Un grupo de investigadores liderado por la Universidad de Florida, en Estados Unidos, encontró una forma más precisa de contar especies silvestres usando drones. Gracias a esta tecnología, lograron conocer dónde anida la tortuga más grande del mundo, un dato clave para la conservación de la especie.
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Según el estudio, publicado en el Journal of Applied Ecology, el hallazgo se dio en el río Guaporé, en plena Amazonía, donde se documentaron más de 41.000 tortugas gigantes de río sudamericanas (Podocnemis expansa), una de las especies de agua dulce más grandes del mundo.
Estas tortugas son acuáticas. Las hembras apenas salen del agua para tomar el sol o, en temporada seca, para desovar. Pueden poner entre 50 y 150 huevos en nidos comunes, lo que las vuelve especialmente vulnerables a la caza furtiva: su carne y huevos son codiciados en el mercado negro.
Ismael Brack, investigador postdoctoral de la Facultad de Ciencias Forestales, Pesqueras y Geomáticas del Instituto de Ciencias Agrícolas y Alimentarias de la UF (UF/IFAS), explicó en un comunicado que las imágenes aéreas tomadas con drones ofrecieron una forma más eficiente, rápida y menos invasiva de monitorear la fauna.
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Brack contó que este proyecto comenzó con investigadores de Wildlife Conservation Society (WCS) en Brasil, Colombia y Bolivia. Gracias a esta organización, conoció durante una conferencia a un grupo de científicos que le explicaron cómo podía usar drones para contabilizar las tortugas.
La herramienta principal de este estudio fueron los ortomosaicos, que son imágenes georreferenciadas de alta resolución que se obtienen al unir cientos de fotos aéreas. Sin embargo, los investigadores detectaron que este método podía fallar, pues los animales se mueven, y eso puede generar errores de conteo, como duplicaciones o individuos omitidos.
Para mejorar los resultados, el equipo marcó con pintura blanca los caparazones de 1.187 tortugas en un banco de arena del río Guaporé. Durante 12 días, un dron sobrevoló esta zona, tomando más de 1.500 fotos. Luego, mediante un software especializado, identificaron si las tortugas marcadas estaban presentes, si caminaban o anidaban, y usaron esa información para construir modelos estadísticos que corrigieran los errores de observación.
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Los resultados fueron reveladores. Solo el 35 % de las tortugas que utilizaron el banco de arena fueron captadas durante los vuelos. Además, el 20 % de las tortugas caminando aparecieron múltiples veces en las imágenes, algunas hasta siete veces, lo que habría provocado que las cifras variaran drásticamente.
“Esto representa un gran reto para la conservación. Si los científicos no pueden contar con precisión cuántos individuos hay, ¿cómo sabrán si una población está en riesgo o si los programas de protección funcionan?”, plantearon los autores del estudio.
Ahora, el equipo de investigación planea perfeccionar los métodos de monitoreo, realizando vuelos adicionales con drones en el sitio de anidación del río Guaporé y en otros países donde hace presencia esta tortuga. “Si bien este método se emplea para el conteo de tortugas, también podría aplicarse a otras especies”, concluyó.
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