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2023 fue un año preocupante para los científicos que siguen de cerca la Antártida. Solo durante ese año, el hielo marino de la región alcanzó un nivel históricamente bajo, con más de dos millones de kilómetros cuadrados menos de hielo de lo habitual durante el invierno.
Para hacerse una idea de la reducción, los científicos de la British Antarctic Survey (BAS), una institución del Reino Unido que realiza investigaciones sobre la Antártida, explican que esto es 10 veces el tamaño del Reino Unido.
“Esta drástica reducción se produjo tras décadas de crecimiento constante del hielo marino hasta 2015, lo que hace que la repentina disminución sea aún más sorprendente”, agregaron recientemente los investigadores del BAS.
Inquietos por la “extrema baja de 2023″, como la calificaron desde la institución, los científicos investigaron cuáles pudieron ser la causas de la repentina disminución. Para hacerlo, utilizaron un gran conjunto de datos climáticos llamado CMIP6 y analizaron los datos de 18 modelos climáticos. Buscaban estimar la probabilidad de una reducción tan drástica y evaluar la posible influencia del cambio climático.
Los resultados a los que llegaron en la investigación, que fue publicada este lunes (20 de mayo) en la revista científica Geophysical Research Letters, es que el mínimo de 2023 es un evento que ocurre una vez cada 2000 años sin el cambio climático, pero que es cuatro veces más probable bajo sus efectos.
Caroline Holmes, coautora de la investigación, tiene una forma más sencilla de explicarlo: “la extrema baja de 2023 se debió al cambio climático”.
Pero los investigadores también indagaron sobre la posibilidad de recuperación del hielo marino. Sin embargo, los resultados fueron poco alentadores: “Al observar eventos similares en los modelos, los autores descubrieron que después de una pérdida tan extrema de hielo marino, no todo el hielo marino alrededor de la Antártida regresa, incluso después de veinte años”.
Louise Sime, también coautora del estudio, explicó que los impactos del deshielo marino de la Antártida serían profundos, “incluso en el clima local y global y en ecosistemas únicos del Océano Austral, incluidas las ballenas y los pingüinos”.
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