Las ballenas jorobadas son conocidas por protagonizar una de las migraciones más largas entre los mamíferos. Entre junio y noviembre de cada año, cientos de ellas, también conocidas como yubartas (Megaptera novaeangliae), llegan al Pacífico colombiano luego de un viaje de 9.000 kilómetros para dar a luz a sus ballenatos que, de nacer en las heladas frías de la Antártida, morirían rápidamente.
Las ballenas jorobadas suelen atraer las miradas de los turistas alrededor del mundo por los icónicos saltos que realizan los ballenatos, que son muy juguetones, o también por la imponencia de los adultos, los cuales pueden llegar a medir entre 14 y 15 metros, y pesar cerca de 30 toneladas.
De hecho, un reporte publicado en 2009 por el Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW, por su siglá en inglés), señaló que esta especie es el principal objetivo de la mayoría de operaciones de observación de ballenas en todo el mundo, y Colombia no es la excepción.
Parques Nacionales Naturales, en un comunicado, recuerda que esta temporada, además de ser una oportunidad para ver de cerca a estos imponentes cetáceos, es un momento clave para resaltar la biodiversidad de estos territorios, así como los saberes, ritmos y costumbres de sus comunidades.
Para tener un avistamiento responsable, la entidad ofrece a turistas y prestadores de servicios una serie de recomendaciones:
🐳 Infórmese bien antes del recorrido y siga siempre las instrucciones.
🐳 Exija un guía profesional o intérprete ambiental autorizado.
🐳 Mantenga una distancia mínima de 100 metros y reduzca la velocidad cerca de los animales.
🐳 No persiga, toque, rodee ni nade junto a las ballenas.
🐳 No alimente animales silvestres ni arroje basura al mar.
🐳 Evite que más de tres embarcaciones se acerquen a la vez, pues esto puede alterar el comportamiento de las ballenas.
Hace un par de años, Lilian Flórez, bióloga marina y creadora de la Fundación Yubarta, le aseguró a El Espectador que “la idea es que esa normativa sea controlada, vigilada y cumplida, además de que se ajuste a las características de cada lugar”, comenta.
Flórez también explicó que la normatividad no solo es necesaria para proteger a las ballenas, que ya se están viendo afectadas por la actividad, sino para que, a largo plazo, las comunidades puedan seguir beneficiándose, porque “si se van las ballenas, se acaba el turismo”.
La región del Pacífico colombiano —desde las playas de Bahía Málaga hasta la ensenada de Utría, pasando por la isla Gorgona y Cabo Manglares— ofrece otros avistamientos, como los de tortugas marinas o aves migratorias.
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