante la dinastía IV por el faraón Keops, que reinó desde 2509 hasta 2483 antes de nuestra era y que, “a pesar de ser uno de los monumentos más antiguos y más grandes de la Tierra, no hay consenso sobre cómo se construyó”. Para detallar su estructura interna tomaron imágenes con la técnica de muones, una radiografía que, valiéndose de rayos cósmicos, permite visualizar los vacíos conocidos y potencialmente desconocidos en la pirámide de una manera no invasiva. Así descubrieron “un gran vacío sobre la gran galería, que constituye la primera estructura interna importante encontrada en la gran pirámide desde el siglo XIX”.

¿Qué son los muones? “Se originan a partir de las interacciones de los rayos cósmicos (provienen del cielo) con los átomos de la atmósfera superior, y continuamente alcanzan la Tierra con una velocidad cercana a la de la luz y un flujo de alrededor de 10.000 por m² por minuto”. Explican que son similares a los rayos X, que pueden penetrar en el cuerpo y permitir imágenes óseas.

“Estas partículas elementales pueden mantener una trayectoria casi lineal mientras atraviesan cientos de metros de piedra antes de descomponerse. Registrando la posición y la dirección de cada muon que atraviesa su superficie de detección, los detectores pueden distinguir cavidades en piedras”. El problema: mientras los muones cruzan cavidades prácticamente sin interacciones, pueden ser absorbidos o desviados por piedras. En edificaciones grandes y densas como la pirámide de Keops, donde sólo alrededor del 1 % de los muones llegan a los detectores, los datos debieron ser acumulados durante varios meses.

Dicha tecnología es usada casi en secreto en programas de seguridad nacional de países desarrollados, y a nivel público para visualizar la estructura interna, por ejemplo, del reactor nuclear de Fukushima tras el accidente de 2011 en esa planta nuclear de Japón. También en edificios patrimoniales en Roma y Nápoles (Italia), para detectar estructuras desconocidas, y en la pirámide del Sol, en Teotihuacán (México). El uso de cámaras como detectores de muones ya se había probado en la pirámide de Kefrén.

Los únicos documentos conocidos escritos durante el reinado de Keops fueron descubiertos entre 2013 y 2016, pero estos papiros describen sólo la logística de la construcción, cómo se transportaron las piedras, y no la construcción en sí misma. Según Nature, Heródoto describió la construcción de la pirámide de Keops, pero unos 2.000 años más tarde, en 440 a.C.

El historiador y geógrafo griego dedujo que se basaron en un sistema de gradas “que algunos llaman adarves y otros zócalos. Hecho así el comienzo, levantaron las demás piedras con máquinas formadas de maderos cortos, que las alzaban desde el suelo hasta la primera hilera de las gradas; cuando subían hasta ella la piedra, era colocada en otra máquina levantada sobre la primera grada, y desde ésta era levantada hasta la segunda hilera por otra máquina. Porque había tantas máquinas como hileras de gradas, o bien la misma máquina, siendo una sola y fácilmente transportable, la irían llevando de grada en grada, cada vez que descargaban la piedra: demos las dos explicaciones exactamente como las dan ellos. La parte más alta de la pirámide fue labrada primero, después labraron lo que seguía y por último la parte que estribaba en el suelo y era la más baja de todas”.

En 1986, un equipo estudió la pirámide utilizando microgravimetría, es decir, la medición de ligeras variaciones en la gravedad debido a grandes variaciones en la cantidad de materia. Con base en estos datos, el equipo perforó tres agujeros en el pasillo hacia la cámara de la reina con la esperanza de encontrar una “cámara oculta”. Sólo observó arena. Un corredor desconocido, paralelo al corredor de la cámara de la reina, es una teoría sin confirmar ni refutar.

En 2017 vieron el big void, el gran vacío, por primera vez, gracias a películas de emulsión nuclear instaladas en la cámara de la reina. Lo confirmaron con censores instalados en la misma cámara y con detectores de gas desde el exterior de la pirámide. Las películas fotográficas fueron desarrolladas por la Universidad de Nagoya y pueden detectar trayectorias de muones en tres dimensiones con altísima precisión. Después de cada exposición, las películas de emulsión nuclear fueron procesadas por especialistas en el cuarto oscuro del centro de conservación del Gran Museo Egipcio. Luego fueron transportadas a la Universidad de Nagoya y leídas por un sistema automatizado de escaneo de emulsiones nucleares. La exposición comenzó en diciembre de 2015 y ahora mostraron resultados luego de una triangulación usando los datos de las dos posiciones de lectura y cuatro puntos a lo largo del nuevo vacío. Eso dio el tamaño: longitud estimada de más de 30 metros y elevación con respecto al nivel del suelo de 21 metros; entre 40 m y 50 m del piso de la cámara de la reina. La sección transversal es comparable a la de la gran galería.

