Todos los días, Ember Estefenn debe levantarse a las 4:30 de la mañana si quiere evitar los trancones y llegar a tiempo a su trabajo, en el otro extremo de la ciudad. Una rutina que comenzó hace tan sólo diez meses, cuando aceptó combinar su labor como médico psiquiatra con una exigente y desafiante tarea: dirigir el Gimnasio Sabio Caldas, uno de los 25 colegios en concesión que hay en Bogotá y que se encuentra ubicado en el barrio Arborizadora Alta, en la localidad de Ciudad Bolívar.
A pesar de tratarse de un sector de la capital golpeado por la violencia y la pobreza, en donde se recomienda a los visitantes abandonar el lugar antes de las 4:00 de la tarde para garantizar su seguridad, Estefenn no dudó un instante en aceptar la propuesta que le hizo el rector del Gimnasio Moderno, Juan Carlos Bayona, de abandonar su cargo como director de bachillerato, en el que se desempeñaba desde hacía varios años y que alternaba con sus consultas de psiquiatría, y convertirse en el rector de este centro educativo que administra el Moderno gracias a un convenio con el Gobierno Distrital.
No ha sido una tarea fácil. Enfrentarse a la cruda realidad que viven los más de mil estudiantes que asisten todos los días a clase fue más doloroso de lo que esperaba. Pero su fortaleza y la pasión que siente por escuchar y comprender a los jóvenes le permitieron, poco a poco, ganarse el respeto y el cariño de la comunidad. No le gusta que sus estudiantes le digan rector, prefiere que lo llamen por su nombre y que lo saluden con un golpe en la espalda o en el hombro, pues cree que así la comunicación es más sincera y directa.
Los años que duró trabajando con los estudiantes del Gimnasio Moderno, del cual se graduó como bachiller, le ayudaron a formarse como educador y le permitieron entender mejor el mundo de los adolescentes, sus pensamientos, deseos y tristezas. Por eso en el Sabio Caldas los alumnos no le temen a su figura de autoridad y por el contrario han encontrado en él un apoyo para sortear los problemas que los aquejan constantemente. Algunos lo buscan para confesarle que son maltratados y abusados físicamente en sus casas, otros simplemente quieren que los ayude a nivelarse académicamente para no perder el año.
“Uno de mis hermanos está en la cárcel y al otro le tocó prestar servicio militar. Mi mamá dice que lo único que podría tranquilizarla es que pase el año, pero me lo voy tirando”, le comentó preocupado hace algunos días uno de los estudiantes de grado noveno, en donde Estefenn dicta clases de Ética todos los miércoles.
Sus dos celulares y el par de teléfonos fijos que tiene en la oficina de la rectoría timbran constantemente. En repetidas ocasiones se trata de malas noticias. Como las que recibió durante la mañana que fuimos a realizar esta entrevista. Primero le informaron que John Freddy, uno de sus estudiantes, está en condiciones críticas de salud debido a una sobredosis de droga. A los pocos segundos su secretaria le avisó que la mamá de Astrid Andrea, una joven de noveno grado, quería verlo para contarle que su hija había tomado un tarro de veneno para ratas. Lleno de preocupación, Estefenn se puso al frente de ambos casos.
Aunque hace poco le ofrecieron la rectoría de un prestigioso colegio al norte de la capital, este médico psiquiatra de 36 años y futuro padre declinó la propuesta, pues cree que por ahora su lugar está en el Sabio Caldas, al lado de los jóvenes y padres de familia de una de los barrios más necesitados de la sociedad bogotana.