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Que vuelva el Niño Dios

Mejor dicho: que se vaya Papá Noel. Puede quedarse, claro que sí, en calidad de muñeco graciosamente ornamental, pero no con ese carácter de símbolo (“mito insensato” lo ha llamado recientemente una revista comercial) que ya tiende a adquirir en perjuicio del Niño Dios.

Gonzalo González (Diciembre de 1949)
23 de diciembre de 2011 - 07:35 p. m.

No es que el Niño Dios se haya ido, pero su antiguo predominio espiritual en el adviento decembrino ha quedado reducido a la sencilla y candorosa invocación de novenarios y villancicos. Mas no basta con cantarle durante nueve noches el “A la Nanita Nana”. Hay que devolverle todos los palmos de terreno perdido, restaurar la disfrutada tradición que hace apenas unos pocos años se afirmaba en torno a su divina presencia.

Entre el Niño Dios y Papá Noel no puede haber convivencia, por impedimento de mixta religión.

Además, el anciano teutón es un turista transeúnte que no viene a gastar un solo centavo pero sí a comprometer a todo el mundo a que gaste lo que tenga. El Niño Dios, en materia de aguinaldo, nos enseña que basta con los regalos que caben en una sola media. Papá Noel, en cambio, induce al despilfarro: lleva terciado al hombro todo un talego repleto, como signo de una abundancia que sólo, mentirosamente, crea.

Además, Papá Noel es de una excesiva frivolidad pagana. Y ríe de todo y en toda ocasión, aún en aquellas Nochebuenas definitivamente malas. Ríe sin importarle un ardite que haya hogares sin fuego prendido a las 12 de la noche pascual, pues él sólo se entra a los hogares con hogar, que son los de la gente bien. A los otros no, pues no tienen chimenea. El Niño Dios, en cambio, permanece en su inalterable seriedad angelical, no sólo porque los santos jamás sonríen, sino, especialmente, porque sabe que en diciembre no todo es carnaval papanoelesco, y que no está la alegría en el corazón de todos los niños esa noche.

Si un chiquillo desvalido recibe un tosco juguetico para un jubiloso amanecer de Nochebuena, podremos asegurar que el regalo fue del Niño Dios, no de Papá Noel, pero si un buen padre de familia ha consumido en obsequios su prima de Navidad entera, esa se la tragó Papá Noel, no el Niño Dios. Que se vaya, pues, el nonagenario dilapidador y venga de nuevo el adolescente celestial.


Gonzalo González

Publicó su amena y leída columna ‘Preguntas y Respuestas’, desde 1946. Al cabo de siete años recibió más de 10.000 cartas de sus lectores. En alguna ocasión promovió una expedición para colonizar las selvas del Baudó. Invitó a cinco de sus lectores a que lo acompañaran en la travesía y se ofrecieron más de 200 colombianos.

Por Gonzalo González (Diciembre de 1949)

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