La condena esta semana a un médico en Valladolid (España) por el delito de homicidio por imprudencia profesional ha puesto una vez más sobre la mesa uno de los temas más sensibles y preocupantes tanto para los pacientes como para los trabajadores de la salud: los errores en la práctica médica.
La historia comenzó en febrero de 2002, cuando una paciente, casada, madre de dos hijos y quien se desempeñaba como policía en su localidad, tocó las puertas del Centro de Salud Valladolid Este. Se quejaba por la presencia de una masa en el lado derecho de su cuello. El médico consideró que se trataba de una simple afección bucal.
Pese al tratamiento inicial, la masa no desapareció. La mujer volvió repetidamente a consulta con el mismo médico, pero éste siguió desestimando la gravedad de los síntomas. El 20 de mayo de 2004, sin ver mejoría en su estado de salud, la paciente logró que la atendiera un especialista en cirugía maxilofacial. Un mes más tarde recibió una llamada que la derrumbó. La muestra enviada a patología indicaba que se trataba de un tumor maligno.
En el Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid fue intervenida, pero los cirujanos se mostraron pesimistas en el pronóstico, pues descubrieron que el tumor había hecho metástasis. La mujer falleció el 25 de febrero de 2005. Sus deudos, conscientes de la negligencia con que actuó el médico del centro de salud, interpusieron una acusación ante la Audiencia de Valladolid.
Este miércoles se conoció la sentencia del tribunal. El facultativo fue condenado a un año de cárcel, tres de inhabilitación y al pago de una indemnización de 200.000 euros a la familia de la paciente. No es el primer caso de un médico condenado penal y civilmente, pero el caso provocó revuelo al poner en evidencia los escenarios jurídicos cada vez más exigentes en los que deben trabajar los profesionales de la salud.
Ana María de Brigard, abogada especializada en derecho médico y directora de la especialización en esta rama de la Universidad Javeriana, reconoce que en Colombia los casos de reclamaciones médicas han ido creciendo exponencialmente. Sin estadísticas confiables al respecto, los más de 60 casos en sus manos son un indicio de la importancia que ha cobrado el tema en el país.
“Si el siglo XX fue el que procuró la seguridad en el transporte, el siglo XXI se ha caracterizado por la búsqueda de la seguridad sanitaria, que los servicios de salud no causen daños colaterales”, comenta la especialista.
El caso español resulta paradigmático, porque son pocos los países en los cuales ha hecho carrera demandar penalmente a los médicos. “En general, las personas buscan que las reclamaciones por responsabilidad médica sean a través de la responsabilidad civil. Buscan una indemnización por el daño ocasionado”, explica Brigard.
La especialista, dedicada exclusivamente a defender médicos y no reclamos de pacientes, plantea que las condenas por parte de la justicia no pretenden castigar el error médico que forma parte del ejercicio profesional, sino los descuidos al no ceñirse a los procedimientos establecidos o no recurrir a todas las herramientas a la mano. Dice que “si generamos desconfianza con los médicos, la gente va a terminar donde el Indio Amazónico”.