Hace 33 años la American Helicopter Society lanzó un reto para todos los aficionados y profesionales de la aviación: crear un helicóptero impulsado tan sólo con fuerza humana.
Durante años el premio se declaró desierto pues ningún equipo de ingenieros logró cumplir la meta de elevar la máquina a tres metros del suelo y volar durante 60 segundos.
Esta semana un grupo por fin lo superó. Se trata de la compañía AeroVelo, que en una cancha de fútbol de Ontario, Canadá, demostró que sí era posible construir una máquina con esas condiciones. Más allá de los US$250.000 que ofrecía el Premio Sikorsky Prizey, al grupo de ingenieros y diseñadores les quedó la satisfacción de ser los primeros en cumplir el sueño que siglos atrás persiguió Leonardo da Vinci.
El Atlas, como fue bautizado el helicóptero ganador, tiene una longitud de 58 metros y pesa 52 kilogramos. Cuenta con cuatro rotores que son impulsados por un piloto que pedalea en una bicicleta de fibra de carbono.
“Desde un punto de vista aerodinámico, se requiere mucha energía para despegar”, explicó a National Geographic Bill Patterson, profesor de ingeniería de Cal Poly San Luis Obispo y líder del grupo que construyó el primero de estos vehículos que lograron volar, pero que no cumplió con las exigencias del concurso.
Según el experto, es muy difícil lograr un equilibrio entre el tamaño, el peso y la capacidad de control. Al menos lo era hasta que el Atlas despegó.