Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

De residuo a recurso: así se navega la ruta de reciclaje en la Ciénaga Grande

Frente a los retos del manejo de recursos sólidos en esta zona, el proyecto Paisajes Sostenibles-Herencia Colombia, implementó una inciativa para para fortalecer economías locales, restaurar el manglar y reducir la contaminación.

Redacción BIBO

12 de diciembre de 2025 - 02:34 p. m.
Jornada de recolección de residuos en la Ciénaga Grande de Santa Marta.
Foto: FAO

Luis Alberto Cabrales empuja su canoa entre los palafitos de Nueva Venecia llevando consigo costales y diferentes recipientes como atarraya para pescar botellas, latas, trozos de electrodomésticos que flotan donde antes solo había agua y reflejos de manglar. Hace años decidió que su oficio sería “pescar” los residuos que nunca debieron llegar a la Ciénaga Grande de Santa Marta. Hoy, tras un recorrido lleno de aliados, trabaja junto a vecinos en una ruta comunitaria que evita que esa basura termine enterrada en el fondo del humedal y la convierte en trabajo, ingresos y nuevos productos.

La Ciénaga Grande es una de las lagunas costeras más grande y productiva de Colombia, un humedal de unas 45.000 hectáreas donde se mezclan agua dulce y salada, donde conviven manglares, pesca artesanal y pueblos que viven literalmente sobre el agua. De este ecosistema dependen los medios de vida de cientos de miles de personas en al menos 12 municipios costeros, que encuentran en la pesca, el turismo, el transporte y el comercio su sustento diario.

En contexto: El nuevo sistema que brinda información ambiental y pesquera de la Ciénaga Grande de Santa Marta.

Menos residuos, más vida: reduce, reúsa y transforma en la Ciénaga Grande

Pero en medio de la biodiversidad, la Ciénaga también enfrenta grandes dificultades por la contaminación. Microplásticos en el agua, sedimentos en el tracto digestivo de los peces, y algunas enfermedades en los humanos, dan cuenta de la problemática que cada año traen los cerca de 16 millones de kilos de plásticos a la Ciénaga (según narra el documental “Ciénaga Plástica” de la Universidad CES).

“Cuando los residuos no se recuperan, el costo lo asume todo ese entramado de vida. Baterías y aparatos eléctricos liberan metales pesados que dañan la salud de animales, plantas y humanos; las bolsas y espumas se enredan en las raíces del manglar reduciendo el oxígeno del agua y afectando la reproducción de las especies. También reduce los ingresos y la fuente de alimento para cientos de familias”, explica Ángela Barrero, investigadora del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras “José Benito Vives de Andreis (Invemar).

Read more!

Frente a ese panorama, el proyecto Paisajes Sostenibles - Herencia Colombia, implementado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con financiación de la Unión Europea y en alianza con el Invemar, decidió mirar los residuos sólidos no solo como un problema, sino como una oportunidad para fortalecer economías locales, restaurar el manglar y reducir la contaminación.

Esta apuesta se transformó en una estrategia de residuos que hoy conecta a organizaciones como Reciclajes Venecia, la Asociación de Pescadores Artesanales Amigos del Cultivo (Criapez), la Asociación de Servicios de Reciclajes de Palermo (ASERPA), la Asociación de Grupos Ecológicos de la Vía Parque Isla Salamanca (ASGESYC) y Mangle Mi Huella Verde en una misma ruta que inicia su recorrido desde la separación de residuos en las casas palafíticas, hasta los talleres donde la basura se transforma en agendas, abanicos, llaveros o nuevas inversiones para la comunidad.

La ruta de la transformación que comienza en las casas y navega en canoas

Los hogares de Nueva Venecia y Buenavista son el punto de partida para la transformación de lo que podría convertirse en basura, en oportunidades de crecimiento económico y recuperación ambiental. Allí, tras un trabajo paciente de pedagogía casa a casa, las familias aprendieron a separar lo que no se puede recuperar de los materiales son aprovechables como el aluminio, cobre, hierro, pedazos de botellas, y plásticos de todo tipo.