La segunda tecnología de detección usada se llama el sistema de hodoscopios. Según Nature, se trata de “escintiladores dispuestos en dos unidades de capas ortogonales. Cada capa compuesta de 120 barras de centelleo plástico para hacer la medición de la dirección bidireccional entrante de los muones”. Eso fue desde agosto de 2016, durante cinco meses, y se cambió de posición en enero de 2017, donde se mantiene.

El tercer instrumento utilizado fue el aportado por el equipo CEA, de Francia, que incluyó detectores gaseosos de micropatrón, o micromegas. Los describen como “telescopios” construidos a partir de cuatro detectores idénticos para un área activa de 50 × 50 cm². Se requiere una señal en al menos tres de ellos para desencadenar la “adquisición”.

Para dar fe del descubrimiento pusieron dos telescopios de este tipo frente a la cara norte de la pirámide, en dirección a la gran galería. Hubo una medición de tres meses en una posición y otra de dos.

Los científicos anotaron que “todavía hay muchas hipótesis arquitectónicas a considerar; en particular, si el gran vacío podría estar formado por una o varias estructuras adyacentes, y si podría ser inclinado u horizontal”. En todo caso, celebraron que este descubrimiento muestra cómo los métodos desarrollados en física de partículas pueden arrojar luz sobre uno de los edificios patrimoniales más importantes y exige una mayor interdisciplinariedad entre expertos de todo el mundo para ayudar a comprender la pirámide y su proceso de construcción.

La dimensión de la gran pirámide
La pirámide de Keops hace parte de las pirámides de Egipto, consideradas una de las siete maravillas del mundo. Tiene 139 metros de alto y 230 de ancho. Tiene tres cámaras conocidas, a diferentes alturas: la cámara subterránea, la cámara de la reina y la cámara del rey. Están conectadas por varios corredores, el más notable es el de la gran galería (8,6 m de altura × 46,7 m de largo × 2,1 a 1,0 m de ancho). Las cámaras del rey y la reina poseen dos “ejes de aire” cada una, que fueron mapeados por robots entre 1990 y 2010. Se cree que la entrada original es el “corredor descendente”, que comienza en la cara norte, pero hoy los turistas entran a la pirámide a través de un túnel atribuido al califa Al-Ma’mun, alrededor del año 820 después de Cristo. La mayor parte de la comprensión de la pirámide proviene de estudios de arquitectura y estudios comparativos con otras pirámides.

La gran pirámide, según Naguib Mahfuz
El escritor egipcio, ganador del Nobel de Literatura, consultó testimonios y leyendas antes de publicar la novela “La maldición de Ra. Keops y la gran pirámide”.

El grupo de científicos que estudia día y noche la pirámide mayor de Egipto consultó los papiros que dan cuenta de cómo habría sido construida. Oyeron sobre tantos mitos y leyendas que el epígrafe de su investigación y de su página web scanpyramids.org es literario: “El camino más corto hacia el futuro es el que comienza por profundizar el pasado”, frase del poeta de la isla francesa de Martinica y experto en África Aimé Césaire.

Y, claro, leyeron y releyeron La maldición de Ra. Keops y la gran pirámide, novela de Naguib Mahfuz, premio nobel de Literatura 1988. “Keops, en el apogeo de su poder, gobierna con mano férrea el inmenso reino de Egipto. Y como testimonio de su incomparable fuerza, ordena la construcción de un monumento funerario que asombrará al mundo”.

La familia real está en riesgo porque un adivino ha anunciado que el sucesor del faraón no pertenecerá a su familia, sino que será el recién nacido hijo del gran sacerdote de Ra. Keops ordena la muerte del bebé, pero, con la ayuda de una sirvienta, el niño escapa y crece hasta convertirse en una amenaza para el faraón.

De la obra hoy nos interesa su versión de la construcción de la pirámide. Así la cuenta Mahfuz: “Keops, hijo de Janum, el divino, el Temible”, ordenó desde su trono dorado, junto a la reina Mirtitafis, la construcción de la “morada eterna y refugio para su cuerpo mortal”. Debía ser más grande que las demás de “aquella colina eterna donde se apostaba la esfinge para contemplar la salida del sol, y en cuyo interior moraban los cuerpos de sus padres y abuelos”.

¿Cómo era él? “Su grandeza se manifestaba en su frente alta, en su excelsa mirada y su hermosa nariz, y su extraordinaria fuerza se evidenciaba en su ancho pecho y en sus brazos musculosos. Todo él inspiraba la reverencia de un hombre de cuarenta años, a la que se sumaba el halo de la gloria de los faraones”.

