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Durante el colegio es común que entre los grados 9° y 11°, los estudiantes tengan un espacio para crear el famoso proyecto de vida, ese en el que las metas a corto, mediano y largo plazo son las protagonistas. Cuántos no recuerdan, por ejemplo, con qué carrera soñaron o en qué parte del mundo estarían haciendo realidad lo que plasmaron en esas hojas, metas que quizás algunos lograron alcanzar o por el contrario, ese proyecto de vida tomó algún giro.
Sin importar lo que haya sucedido, ese proyecto de vida no solo es una herramienta clave en el colegio, sino un determinante en la vida profesional. Poco se habla de proyecto de vida laboral, el concepto es reciente; pero ha formado parte de los enunciados teóricos y conceptuales que han rodeado aspectos como desempeño laboral, productividad, rendimiento, satisfacción, salud y calidad de vida.
Para poder entender su importancia, lo primero que se debe considerar es la relevancia que tiene el trabajo en el desarrollo del ser humano. Pues éste forma parte de sus áreas de ajuste, influye en la salud física, emocional y mental, así como en el desarrollo social.
El trabajo contribuye con el desarrollo de su identidad, le facilita su realización personal, le permite adquirir nuevos conocimientos y desarrollar nuevas destrezas. “Así como ofrecer la posibilidad de interactuar, conocer nuevas personas y establecer relaciones que se pueden llegar a constituir en fuentes de apoyo social”, señala la profesora Yolanda Sierra Castellanos, directora de la Especialización Psicología Organizacional y de la Seguridad y Salud en el Trabajo de la Universidad El Bosque.
Esto hace que el trabajo forme parte activa del proyecto de vida de las personas, por lo que su proyecto de vida laboral deberá estar alineado a su proyecto de vida personal e involucra todas las decisiones que tomará a lo largo de su vida, sus aptitudes, intereses, preferencias y motivaciones. Por eso, el proyecto de vida laboral se va consolidando desde muy temprano en la vida de las personas y de su capacidad para fijarse objetivos, trazarse metas y trabajar hacia ellas, así como de adaptarse a las diferentes situaciones que tendrá que enfrentar. Y del aprender de las experiencias vividas dependerá su satisfacción con el trabajo y lo que éste le aporte a su proyecto de vida personal.
Se trata de un proyecto vital, “y un reto con mayúsculas, capaz de superar el pesimismo y la ausencia de propósito que se alcanza a observar en la juventud”, señala el profesor Iván Anzola Castillo, coordinador del Área de Administración de Empresas de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad El Bosque, quien explica que se debería apostarle a la fraternidad para rescatar lo mejor de las personas y acompañarlas a encontrar ese sentido de vida que impacte de forma positiva en la sociedad.
El reto está en que se tomen decisiones educativas, económicas, sociales, culturales y otras, en donde se pueda aportar a ese proyecto laboral que les va a permitir a los profesionales mirar en donde pueden buscar oportunidades laborales, identificar sus talentos, soñar con los escenarios en donde se quieren desempeñar; si dentro o fuera del país, o si en vez de querer ser empleados le apuestan a un emprendimiento.
Tener claro este panorama, es un gran paso para que los profesionales puedan alcanzar sus objetivos y no se frustren en el camino. Siempre será mejor visualizar qué es lo que cada uno quiere. Así poder actuar para cumplir los objetivos y eso es lo que hace el proyecto de vida laboral; en el que, además, se deben contemplar aspectos que no son únicamente de inteligencia (aunque juega un papel importante en el éxito del proyecto de vida laboral de las personas, no es suficiente); influyen otros factores que se requieren desarrollar durante la vida académica y profesional.
“Son habilidades que trascienden y que nos permite como persona alcanzar esas metas propuestas, pero siendo conscientes del entorno que nos rodea”, dice Yolanda Sierra, quien menciona varios ítems determinantes en la carrera profesional que se enfocan en el alto sentido de la ética y la moral, que se reflejará en la honestidad consigo mismo y con todos los que le rodean, permitiéndole establecer relaciones basadas en el respeto a la diferencia, a saber:
El autoconocimiento y autorreflexión permanentes, que le permitirá a cada uno identificar sus potenciales y oportunidades de mejoramiento y trabajar hacia ellos; la percepción positiva que tenga de sí mismo, autoimagen y autoestima, le facilitará competir con ética, calidad y transparencia.
La flexibilidad mental con que cuente para adaptarse al cambio y fijar nuevos objetivos cuando esto sea necesario. La perseverancia, pasión y tesón con que emprenda todos sus proyectos, fortalecerá su capacidad para leer el entorno; y el optimismo y tolerancia a la frustración cuando las cosas no salgan como estaban planeadas, para convertir éstas, en lecciones aprendidas y capitalizarlas a su favor.
El proyecto de vida laboral se va consolidando con el tiempo. Las generaciones anteriores concebían que éste se daría en una o máximo dos organizaciones. Para las nuevas generaciones, sus escenarios laborales son globales y no tienen fronteras. La Academia, tiene la responsabilidad de facilitar herramientas para esa vida profesional que requiere varias competencias.
Por eso, la Universidad el Bosque desde su enfoque bio-psico-social-cultural y trascendente “adelanta programas formativos que abordan todas estas áreas que contribuyen a potenciar un talento humano que pretende la búsqueda de la verdad y de la excelencia para el beneficio y competitividad de nuestros profesionales y de toda la sociedad colombiana con visión universal”, puntualiza Iván Anzola Castillo.