Read more!
Ruta del reciclaje en la Ciénaga Grande de Santa Marta.
Foto: FAO

“Nos tocó ir puerta a puerta explicando que la basura había que separarla, que lo aprovechable tenía valor”, cuenta Luis Alberto Cabrales, propietario de Reciclajes Venecia. En su canoa, él y su esposa recorren la zona acuática del corregimiento de Nueva Venecia recogiendo y organizando materiales aprovechables que hoy también incluyen los entregados por familias de Buenavista.

No ad for you

Luis Alberto cuenta que en un trimestre pueden recuperar alrededor de seis toneladas de materiales, que se acumulan y se envían cada dos o tres meses hacia diferentes lugares. Reciclajes Venecia ha tenido un impacto mayor, pues gracias a su gestión ahora se ha articulado con empresas como EkoRed, EcoComputo y la transportadora LITO S.A.S., que compran y trasladan vidrio, PET y residuos de aparatos eléctricos y electrónicos hacia plantas recicladoras en la región Caribe.

“El trabajo en canoa es duro y a veces peligroso, pero vale la pena”, dice Luis. “Yo siempre digo que la basura no existe, lo que tenemos son materiales con diferentes nombres; eso que para muchos es desecho, para nosotros es ingreso y, al mismo tiempo, una forma de limpiar la casa donde vivimos”.

La misma ruta comunitaria se sigue expandiendo y llega a orillas de otras poblaciones como las del corregimiento de Isla del Rosario, donde la CriaPez -reconocida por sus estanques de sábalo y su vivero de manglar- decidió empezar por un residuo pequeño, pero letal: las baterías usadas en la pesca nocturna.

No ad for you

Durante años, el destino de esas pilas fue el fondo del agua, hoy, en cambio, pasan por una cadena de gestión responsable. Con Paisajes Sostenibles, CriaPez participó en un diagnóstico de residuos, instaló más de 14 puntos ecológicos para la entrega de baterías y firmó un convenio con la Fundación Pilas Colombia para su disposición adecuada. Las cifras alertan, en solo cuatro meses, 15 pescadores entregaron más de 300 kilos de baterías usadas, aunque las estimaciones indican que, en temporada alta, podrían recogerse hasta 100 kilos mensuales, solo en esa zona.

Criapez dio un paso más, y sumándose a la ruta adicionó los plásticos para ampliar la clasificación. En una campaña de tres meses lograron retirar más de cuatro toneladas de residuos -en su mayoría PET- que fueron vendidas a una empresa recicladora en Santa Marta. “En solo un trimestre evitamos que esas cuatro toneladas terminaran en el agua. Es como sacar del sistema cuatro mil bolsas llenas de problemas”, explica Héctor Julio Rodríguez, representante de CriaPez.

No ad for you

El centro de acopio temporal de la asociación se llama “Pilón”, en homenaje a una tradición local en la que, cada enero, los hombres se visten de mujer para cantar y bailar versos en la calle. “Queríamos que la gente reconociera el proyecto como algo propio, con nombre de fiesta y de identidad, no como un basurero”, dice Héctor. El Pilón, hecho con materiales reciclables, se ha convertido en símbolo de orgullo y compromiso ambiental para los pescadores.

Más al interior del sistema, en Palermo, la Asociación ASERPA opera otro tramo de esta ruta. Desde hace años recolecta residuos aprovechables en barrios, colegios y fundaciones, y con asesoría y apoyo de Paisajes Sostenibles integró su trabajo a una visión más amplia para conectar la gestión de residuos con la restauración del manglar.

Productos fabricados con residuos reciclados.
Foto: FAO

ASERPA impulsa la separación en la fuente, reduciendo la cantidad de desechos que llega a botaderos o que terminan en ambientes naturales; también lidera jornadas de limpieza y siembra de manglar en sectores degradados. Para la organización, cada botella que no llega al manglar es tan importante como cada plántula que logran sembrar.

No ad for you

“Si el manglar desaparece, perdemos nuestra barrera contra las tormentas y la cuna de muchos animales que comemos”, afirma Margarita de Jesús Estrada, representante legal de ASERPA. “Por eso cada bolsa que no llega al manglar es también un acto de cuidado de la vida”.

