Las aves juegan un papel clave para el ecosistema y para el hombre. No solo son polinizadoras, dispersoras de semillas e ingenieras de ecosistemas que facilitan el mantenimiento de la biodiversidad, también apoyan esfuerzos humanos como el de la agricultura sostenible con el control de plagas. Tienen valores simbólicos y artísticos y su observación es un pasatiempo mundial que practican millones de personas en el mundo. Por su importancia es que preocupa que el 48% de las especies de aves existentes en todo el mundo estén experimentando disminuciones de población.
Así lo señala un grupo de investigadores en un estudio publicado en la revista Annual Review of Environment and Resources. En contraste, un 39% de especies tiene un comportamiento estable y solo un 6% está mostrando tendencias crecientes de población (del 7% de especies se desconoce el comportamiento). “Ahora estamos presenciando los primeros signos de una nueva ola de extinciones de especies de aves distribuidas continentalmente” dijo Alexander Lees, autor principal, citado por el portal de ciencia, Phys.org. Aunque la disminución es global, hay tendencias particulares.
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En América del Norte y Europa, donde la investigación sobre población de aves es más regular que en el resto de planeta, los datos fueron más preocupantes. En América del Norte los científicos informaron que el 57 % de las especies exhibieron tendencias decrecientes (303 de 529 especies). Allí se han perdido, desde 1970, casi 3.000 millones de aves individuales. En la Unión Europea la situación es similar: 378 especies indican una disminución general de entre el 17% y el 19 % entre 1980 y 2017. En ambas regiones del planeta la reducción más grave la sufrieron las aves migratorias.
A nivel global las latitudes tropicales concentraron la mayor parte de aves amenazadas, justamente la zona que tiene mayor riqueza en lo que se refiere a diversidad de especies. Los Andes tropicales, el sureste de Brasil, el este del Himalaya, el este de Madagascar y las islas del sudeste asiático fueron los lugares con mayores problemas. Una muestra de esto es que aunque todos los países y territorios del mundo albergan al menos una especie de ave amenazada a nivel mundial, diez tienen más de 75, con Brasil e Indonesia encabezando la lista con 171 y 175 especies respectivamente.
Con esta realidad, los investigadores estiman una tasa de extinción efectiva general, es decir, la probabilidad promedio de extinción por especie por año, seis veces mayor que la tasa de extinción total desde el año 1500. No sería la primera vez que los humanos atestiguan el fin de una especie de ave. Se han confirmado o sospechado al menos 187 extinciones de aves desde 1500, el 90 % de las cuales pertenecen a especies insulares endémicas concentradas en el Archipiélago de Hawái, Australia continental e islas, las islas Mascareñas, Nueva Zelanda y la Polinesia Francesa.
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Durante los últimos 600 años, la tasa de extinciones aumentó hasta alcanzar su punto máximo a finales del siglo XIX, descendiendo ligeramente a principios y mediados del siglo XX, antes de aumentar de nuevo a finales del siglo XX. ¿Qué podría estar provocando esto? “El crecimiento continuo de las poblaciones humanas y, especialmente, de las tasas de consumo per cápita conducen directamente a la conversión y degradación de los hábitats naturales primarios y la consiguiente pérdida de biodiversidad”, se lee en el estudio. A pesar de que la cubierta arbórea mundial aumentó entre 1982 y 2016, esto ha sido impulsado por la forestación con plantaciones (a menudo de especies no nativas).
“Los cambios en la cobertura del suelo provocados por las actividades humanas han estado ocurriendo durante milenios y es probable que hayan reducido la abundancia total de aves entre una quinta y una cuarta parte desde la época preagrícola”, dicen los investigadores. A pesar del oscuro panorama, hay oportunidad de hacer algo. “El destino de las poblaciones de aves depende en gran medida de detener la pérdida y degradación de los hábitats”, le dijo Lees a Phys.org. “Eso a menudo es impulsado por la demanda de recursos. Necesitamos considerar mejor cómo los flujos de productos básicos pueden contribuir a la pérdida de biodiversidad y tratar de reducir la huella humana en el mundo natural”.