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El cacao orgánico de Caquetá que una empresa alemana usa para producir chocolate

Un grupo de cacaoteros del municipio de Belén de los Andaquíes, que cambiaron los cultivos de coca por este fruto, firmó hace poco su primer acuerdo de exportación internacional, lo que marca un nuevo paso en un proceso de ocho años en el que le han apostado al cultivo orgánico mientras contribuyen a la conservación de la Amazonia.

25 de agosto de 2022 - 02:00 a. m.
Cacao
Cacao
Foto: El Espectador - Óscar Pérez

Desde hace ocho años, Pablo Ome Muñoz, un productor campesino de Belén de los Andaquíes, se dedica al cultivo de cacao con sello orgánico en su finca. Allí tiene dos hectáreas de árboles de cacao, de cuatro variedades distintas, que dan frutos de diferentes tamaños y colores. Ome ya sabe identificarlos con una sola mirada, aunque dice que le tomó tiempo poder hacerlo bien.

Antes de dedicarse al cacao, Ome se sostenía de la siembra y raspado de coca. “Yo siempre he vivido en esta zona de la cordillera oriental y, cuando cultivaba coca, lo hacía porque veía que a algunos vecinos les iba bien y pensaba: ‘esta debe ser la solución económica’”, dice. Pero desde 1987, con la llegada de grupos armados a la zona, dedicarse a la coca también se volvió algo peligroso. En el año 2000, incluso salió desplazado a Florencia por unos meses. Por eso, junto a otros 40 productores, creó la Asociación de Productores Agroforestales Alternativos de Belén de los Andaquíes (Asproabelén) en 2014, para apostarle a la producción y comercialización de cacao.

Hace unas semanas, los productores de Asproabelén concretaron un acuerdo de negocio con su primer cliente extranjero: la empresa alemana Dengel, especializada en chocolates finos. Para productores como Pablo, esto constata que la alternativa de vida que escogió hace ocho años fue la correcta y “puede inspirar a más organizaciones que quieran producir de una manera más amigable con nuestro entorno”. (También puede leer: Así se preparan las comunidades de Caquetá y Guaviare para prevenir incendios en la Amazonia)

Uwe Dengel, dueño de la compañía, dijo que estaban buscando un cacao orgánico de buena calidad, que encontraron en Belén de los Andaquíes en 2014, cuando visitaron por primera vez las fincas de los productores. Antes de la pandemia en 2020, 23 de los cacaoteros de esta organización obtuvieron un sello orgánico para su producto, que están en proceso de renovar en estos meses. Para mantenerlo, los productores deben mostrar que están usando prácticas amigables con el medio ambiente en sus cultivos. Uno de los requerimientos, por ejemplo, es que no utilicen productos agroquímicos como los insecticidas. El cambio en los hábitos de producción es “notorio”, dice Ome.

En su finca, por ejemplo, los cultivos de cacao están intercalados con otras plantas, como árboles de castaño. Esto es un arreglo agroforestal, es decir, un sistema que integra más de una especie en la misma área de cultivo. A diferencia de actividades intensivas como la ganadería o incluso un tipo de cultivo, estos arreglos son más benéficos para el medio ambiente, explica Felipe Barney, oficial de Acceso a Mercado de WWF Colombia. Esta ONG viene acompañando el proceso de los campesinos productores por medio del proyecto “Áreas Protegidas y Paz”, desde finales de 2019.

La mayoría de los productores de Asproabelén viven sobre la cordillera oriental, en una zona cercana al Parque Nacional Natural (PNN) Alto Fragua Indi Wasi. Este PNN, ubicado en el municipio de San José del Fragua y Belén de los Andaquíes, en Caquetá, es importante por el estado de conservación del bosque, sus recursos hídricos, su fauna y su ubicación, marcando la transición entre la zona Andina y la Amazonía. “Es una de las áreas protegidas mejor conservadas de nuestro país”, indica Barney. (Le puede interesar: Crean índice para medir la conectividad de las áreas protegidas del mundo)

Por eso, la idea de la iniciativa es mantener esta tendencia en las áreas cercanas al parque, por medio de lo que Barney llama la lógica del “buen vecino”, que consiste en que los habitantes cercanos a áreas protegidas conserven la naturaleza y se aseguren de que no se desarrollen actividades como la tala, la caza o deforestación. Además del PNN Alto Fragua Indi Wasi, la iniciativa está en las cercanías de las áreas protegidas de Chiribiquete, Sierra de La Macarena, Cordillera de Los Picachos, Sumapaz y Tinigua. A largo plazo, el proyecto busca reducir la deforestación en estas seis áreas protegidas, para mantener una especie de corredor ecológico entre ellas.

La deforestación en Caquetá ha despertado alertas durante por lo menos los últimos cinco años. Según las últimas cifras publicadas por el Ministerio de Ambiente y el Ideam, este es uno de los seis departamentos donde se concentró el 77 % de la problemática durante 2021. Barney opina que hay un gran mérito en el trabajo que se está realizando con el proyecto en Belén de los Andaquíes, por la unión entre la producción y la conservación. “No podemos seguir desvinculando estas dos acciones. El productor debe conocer que a través de esa producción más sostenible puede recibir unos ingresos mayores a los que tendría si deforesta, si produce con agroquímicos”, señala Barney.

Con esto, se refiere a que ahora los productores obtienen dos primas por el cacao que venden: una, por tener el sello orgánico, y la otra, por sus aportes de conservación a la zona de colindancia del parque Alto Fragua. En suma, estas dos primas hacen que los cacaoteros ganen aproximadamente el doble de lo que recibirán en el mercado nacional por sus productos. (Le recomendamos: ¿Qué viene para Colombia con la ley que prohíbe los plásticos de un solo uso?)

“Entre junio y agosto es la mejor época para el cultivo de cacao”, explica Pablo Ome. Esto lo sabe después de ocho años de estar sembrándolo. Al comienzo cultivó algunos árboles de variedades que no se “amañaron” a los suelos de su finca, dice. Es decir, que no tuvieron una buena producción y traían varias plagas. Ahora está renovando la copa de algunos de estos árboles, una práctica que consiste en cambiar la copa con otra variedad que sea más productiva. Esta técnica, así como el manejo de cultivos y suelos, el monitoreo de fauna o el diseño de arreglos agroforestales, han sido parte del acompañamiento que WWF Colombia ha hecho en la zona. “La idea es que estas capacidades técnicas se sigan implementando, incluso cuando se acabe el proyecto en áreas protegidas”, agrega Barney.

Ome cree que la experiencia de Asproabelén puede servir para invitar a otras organizaciones a que implementen prácticas similares, “cuando se den cuenta de que esto del cacao orgánico va en serio y nos ha servido a nosotros”, explica el productor. “Este cultivo, lícito, alternativo y sostenible, genera confianza, paz y tranquilidad dentro de las familias y los territorios”, puntualiza.

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