Encargó de la misión a su amigo, el arquitecto Mirabó, y se declaró seguro de la obra cuando vio que en la meseta “hormigueaban centenares de miles de criaturas, allanando las dunas y haciendo surcos en la roca, excavando los cimientos de la pirámide del faraón, quien quería que esta fuera un monumento que resistiera el paso del tiempo y el embate de los siglos”.

Sin embargo, luego de una década de obras en las que trabajó incluso el ejército destinado a vencer a las tribus invasoras del Sinaí, el rey le dijo: “Querido Mirabó, estoy convencido de tu genialidad, pero ¿cuánto tiempo me pides? Me estás hablando de la magnitud de la pirámide, de la que no veo ni una sola escalinata; ya han pasado diez largos años desde que empezaron las obras, durante los cuales se han dedicado a ella millones de hombres fuertes y los mejores artesanos”.

Él respondió: “No hemos desperdiciado estos diez años; en ellos hemos hecho algo de lo que hubieran sido incapaces gigantes o genios; hemos excavado en la dura roca un canal de agua que comunica el Nilo con la colina de la pirámide, hemos cortado y pulido rocas altas como montañas, que en nuestras manos fueron maleables como la pasta… Las hemos traído desde el sur más lejano: ¡mirad, mi señor, cómo surcan el río las barcazas cargadas de montañas de rocas, como altos montes movidos por la magia de un poderoso encantador…, mirad a los trabajadores, entregados a su labor, inclinados sobre la tierra de la colina, como si su superficie se abriera para mostrar lo que ha contenido durante miles de años!”.

Keops dijo con ironía: “Te mandamos construir una pirámide y nos haces un río; ¿acaso crees que tu señor es el rey de los peces?”. Se había vuelto pesimista y se encerraba para dedicarse a la reflexión y a la lectura de “libros de teología y la filosofía de Qaqimna”.

El faraón designó a Bisharo como inspector general de las pirámides, hasta que llegó el día de Mirabó: “Los dioses, de cuya voluntad depende todo, han querido que pudiera dar a vuestra adorada esencia la noticia de la culminación del mayor monumento construido sobre la tierra desde el tiempo de los dioses, el mayor edificio que ha aparecido sobre el sol de Egipto desde que ilumina este valle. Y estoy seguro de que durará por muchas generaciones asociado a vuestro sagrado nombre, atribuido a vuestra noble era, guardando vuestro divino espíritu, anunciando el esfuerzo de millones de manos egipcias trabajadoras y la genialidad de decenas de ilustres cabezas. Hoy es una gran obra, incomparable, mañana será la morada eterna del espíritu que reinó sobre la tierra de Egipto, pasado mañana y por toda la eternidad el templo ante el cual se congregarán los corazones de millones de siervos vuestros venidos del norte y del sur. Mi señor, hoy ha terminado la construcción del emblema eterno de Egipto”.

El rey convocó una impresionante fiesta popular en la pirámide: “se congregaron en la colina sagrada el doble de los trabajadores que la construyeron, pero esta vez no llevaban sus estacas ni sus herramientas, sino banderas y ramas de olivo, palmas y mirtos, y entonaban himnos sagrados y puros. El ejército se abrió paso entre la muchedumbre, desfilando desde el valle eterno... Los estamentos oficiales circunvalaban, durante este trayecto, el gran edificio, precedidos por sacerdotes de diversas categorías, nobles y altos cargos. A continuación venían los jinetes y la infantería del ejército de Menfis. Luego aparecieron el cortejo del faraón y los príncipes”.

Pero esa noche Keops pasó de la dicha al desconsuelo. Le dijo al ministro Jomini: “¿Acaso a un hombre debe alegrarle la construcción de su tumba?”. Anunció lo que haría antes de ser sepultado entre las rocas de la sala del rey: “pienso escribir un gran libro en el que trataré de mis experiencias de gobierno y de los secretos de la medicina, que me han interesado desde mi niñez. Dejaré tras de mí un gran legado para el pueblo de Egipto que guiará a sus espíritus y protegerá a sus cuerpos”.

Retó a sus servidores: “Señores, ¿sabéis cuál es el lugar que he elegido para escribir mi obra, noche tras noche? La cámara mortuoria, en la pirámide que festejamos hoy”. Según él, “en los palacios terrenales reina el alboroto de esta vida perecedera; no son apropiados para realizar una obra eterna”. Así es hasta que llega la traición. Para animarlos en la lectura, sólo tres personas saben cómo abrir la puerta de la pirámide: Jomini, Mirabó y el mismo rey, y permanece rodeada día y noche de guardias y sacerdotes de Osiris.

Por Nelson Fredy Padilla

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