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Lo que tiene que decirnos la porcicultura para mejorar la sostenibilidad del campo colombiano

En Colombia la producción de carne de cerdo se encuentra en su punto más alto en los últimos 15 años, lo que abre la pregunta de cómo seguir asegurando la alimentación en el país, mientras se desarrollan sistemas de producción más sostenibles. Para impulsar estos procesos, desde el gremio se otorga un reconocimiento a las granjas que busca ser una plataforma para aquellos productores que le apuestan a procesos más sostenibles.

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28 de agosto de 2025 - 01:01 p. m.
Según cifras de la FAO, hay más de 1.000 millones de cerdos —es decir, la misma población de China o de India— en sistemas productivos del planeta.
Según cifras de la FAO, hay más de 1.000 millones de cerdos —es decir, la misma población de China o de India— en sistemas productivos del planeta.
Foto: Porkcolombia
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Las estadísticas son claras: la gran mayoría de las personas que están leyendo esta nota no son vegetarianas, ni tienen una dieta basada en plantas —en el caso de los países más desarrollados solo cerca del 5 % de la población lo es— por lo que, en el caso de la mayoría, diariamente se tienen que tomar decisiones sobre qué tipo de carne consumir. En este panorama, el cerdo, por un gran margen, es la carne de mamífero más consumida en el mundo, con cerca de 110 millones de toneladas producidas en 2020, lo que representó 60 % más que la carne de res y 3,5 veces más que la de cabra y oveja juntas.

En Colombia las cifras muestran que la producción nacional, que fue de 608.752 toneladas en el 2024, volumen superior en un 7,8 % al registrado en 2023, se encuentra en su punto más alto desde el 2010. Por esta razón, se puede decir que la carne de cerdo es primordial en la dieta de los colombianos, pero también en los retos para avanzar en el desarrollo sostenible en Colombia.

En particular, en los últimos años ha surgido la pregunta sobre cómo seguir proporcionando una nutrición suficiente y adecuada a la población, que sigue aumentando, al tiempo en que se reducen los impactos ambientales de los sistemas productivos en los cuales se produce esta proteína.

Como explica el presidente ejecutivo de Porkcolombia, Jeffrey Fajardo, “aunque aún no se evidencia una preocupación generalizada entre consumidores y productores por el impacto ambiental de la producción porcina, sí existe una valoración significativa hacia prácticas sostenibles, por ejemplo en nuestros sondeos, en una escala de 1 a 10, los consumidores califican con 8,32 la importancia de que la industria implemente procesos amigables con el medio ambiente. Mientras que el 37,9 % estaría dispuesto a pagar un precio superior por productos provenientes de sistemas de producción sostenibles”.

Para impulsar mejores prácticas ambientales y productivas en el país, además de lanzar guías para productores y realizar acompañamientos para cumplir con las normativas nacionales, desde el gremio de la porcicultura se otorga, desde 2018, los premios PORKS, que buscan reconocer y destacar las buenas prácticas de los porcicultores colombianos para mejorar la competitividad y sostenibilidad del sector.

Los premios buscan abrir en el país una discusión en torno a cómo hacer de la porcicultura no solo una actividad más sostenible, sino un ejemplo de cómo mejorar los sistemas alimentarios en el mundo y en el país, así como contribuir a la mitigación del cambio climático, en particular en la emisión de gases de efecto invernadero como el metano.

Porcicultura: una historia larga, que consolida nuevas soluciones

Los seres humanos vienen criando cerdos desde hace, al menos, 10.500 años, con registros arqueológicos en zonas de Asia que muestran vestigios de esta práctica milenaria. Desde entonces, esta actividad ha crecido a tal ritmo que, según cifras de la FAO, hay más de 1.000 millones de cerdos —es decir, la misma población de China o de India— en sistemas productivos del planeta.

Esta especie, que es preferentemente herbívora, se ha convertido en un animal predilecto para los sistemas alimentarios por sus rápidos ciclos de crecimiento, al ser animales sociales que son fáciles de arrear y, entre otras cosas, por el alto valor nutricional que ofrece su carne. Además de esto, es una especie que puede ser criada en un gran espectro de ecosistemas y de manera tecnificada, como ocurre en el caso colombiano.

En este momento en Colombia la porcicultura se concentra principalmente en Antioquia, Valle del Cauca y Cundinamarca, departamentos en los que se ha consolidado esta actividad gracias a una importante infraestructura productiva y, entre otras cosas, su cercanía a los principales centros de consumo del país.

“Además de esto, inclusive bajo un escenario de mayor competencia con productos importados, crisis en los mercados, costos históricos en el 2022 y desafío inflacionario en los últimos años que limita el gasto de los hogares, el sector ha casi triplicado el producto interno bruto real en los últimos cinco años, llegando casi a equiparar el PIB de sectores tan importantes como la industria láctea y el sector avícola”, sostiene Fajardo, de Porkcolombia.

Para Fajardo, se trata de un sector que aún podría expandirse más en el país, pues, de acuerdo con la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (UPRA), se han identificado 27.857.225 hectáreas con condiciones aptas para la actividad porcícola, lo que equivale al 24 % del territorio nacional. “Se evidencian oportunidades de expansión en otras regiones con alto potencial, como los departamentos del Meta, Córdoba y la zona del Eje Cafetero”, precisa.

