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Una libertad ambigua

El informe anual de Freedom House sobre libertad de expresión abre mil preguntas, por ejemplo: ¿qué tan cierto es que el comunismo y el islam son sinónimos de represión?

Juan Villamil
12 de mayo de 2013 - 09:00 p. m.

Hace 40 años, la organización Freedom House publicó su primer reporte anual La libertad en el mundo, en el que se analizaron los derechos políticos y las libertades civiles en más de 150 países. Desde entonces, el impacto de Freedom House se ha ido extendiendo hasta convertir su reporte anual en un referente obligatorio para académicos, periodistas y políticos. El documento más reciente fue publicado hace dos semanas, el 1º de mayo, y ya está causando un gran barullo a su alrededor. ¿Cuánto de cierto hay en la aparente “volatilidad” de las libertades en Medio Oriente, y en cambio de su tendencia al alza en Occidente? ¿Cuánto de cierto en que el comunismo y el islam son sinónimos de represión? Lean y juzguen ustedes mismos.

El informe La libertad en el mundo de 2013 evaluó a 195 países y 14 territorios en disputa. Su metodología, a simple vista blindada contra erratas, coteja análisis realizados por expertos y datos numéricos recolectados en cada país. En la variable derechos políticos se consideran el proceso electoral, el pluralismo político y el funcionamiento del aparato gubernamental. En libertades civiles se observan la libertad de expresión y creencias, el derecho a la asociación y la organización, el estado de derecho y la autonomía individual. De estas siete subcategorías se obtiene una cifra entre 1 y 7, donde el extremo inferior representa la mayor libertad y el extremo superior la represión. Las categorías asignadas a partir de esta medición son: Libre (1 - 2,5), Parcialmente libre (3 - 5) y Sin libertad (5,5 - 7).

Para Freedom House, en Medio Oriente debe recaer buena parte de toda la atención debido a su notable tendencia a la inestabilidad: 2012 fue testigo del choque violento entre movimientos civiles que exigen la democracia contra regímenes que buscan perpetuarse a la fuerza. Medio Oriente sería, por lo tanto, responsable directo del declive general de la libertad en el mundo, si bien durante los últimos siete años esa ha sido la tendencia global. Sin embargo, países como Egipto —que recientemente derrocó a la dictadura de Hosni Mubarak— obtienen mejores puntuaciones, como Túnez y Libia, que dan pasos de avanzada hacia la consolidación de la democracia.

En el ámbito mundial, el informe resalta que en los últimos cinco años hubo una mejoría en cuanto a procesos electorales y pluralismo político. No obstante, en ese mismo período otros medidores entraron en depresión: la libertad de prensa, la libertad de asociación, los derechos de las ONG, la igualdad jurídica, la protección al medio ambiente y los derechos de las mujeres y la población LGTBI. Los países en los que estas variables sufrieron la mayor caída fueron Rusia, Venezuela e Irán. El caso ruso merece una mención especial: las libertades, al menos estadísticamente hablando, decrecieron desde el regreso de Vladimir Putin al poder.

Algunos países de Europa Oriental continúan en el fondo de la lista. Son considerados estados represivos Uzbekistán, Turkmenistán y Bielorrusia. Sobre China el informe es, por así decirlo, sutil: menciona la “esperanza” de que los nuevos líderes del Partido Comunista sean más próximos a las libertades individuales, pero no deja de resaltar las múltiples denuncias sobre restricciones al acceso en la web.

Este informe goza de gran prestigio y difusión. Sus datos son replicados, analizados, usados en campaña por partidos políticos. Pero tal vez valga la pena contrastar algunos de sus propios análisis y algo de su historia.

Llama poderosamente la atención que el informe dedique apartados completos a mencionar las falencias —bien documentadas— que se reportan en países como Venezuela, Ecuador y México (que sigue siendo uno de los más peligrosos para ejercer el periodismo). Esos tres países obtienen la calificación de Parcialmente libres; igual que Colombia, con la diferencia de que al menos Ecuador y México tiene mejores cifras netas (3 puntos en cada categoría, derechos políticos y libertades civiles).

Otro aspecto del informe que debe ser revisado con suma atención es su referencia al mundo islámico. Como lo hace notar Benazir Bhutto en su libro Reconciliación: el islam, la democracia y el mundo occidental (2007), no se puede equiparar a países de mayoría musulmana árabe con países de mayoría musulmana no árabe. Según las fuentes citadas por Bhutto, que hacen referencia específicamente a los informes de Freedom House, los “resultados sugieren que el éxito de la democracia dentro de ciertos estados tiene menos que ver con el hecho de tener una mayoría musulmana de lo que habían creído anteriormente los analistas occidentales”.

Es posible que estas formas de análisis expuestas por el informe La libertad en el mundo estén permeadas por intereses no particulares, pero sí ideológicos. No se puede ignorar que Freedom House fue creada en 1941 en Estados Unidos, gracias al apoyo del gobierno de ese país, como una institución más que hiciera oposición al comunismo, y posteriormente a los gobiernos contrarios a sus intereses como nación. Tal vez por eso Estados Unidos sobresale en el informe con la puntuación perfecta: el país más libre del mundo.

Juzguen ustedes mismos.

Por Juan Villamil

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