Una nueva ventana de esperanza se abre para la Amazonia con la realización de la cumbre de presidentes que tendrá lugar los días 7 y 8 de agosto en la ciudad de Belén Do Pará (Brasil). Esta reunión de alto nivel convoca a jefes de Estado y autoridades ambientales de los ocho países que, en mayor o menor extensión, ejercen soberanía sobre esa región con los propósitos de “debatir cómo atraer inversiones, combatir la deforestación, proteger a los pueblos indígenas y fomentar el desarrollo sostenible frente al cambio climático”. (Puede leer: Piense en la Amazonia la próxima vez que abra el grifo en Bogotá)
Esta no es la primera conferencia transnacional que se reúne con el objetivo de deliberar sobre la urgencia de actuar para detener el cambio climático y, particularmente, para examinar la importancia que tienen la Amazonia y las selvas tropicales en la lucha contra el cambio climático. Y, sin embargo, aún no vemos resultados ciertos. Por ello, resulta inevitable mirar con escepticismo esta cumbre.
Pero no podemos perder la esperanza. Todo lo contrario: tenemos que mantenernos firmes y decirles a los gobiernos con voz alta, clara y severa que no pueden eludir más la responsabilidad de escuchar las advertencias de ciudadanos y científicos y el deber de responder a la crisis ambiental con un cambio total en su forma de abordar los desafíos que presenta la protección y restauración de la selva amazónica y de atender las justas exigencias de sus habitantes. (Le puede interesar: El primer mapa oficial en Colombia en una lengua indígena en peligro de desaparecer)
La crisis de la deforestación no solamente causa una grave crisis ambiental. También produce una profunda crisis de derechos humanos. Las consecuencias de la deforestación atentan contra el derecho de las personas a vivir dignamente porque priva a pueblos indígenas y comunidades campesinas del derecho a acceder a los bienes materiales y espirituales que necesitan para vivir en un mundo libre del temor y de la miseria como lo proclama la aspiración de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Las autoridades deben comprometerse a alcanzar la deforestación cero para 2030; a reconocer los derechos de los pueblos indígenas al territorio; a combatir los delitos ambientales; y a invertir en un desarrollo sostenible integral. Las respuestas de los Estados a los desafíos que enfrentan la Amazonia y sus pobladores tienen que estar orientadas por la búsqueda de la justicia ambiental y de la justicia social. (También puede leer: Petro se reunió con el director de la Nasa, ¿de qué hablaron?)
Justicia ambiental en respuesta a las cargas desproporcionadas que deben soportar las comunidades más vulnerables y marginadas como consecuencia de las violaciones del derecho al ambiente sano. Justicia social para superar las situaciones que excluyen a las personas del disfrute de los derechos humanos. La realización de esta justicia demanda garantizar que todas las personas gocen de las mismas posibilidades de acceso a los beneficios del desarrollo en un contexto de interculturalidad y pluralismo y de respeto por las minorías.
Los miembros de IRI presentes en Colombia compartimos el compromiso moral de lograr que el cuidado de la Amazonia constituya una prioridad ética de la sociedad y de los Estados. También compartimos el compromiso de contribuir a transformar las situaciones de injusticia social que causa la deforestación del ecosistema amazónico. (Puede interesarle: Bolsas de plátano y yuca para detener la contaminación plástica en el Amazonas)
Los líderes que firmamos este llamado lo hacemos desde perspectivas diferentes pero unidos por aquel propósito común. Desde la perspectiva científica entendemos que la deforestación es una de las causas del cambio climático. Desde la perspectiva espiritual reconocemos que restaurar la Casa Común es proteger el hogar de las generaciones futuras. Desde la perspectiva de la acción ambientalista reconocemos que poner fin a la violencia contra los pueblos indígenas es condición para detener la pérdida de la selva amazónica. Pero todos comprendemos que el momento de actuar decididamente por la Amazonia es ahora.
Sí. A pesar de las muchas decepciones tenemos esperanza y confianza en los resultados que la próxima cumbre presidencial puede lograr. Y estaremos listos a redoblar esfuerzos para ayudar a hacer avanzar las nuevas políticas que salvarán la Amazonia.
*Obispo Francisco Duque Gómez, presidente Consejo Interreligioso de Colombia.
Dr. Germán Poveda, profesor Universidad Nacional.
Sr. Oswaldo Muca Castizo, Coordinador General OPIAC.