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Robot sumo, los otros colombianos mundialistas

Colombia no solo clasificó al mundial de fútbol, también lo hizo a la mayor competencia de robot sumo del mundo.

Rafa G. Escalona
14 de octubre de 2017 - 09:26 p. m.
Daniel Tocua, estudiante de ingeniería
Daniel Tocua, estudiante de ingeniería
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Entre la parafernalia de los disfraces de cosplay y los stands con juegos de rol, el Salón del Ocio y la Fama (SOFA), que se celebra este fin de semana en Bogotá, acoge una exposición de la Uniagraria.

Allí se encuentra una plataforma de aprendizaje de mecatrónica, una máquina que permite cortar y tallar madera con los diseños más increíbles sin que represente esfuerzo alguno, brazos robóticos, robots bípedos y a Daniel Tocua, estudiante de décimo semestre de Mecatrónica que ostenta el curioso título de campeón nacional de robot sumo.

Junto a Jason Salazar, quien estudia ingeniería en control en la Universidad Distrital, Daniel representará a Colombia en el All Japan Robot-Sumo Tournament, el mundial de los torneos de combate de robots sumo que se celebrará en Japón en el mes de diciembre. Durante el sábado y domingo, ambos participarán en el evento Robotic People, en el marco del SOFA, donde presentarán 10 robots diferentes en 3 categorías: sumo autónomo, sumo radiocontrolado (RC) y minisumo.

Para quienes se pregunten cómo funciona un torneo de robot sumo, visualicen un par de robots en forma de cubos de 20x20 centímetros y 3 kilogramos de peso, intentando sacarse por fuera de una superficie circular de metro y medio de diámetro. Cuando un robot toca fuera del círculo el contrario gana un punto, y gana el combate el que consiga dos puntos de tres.

Para Daniel, su inmersión en el mundo de la robótica fue resultado de la curiosidad y empeño. Luego de pasarse la infancia rompiendo los objetos para ver qué había dentro e intentar recomponerlos, en algún punto sus profesores detectaron oportunamente su vocación y esto lo llevó al campo de la ingeniería. “Sentí que esto era lo mío cuando empecé a buscar el porqué de las cosas y cómo funcionaban los componentes electrónicos”, dijo.

Cuando se adentró en el tema de los combates conoció a Jason, quien tiene varios años más de experiencia en torneos de robot sumo. Decidieron juntar fuerzas para participar en el Runibot 2017, la competencia nacional de la especialidad, y allí ganaron en las categorías de robot sumo remoto y robot sumo RC. Fue esa victoria la que les permitió obtener un pase directo para el mundial de robótica.

Hasta el momento el trabajo en equipo les ha funcionado bien, porque pueden diseñar metas comunes y aportar cada una desde sus especialidades: Daniel desde la parte mecánica y de ensamblaje, y Jason en la electrónica y la programación.

Aunque Colombia no es precisamente una novata en estas lides –el año anterior un equipo de la Universitaria de Investigación y Desarrollo de Bucaramanga fue subcampeón mundial y el propio Jason alcanzó el cuarto puesto en la competición–, dedicarse a los combates de robot sumo sigue siendo una tarea compleja desde el punto de vista económico.

“La mayoría de estos proyectos los financiamos con nuestros propios bolsillos”, explica Daniel, “a pesar de los éxitos recientes es complicado conseguir fondos para esto. Pero esto se hace con pasión y sacrificios. Cualquier pesito que tenga lo invierto en mis robots. Digamos, si te esfuerzas para comprarte el último celular, ese mismo esfuerzo lo puedes hacer para comprar el último microcontrolador. Por fortuna para el torneo en Japón he tenido apoyo de mi universidad”.

A diferencia de Jason, que ha participado tres veces, esta será la primera vez de Daniel en un campeonato mundial, y la alegría lo desborda. “¡Pasamos al mundial!”, repite a cada tanto, con la misma pasión que siente un hincha al saber que su selección estará en el mayor campeonato de fútbol.

“El simple hecho de estar allá parados es algo; vamos a encontrarnos con los mejores del mundo”, comenta. “No importa si ganamos o perdemos, nada más saber que somos los peores entre los mejores es tremendo. La verdadera satisfacción llega con el esfuerzo realizado durante el proceso de desarrollo del robot”, concluyó.

Por Rafa G. Escalona

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