“Le daría mi voto a Fajardo”

El economista Alejandro Gaviria asegura que el Minhacienda está en el lugar equivocado, le da palo al Minagricultura y sostiene que su mayor gasto actual es en pañales, porque ya no se puede comprar papa.

Ángela Botero Zuluaga
07 de junio de 2008 - 12:57 a. m.

¿Qué tan uribista es usted?

Mucho menos de lo que dicen los antiuribistas delirantes.

¿Está de acuerdo con la segunda reelección?

No. Bajo ninguna circunstancia, hecatombe o cosa parecida.

¿Cuál será el próximo presidente de Colombia?

El próximo pude ser el mismo: una contradicción preocupante.

¿Qué carga en los bolsillos?

Metálico: llaves y monedas. Pero no me gustan los bolsillos cargados.

¿En qué invertiría plata hoy?

En estos días toca protegerse de la inflación y no hacer apuestas arriesgadas. Cualquier título que pague inflación más siete u ocho puntos es una buena opción.

¿Cuál ha sido su peor inversión?

Los economistas no practicamos lo que predicamos. Mi peor inversión es la que nunca he hecho. Mis ahorros están tirados en una cuenta corriente.

¿Quién levantará el dólar?

Ni las rabietas de Uribe, ni las amenazas de Chávez, ni las intervenciones del Banco de la República, ni la emergencia económica. Al dólar sólo lo levanta el despertar de la por ahora aletargada economía gringa.

¿Y cuándo bajará el petróleo?

El cuándo es menos incierto que el cuánto. Bajará en los próximos días, pero bajará poco. Subió como palmera, pero no caerá como coco.

Un acierto y un error de Andrés Felipe Arias.

Acierto: no prohibir las exportaciones agrícolas. Un error: el estilito. La mezcla de lo castrense y lo tecnocrático me parece desastrosa. El fondo de sus políticas es discutible. La forma de sus declaraciones, insoportable.

¿Y sí es cierto que estamos blindados contra la escasez?

El blindaje ni siquiera nos pudo proteger de un “papazo”, como lo muestran los últimos datos de inflación.

Un consejo para la junta del Banco de la República…

Independencia.

¿Qué puesto sueña ocupar?

No sueño con los puestos. Ni me desvelo con los cargos.

Su columnista preferido…

Doy tres: Héctor Abad, Eduardito Escobar y Pascual Gaviria.

Y el que nunca lee…

Procuro no leer a Felipe Zuleta. Pero a veces no me aguanto la gana.

¿Izquierda o derecha?

Me gusta el centro. La buena izquierda crea entusiasmos. La buena derecha destruye mitos. Ambas cosas son necesarias.

¿La plata para qué?

La plata compra tranquilidad, una forma domesticada de la felicidad.

La plata ‘para’ ¿qué?

Para la reparación.

Defina a Óscar Iván Zuluaga.

Un buen tipo. Pero puede estar en el lugar equivocado.


Pascual Gaviria.

Excelente columnista. Poeta lacónico. Y escritor en deuda. Seguimos esperando su libro.

Salvatore Mancuso...

Criminal al que le llegó su hora.

Andrés Pastrana...

Un presidente con acción retardada: se demoró casi dos años para hacer lo que tenía que hacer y finalmente hizo: acabar con el Caguán.

Gustavo Petro...

Elocuente, pero exagerado. Admiro su inteligencia.

Lo que más lo aburre.

Las visitas, los cocteles, los encuentros forzados, las reuniones, etc.

Un programa de televisión que no se pierde.

Sólo veo fútbol. Lo demás me aburre.

¿En qué andará el liberalismo?

No anda. Está esperando a ver para dónde coge.

¿Y César Gaviria?

Un estadista disfrazado con un trapo rojo.

¿Cómo se desestresa?

Cambiando canales en la televisión, ojeando libros sin leerlos, navegando en internet sin rumbo fijo.

¿Qué vicio tiene?

La internet.

¿Qué o cómo economiza?

Economizo en ropa, en corbatas, en vestidos, en calzado, etc.

¿Cuándo fue la última vez que hizo mercado?

Hace como un mes. Cuando la papa todavía estaba barata.

¿Qué producto nunca puede faltar en su casa?

Las frutas, el yogurt y ahora los pañales.

¿A quién le daría su voto?

A Sergio Fajardo.

¿A quién no?

A Carlos Gaviria.

¿En qué momento deja de pensar en números?

Últimamente pienso más en letras que en números. Puede ser cosa de la edad.

Un libro, pero no de economía...

El viento de la Luna, de Antonia Muñoz Molina.

¿Usted es tan aburrido como dicen?

De pronto sí. Los tímidos somos aburridos, al menos de primerazo.

¿Qué le heredó a su padre Juan Felipe?

El gusto por la irreverencia y la independencia. Y quizás también por la impertinencia.

Por Ángela Botero Zuluaga

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