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Qué hago para que se calle

Todos conocemos a una persona que habla hasta por los codos y no sabemos cómo callarla educadamente. A veces es un familiar, amigo o compañero de trabajo que lamentablemente “te lo tienes que aguantar”, cuando realmente lo que quisieras hacer es salir corriendo en dirección opuesta. Hasta el día de hoy no existe una manera educada de decirle a otro “cállate la boca”. Por eso hoy traigo mis mejores trucos que te ayudarán a que salgas fácil de los tan temidos “loros”.

El Espectador
29 de febrero de 2020 - 12:50 a. m.
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1. Planifica tus excusas

Cuando hables con uno de estos sujetos que no tienes opción de evadir, ten claro mentalmente cuánto es el tiempo máximo que soportarías escucharle sin desesperarte. ¡Y, por favor, aguanta un poquito más de lo usual para que desarrolles la virtud de la paciencia! Y una vez se cumpla el tiempo límite, ve preparado con un par de excusas que justifiquen irte pronto. Por ejemplo: apenas comience la conversación miras tu reloj y dices: “Perdón, me acabo de dar cuenta que tengo que hacer una llamada en diez minutos, pero sigue contándome”.

2. Carga un objeto que puedas dejar caer

Cuando ya no aguantes más, deja caer algo que tengas en la mano, preferiblemente que haga mucho ruido. Un sonido inesperado impacta drásticamente la concentración. ¿Te has dado cuenta de que cuando conversas con alguien y de repente hay un ruido inesperado, la conversación se paraliza automáticamente? Cuanto más fuerte el ruido, más se desvía la conversación.

Obvio que no vas a llevar contigo explosivos ni fuegos artificiales, pero qué tal si haces como yo, que tengo un llavero con cascabel que dejo caer en casos de emergencia cuando necesito cambiar de tema o huir je, je, je.

3. La estrategia de mi ex

Siempre que quería darle cierre a una conversación interminable de esas en las que el otro sigue repitiendo lo que ya se había hablado muchas veces, pero no se despide, mi exesposo, Bill Marín, que en paz descanse, sin interrumpirlo estiraba su mano y la otra persona instintivamente le estrechaba la mano y como por arte de magia concluía lo que estaba diciendo, y en ese momento Bill aprovechaba para despedirse. En mi caso cuando empleo esta táctica, en vez de estirar la mano, doy un fuerte abrazo y produce el mismo efecto.

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Por El Espectador

 

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