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Diálogos ecofeministas: la premisa es conectar

OPINIÓN.

Eliana Garzón
01 de abril de 2024 - 02:41 p. m.
Ecofeminismo
Ecofeminismo
Foto: Alejandro Peña

Actualmente es impreciso hablar del feminismo como una corriente única, lo cierto es que desde 1980 se ha reconocido la multiplicidad y heterogeneidad de este movimiento y en las dos últimas décadas se ha logrado poner en la agenda pública y profundizar en la investigación y la producción teórica sobre el tema, integrando elementos sociales que se diversifican con el paso del tiempo. (Lea: Reconocer el rol de la mujer también hace parte de los procesos de conservación)

Hoy el feminismo tiene tanto reconocimiento como críticos, pero desde una perspectiva netamente personal considero que todas deberíamos ser feministas por el simple hecho de ser mujeres, lo que nos compete a cada una es encontrar la corriente que más nos identifique o que abandere nuestra lucha.

En esta columna y sin el mínimo atisbo de considerarme experta, quisiera compartir con todos los lectores algunos pensamientos frente a una corriente que me ha llamado la atención toda la vida: el ecofeminismo. Para dar un poco de contexto, uno de los registros que se tiene de en qué momento se acuña el término, nos lleva a 1974 con la escritora y feminista francesa Francoise d’Eaubonne, en su obra Le féminisme ou la mont.

Y dos años después, en 1978 crea el Movimiento Ecologismo-Feminismo donde se discute en torno al cuerpo femenino como propiedad de sí misma y cómo el deterioro de la salud podría estar asociado al uso de químicos en la agricultura y el ambiente. (Lea: Mujeres y páramos, una relación que fortalece la conservación de este ecosistema)

En la actualidad, este término ha evolucionado e incluso se ha transformado gracias al trabajo e investigación de diferentes feministas como por ejemplo la socióloga y escritora alemana Maria Mies y la física, filosofa y escritora india Vandana Shiva, quienes la describen en su obra Ecofeminismo: teoría, crítica y perspectivas (Publicada por primera vez en 1993 durante la Cumbre de la Tierra, París), como una corriente de pensamiento y movimiento social que discute cómo “el modelo económico y cultural occidental, se constituyó, se ha constituido y se mantiene, por medio de la colonización de las mujeres, de los pueblos “extranjeros” y de sus tierras y la naturaleza”.

“La subordinación de las mujeres a los hombres y la explotación de la naturaleza, son dos caras de una misma moneda”, es decir que el hombre concibe la naturaleza como sumisa, como suya, por lo tanto, hay que poseerla, conquistarla y explotarla. Y esa inequidad es evidente por ejemplo en la redistribución de los recursos, ya que algunos estudios de género revelan que en nuestro país el 80% de los títulos de la tierra la tienen los hombres, mientras que las mujeres son las que la trabajan.

Y es que el ecofeminismo es relativamente nuevo solo como concepto, porque en realidad las mujeres lo han aplicado históricamente sin saberlo. El conocimiento, cuidado, el que en sus manos esté el garantizar la seguridad alimentaria de sus familias, por poner un ejemplo el rol de las mujeres indígenas en la chagra, quienes conocen las semillas, las plantas, la madera e identifican su funcionalidad ecológica y social.

La relación de las mujeres con la naturaleza está dada desde el reconocimiento, el entendimiento, la articulación y la protección; y las soluciones que encuentra el ecofeminismo están orientadas hacia “la organización de la vida cotidiana en torno a la subsistencia que favorece la seguridad alimentaria, la democracia participativa y la reciprocidad con los ecosistemas naturales”.

Por último quisiera resaltar que el ecofeminismo orienta su impacto hacia generar alianzas globales desde la política, lo social, lo cultural, lo económico, lo ambiental; involucrando como actores principales a los trabajadores, campesinos, comunidades indígenas, afrodescendientes y todos aquellos que han sido víctimas del poder expresado en la tenencia de los recursos naturales y la tierra; volcando su atención hacía el equilibro social dado desde las economías de sustento autónomas y autosuficientes, que son efectivamente aplicadas por las comunidades en los territorios y de las cuales tenemos mucho que aprender.

Conectar es la premisa, porque “estamos frente a una lucha épica entre los derechos de la madre tierra y los derechos de las multinacionales y los estados militarizados, que se valen de cosmovisiones obsoletas”, Vandana Shiva.

*Basado en Ecofeminismo: teoría, crítica y perspectiva, reedición 2013.

Por Eliana Garzón

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