“Lo que estamos viendo con esta ruta comunitaria es que, cuando los residuos se gestionan bien, las cosas cambian. A menor contaminación en el agua, tenemos manglares más sanos, mayor protección frente a tormentas, más seguridad alimentaria e ingresos para las familias pescadoras y recicladoras, y con ello mayores opciones de progreso para la Ciénaga”, señala Barrero.

Cuando la basura regresa convertida en coloridos diseños

En Pueblo Viejo, otro eslabón cierra el círculo, esas mismas bolsas que salen de las comunidades terminan en el taller de Mangle Mi Huella Verde, una empresa social que transforma plástico en objetos de diseño.

Mangle nació de la visión de Orasi Montenegro, oriundo de Pueblo Viejo, desde 2016 comenzó a organizar actividades ambientales en el territorio. En 2020 se asoció con Diego Rincón para formalizar la iniciativa que hoy, en un pequeño taller, convierte plásticos de un solo uso en agendas, llaveros, abanicos y otros productos.

No ad for you

“La idea es que cada bolsa que sale de la Ciénaga regresara convertida en algo útil y bonito”, cuenta Diego. La inspiración viene de la propia Ciénaga Grande, con diseños inspirados en manatíes, garzas, colibríes, tortugas y cangrejos estampados en una amplia gama de productos, recuerdan a propios y visitantes que la fauna debe ser protegida.

Además de los dos fundadores Mangle amplía sus impactos sociales vinculando al equipo a mujeres y jóvenes de la zona, abriendo espacio con inclusión laboral a este modelo de negocio, que ya ha consolidado su imagen y tejido sinergias con organizaciones como Green Souls, el Parque Nacional Natural Tayrona, la Fundación Farex, Ciénaga Inspira, Creata, la Fundación Gases del Caribe y la Universidad del Magdalena, entre otras. Esas alianzas les han abierto las puertas a ferias como BioExpo -en la que ha participado en las dos últimas ediciones- y a ruedas de negocio de finanzas del clima, donde sus productos compiten con otras propuestas de diseño sostenible.

No ad for you

Un laboratorio vivo de economía circular

Detrás de estas historias hay una estrategia pensada como un proceso continuo. La ruta de recuperación de residuos sólidos impulsada por Paisajes Sostenibles empieza en la casa y la escuela -con separación en la fuente y educación ambiental-, continúa en la canoa de Luis y en los puntos ecológicos de CriaPez, ASGESYC y ASERPA, y termina en centros de acopio, empresas recicladoras y talleres como el de Mangle.

A lo largo del camino, el proyecto ha fortalecido capacidades técnicas y organizativas, ha dotado de equipos y herramientas a los emprendimientos, ha facilitado alianzas comerciales y ha promovido ejercicios de ciencia ciudadana, jornadas masivas de limpieza y procesos de monitoreo de basura marina. Cerca de 240 familias pescadoras, recicladoras, artesanas y campesinas se han involucrado directamente en estas acciones, que también han contribuido a restaurar manglares y a posicionar el turismo de naturaleza como una alternativa sostenible.

Para Marcela Galvis, gerente del proyecto Paisajes Sostenibles, la Ciénaga Grande se ha convertido en “un laboratorio vivo de economía circular basada en la comunidad”. Su lectura es clara: “cuando una canoa sale de Nueva Venecia cargada de residuos y regresa con ingresos para una familia, estamos demostrando que la conservación no es un discurso abstracto, sino una forma concreta de mejorar la vida de la gente y cuidar el territorio al mismo tiempo”, señala.

No ad for you

Galvis insiste en que el corazón de esta ruta está en las organizaciones locales y en la red de alianzas que las respalda. FAO, la Unión Europea, el Invemar, universidades y entidades públicas han acompañado el proceso, pero son emprendimientos como Reciclajes Venecia, CriaPez, ASGESYC, ASERPA y Mangle Mi Huella Verde los que seguirán moviendo estas ideas cuando el proyecto termine.

Mientras tanto, Luis Alberto seguirá repitiendo su mantra cada vez que se agacha a recoger algún objeto que flota junto a su canoa: “No existe basura, sino materiales con diferentes nombres”. En esa frase cabe la apuesta de toda una estrategia: transformar un problema que asfixia a la Ciénaga Grande en oportunidades para que sus comunidades sigan viviendo, pescando y soñando sobre el agua, con menos residuos y más vida.

Conoce más

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.