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1. Planifica tus excusas
Cuando hables con uno de estos sujetos que no tienes opción de evadir, ten claro mentalmente cuánto es el tiempo máximo que soportarías escucharle sin desesperarte. ¡Y, por favor, aguanta un poquito más de lo usual para que desarrolles la virtud de la paciencia! Y una vez se cumpla el tiempo límite, ve preparado con un par de excusas que justifiquen irte pronto. Por ejemplo: apenas comience la conversación miras tu reloj y dices: “Perdón, me acabo de dar cuenta que tengo que hacer una llamada en diez minutos, pero sigue contándome”.
2. Carga un objeto que puedas dejar caer
Cuando ya no aguantes más, deja caer algo que tengas en la mano, preferiblemente que haga mucho ruido. Un sonido inesperado impacta drásticamente la concentración. ¿Te has dado cuenta de que cuando conversas con alguien y de repente hay un ruido inesperado, la conversación se paraliza automáticamente? Cuanto más fuerte el ruido, más se desvía la conversación.
Obvio que no vas a llevar contigo explosivos ni fuegos artificiales, pero qué tal si haces como yo, que tengo un llavero con cascabel que dejo caer en casos de emergencia cuando necesito cambiar de tema o huir je, je, je.
3. La estrategia de mi ex
Siempre que quería darle cierre a una conversación interminable de esas en las que el otro sigue repitiendo lo que ya se había hablado muchas veces, pero no se despide, mi exesposo, Bill Marín, que en paz descanse, sin interrumpirlo estiraba su mano y la otra persona instintivamente le estrechaba la mano y como por arte de magia concluía lo que estaba diciendo, y en ese momento Bill aprovechaba para despedirse. En mi caso cuando empleo esta táctica, en vez de estirar la mano, doy un fuerte abrazo y produce el mismo efecto.
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