El reto viene siendo cómo aumentar esta producción de manera sostenible. En ese sentido, como apunta la FAO, el crecimiento de los sistemas alimentarios mundiales provendrá, en casi un 90 %, de mejoras de la productividad, y no de la expansión de la tierra dedicada a este sector. Además, como explica en su libro ‘Cómo Alimentar El Mundo’ de 2024 de científico y analista político checo-canadiense Vaclav Smil, “se hace evidente, por ejemplo, que la producción de carne de vaca es menos eficiente y más exigente desde el punto de vista medioambiental que la producción de carne de cerdo”.

En ese sentido, en el país existen múltiples retos para avanzar hacia esa sostenibilidad, como el manejo adecuado de los subproductos de esta actividad, así como un uso eficiente de los recursos como el agua, suelo, aire y la energía, para reducir las emisiones que generan las producciones.

“Pero nada de esto funciona si no hay un buen relacionamiento con las comunidades. La porcicultura convive con su entorno y debe demostrar que puede generar empleo digno, aportar al desarrollo local y proteger los recursos que compartimos. Una buena relación comunitaria reduce conflictos, facilita la operación, genera confianza y, en muchos casos, convierte a las comunidades en aliadas de los proyectos”, explica Fajardo, de Porkcolombia, “En definitiva, la sostenibilidad no es solo producir de forma responsable, sino hacerlo en armonía con el medio ambiente y con las personas que viven alrededor de nuestras granjas”.

En ese sentido, desde el gremio de la porcicultura, se impulsa la innovación para incorporar, por ejemplo, fuentes y energías renovables no convencionales (FERNC), con la instalación de sistemas solares fotovoltaicos que permiten cubrir una fracción significativa de la demanda eléctrica de las granjas, disminuir la dependencia de la red y reducir la huella de carbono asociada al consumo de energía.

Además, también se impulsa el uso de biodigestores que permiten transformar la porcinaza (los residuos/insumos generados en las producciones) en biogás y biofertilizantes, reduciendo emisiones de gases de efecto invernadero y cerrando ciclos productivos bajo un modelo de economía circular. Esto contribuye no solo a la sostenibilidad, sino a las metas de cambio climático del país, que serán discutidas en los próximos meses en la cumbre climática que se realizará en Brasil a finales del año.

“En esto es clave la gestión del estiércol, para lo que se implementan prácticas que reducen la liberación de metano (CH₄) y óxido nitroso (N₂O) mediante almacenamiento controlado, aplicación con criterios agronómicos, compostaje y tratamiento a través de biodigestores y biorreactores. Estas tecnologías capturan el metano generado en la digestión anaerobia y lo convierten en biogás para usos energéticos en la granja, sustituyendo combustibles fósiles y reduciendo emisiones”, explica Fajardo.

Otro punto esencial son los datos. Con la herramienta “Carbononeutro Porkcolombia se están cuantificando las emisiones de gases de efecto invernadero, se identifican sus fuentes, se evalúa el impacto de las prácticas de manejo y se priorizan acciones de mitigación, aportando información técnica clave para el seguimiento de avances y la implementación de estrategias de sostenibilidad.

Y es precisamente la implementación de este tipo de estrategias, así como otras innovaciones para, por ejemplo, mejorar el bienestar de los animales de producción, que son reconocidos por el premio PORKS.

Reconociendo la sostenibilidad

Como explica Fajardo, de Porkcolombia, el objetivo de tener un premio y reconocimiento dedicado a destacar la sostenibilidad y la productividad en el sector es lograr tanto una mejor visibilidad de lo que se está trabajando en el sector, así como una sana competencia.

“El premio, que se entregará el próximo 3 de diciembre en Barranquilla, motiva a los productores a mejorar sus indicadores de productividad, bioseguridad, sostenibilidad y bienestar animal, sabiendo que sus esfuerzos pueden ser públicamente reconocidos. Esto genera un efecto de ‘benchmarking’ interno: las granjas observan las estrategias de los ganadores e incorporan prácticas exitosas para alcanzar o superar esos estándares”, sostiene. “Además, al tener categorías según el tamaño de las granjas, fomenta que tanto pequeños como grandes productores puedan competir en igualdad de condiciones, incentivando que toda la cadena productiva avance hacia estándares más altos”.

¿Qué resultados se tienen para mostrar hoy en día? De acuerdo con el gremio de la porcicultura se ha aumentado la implementación de innovaciones como el uso de residuos/insumos para generar energía o de herramientas tecnológicas para prevenir enfermedades.

Uno de los ejemplos que se destacan desde Porkcolombia, varias granjas han reemplazado las jaulas de gestación por alojamientos grupales, dando a las cerdas libertad de movimiento. Asimismo, se introdujo enriquecimiento ambiental y materiales para hozar, además de mejorar la ventilación y el confort térmico. Como hemos contado en estas páginas, la incorporación de música puede mejorar el bienestar de los cerdos de producción durante sus diferentes etapas en las granjas.

“El impacto es claro: mejores indicadores zootécnicos y mayor productividad. Así, la porcicultura colombiana ha demostrado que las buenas prácticas son el motor de una nueva forma de producir”, concluye Fajardo.

Para reconocer estas prácticas también se han desplegado una serie de sellos, como el ‘Porcicultura Sostenible-100 % Porkcolombia’ para que los consumidores puedan identificar los productos en los que se están aplicando estas innovaciones en el país y de esta manera, con las decisiones en torno a su alimentación diaria, puedan contribuir a un sistema alimentario más sostenible para el planeta un plato a la vez.

*Esta nota realizada en alianza con Porkcolombia.

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