En los últimos días el oeste de Canadá y Estados Unidos ha sido golpeado por una fuerte ola de calor, con temperaturas insoportables, que han provocado la muerte de más de un centenar de personas, el aumento de hospitalizaciones y múltiples incendios forestales. (Le puede interesar: Ola de calor en Canadá: ¿Culpable de más de cien muertes?)
A este calor extremo, que ha alcanzado temperaturas de más de 45 grados, se le suma una prolongada sequía que favorece el riesgo de incendios. Según el mandatario norteamericano, Joe Biden, actualmente hay 36 focos activos en los estados de la costa del Pacífico. En Canadá, por su parte, la histórica ola de calor ha batido múltiples récords incluso en un mismo día. El lunes, por ejemplo, se rompieron 60 récords seguidos.
En el pueblo de Leytton, a 250 kilómetros de Vancouver, se estableció este martes un récord histórico de temperatura máxima, con 49,6 grados, cuando sus temperaturas habituales en esta época son de 24 grados. En ese territorio y zonas aledañas, han fallecido al menos 134 personas repentinamente desde el viernes pasado. “Creemos que el calor ha contribuido a la mayoría de las muertes”, dijo la policía federal, añadiendo que las personas mayores han sido las más afectadas. (En contexto: Una ola de calor sin precedentes azota el noroeste de EE.UU.)
La situación es tan crítica que algunos municipios han creado “centros de refrigeración”, dotados de aire acondicionado y nebulizadores de agua. Asimismo, las autoridades están pidiendo a la población que reduzca al máximo sus salidas, y escuelas y campañas de vacunación se han visto suspendidas.
¿Por qué se producen estas olas de calor?
Las olas de calor son un fenómeno climático extremo (como el fenómeno de La Niña y El Niño), que se produce habitualmente en verano, y que provoca temperaturas anormalmente altas que se mantienen durante varios días, llegando a ser peligrosas. Aunque se trata de un fenómeno natural, en los últimos años científicos y expertos han alertado que cada vez son más frecuentes, con temperaturas más altas, y en periodos más largos.
Así como el océano, la atmósfera terrestre tiene movimiento, no es estática. Las corrientes de aire son representadas por los meteorólogos con ondas; y a veces esas ondas, que llevan corrientes de aire frío o caliente, invaden otras regiones. (Puede leer: Los incendios en el oeste de EE. UU. crecen durante la ola de calor)
En pocas palabras, las olas de calor se forman cuando en la tropósfera (esa capa de la atmósfera que está en contacto con la superficie de la Tierra) aumenta la presión, haciendo que el aire permanezca en una misma región durante varios días e, incluso, semanas.
Saltándonos los detalles técnicos, el aire de esa capa se hunde hacia la superficie, actuando como una cúpula o una capa que cubre la atmósfera. Como los patrones climáticos de verano cambian generalmente más lento que en otras estaciones, esta alta presión también se mueve lentamente, haciendo que la cúpula formada atrape y acumule el calor que se produce en la Tierra, formando una masa de aire cálido y haciendo que se experimente una ola de calor.
Según el Servicio Estatal de Meteorología de Estados Unidos, una ola de calor se forma cuando una masa de aire cálido permanece durante varios días consecutivos encima de una misma región, haciendo que las temperaturas se eleven hasta niveles máximos poco habituales.
La Organización Meteorológica Mundial ha advertido esta semana que el cambio climático, y las altas concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, están aumentando estos episodios de temperaturas extremas, generando como consecuencia estas oleadas más frecuentes e intensas. Su previsión es que, en este caso, sigan superándose los 45 grados, al menos hasta el viernes, en las regiones afectadas.
Amenazas a la salud
Cuando nuestros cuerpos sienten calor, intentan disiparlo a través de diferentes mecanismos. Uno de ellos es, por ejemplo, perdiendo agua a través de la piel y las glándulas sudoríparas, es decir, sudando.
La velocidad de la circulación sanguínea también aumenta porque, a medida que el cuerpo se calienta, comienza a bombear más sangre y los vasos sanguíneos se dilatan para regular ese aumento del flujo sanguíneo. Por eso, ante las fuertes olas de calor, las personas pueden deshidratarse o sufrir problemas cardiovasculares debido a estos cambios bruscos de temperatura.
“Las temperaturas extremas representan una gran amenaza para la salud de las personas, la agricultura y el medio ambiente”, advertía la OMM. Por eso, las autoridades recomiendan reducir a mínimo las salidas, beber mucho líquido (incluso si no se tiene sed) y extremar precauciones para evitar golpes de calor. Las personas mayores y los niños son, generalmente, la población más vulnerable ante este fenómeno.