A menos de tres meses de que inicie la próxima cumbre mundial del clima, la COP30, que se realizará en la Amazonia brasileña y en la que se espera en Colombia presente sus avances y apuestas en materia climática, el país sigue teniendo una difícil tarea para medir y mitigar uno de los gases más contaminantes: el metano.
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Este gas de efecto invernadero, presente tanto en el aire que respiramos como en las capas altas de la atmósfera, sigue siendo un dolor de cabeza para las entidades en Colombia encargadas de esta tarea como el Ideam y para los científicos que están tratando de investigarlo.
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Como lo resume, Dolores Barrientos, representante en Colombia del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), las emisiones “de metano están marcadas por la subestimación, pues los países, en particular aquellos en desarrollo, no tienen las herramientas para medirlo de manera directa y tener una información informada de lo que está ocurriendo”.
De hecho, los datos más recientes que tenemos sobre la situación del metano, que representa el 24,56 % de las emisiones totales de GEI en Colombia, vienen del 2021. Es decir, es como si Colombia estuviese maniobrando un vehículo mirando solo por el retrovisor de lo que está ocurriendo.
En general, en el mundo, en los últimos cinco años, las emisiones de metano han aumentado a velocidad récord. En el gráfico que acompaña estas páginas puede ver la evolución de las emisiones y absorciones de gases de efecto invernadero de Colombia entre 1990 y 2021.
Al analizar estas cifras, la directora del Ideam, Ghisliane Echeverry, indica que “las emisiones de metano en Colombia han estado más o menos estables en los últimos años. A pesar de esta estabilidad reciente, la tendencia general muestra un aumento importante en comparación con 2015, especialmente durante el gobierno Duque (2018-2022), donde se disparó la liberación de metano, aunque aún no hay datos consolidados para el gobierno Petro (del 2022 en adelante) para evaluar el impacto de sus medidas”.
Esto es crítico, pues para este 2025 se vence el plazo que tienen los países del mundo para actualizar sus metas climáticas, también conocidas como Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), en las que, según Barrientos, “se espera que el metano juegue un papel importante en la ambición de estos compromisos”.
En las oficinas del Ministerio de Ambiente, y mediante mesas de trabajo a nivel nacional, se afinan los detalles de los próximos NDC de Colombia, que ya se consideran ambiciosos en la región: reducir más del 50 % de las emisiones y alcanzar la neutralidad de carbono en 2050.
Desde el Ideam, las perspectivas son cautas. “Además de los NDC, tenemos que entregar un informe bienal de transparencia, conocido como BTR, en el que hacemos un inventario de los gases de efecto invernadero, entre estos el metano, que no sabemos si vayamos a alcanzar a entregar en la COP, pues es un proceso que tiene que ser revisado por pares internacionales y toma tiempo”, sostiene Echeverry, directora del Ideam.
¿Por qué el retraso?
El metano es un gas que proviene de procesos naturales como de las actividades humanas. Los químicos lo conocen con la fórmula CH4, es decir, un átomo de carbono, y cuatro de hidrógeno. Históricamente, al menos en términos planetarios, las fuentes naturales como los humedales representaban más del 70 % de estas emisiones. Ahora la situación se ha revertido, según indica el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Son las actividades humanas las principales responsables, pues contribuyen a más del 60 % del metano liberado a la atmósfera, de acuerdo con las más recientes mediciones.
En términos generales, el metano es el segundo gas de efecto invernadero de origen humano más relevante, después del dióxido de carbono (CO₂). Aunque se emite en menor cantidad, cada tonelada de metano calienta casi 90 veces la tierra que una de CO₂ durante los primeros años después de liberarse a la atmósfera.
Este gas tiene otra particularidad que lo diferencia de otros: su corta vida. Se estima que permanece en la atmósfera durante 12 años (en comparación, el dióxido de carbono sobrevive entre 300 y 1.000 años), por lo que minimizar sus emisiones impactaría de manera rápida en los escenarios climáticos del futuro.
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Pero, uno de los principales problemas es que Colombia no cuenta con estaciones fijas, ni siquiera en las principales fuentes emisoras, para medir el metano y su mitigación. La información disponible proviene de estimaciones e imágenes satelitales, que indican que la agricultura es la mayor fuente de este gas, con el 81 % de las emisiones.
“Y al final, el metano está directamente relacionado con el dióxido de carbono, en lo que es una cadena de emisiones preocupante. Pues se deforesta, y se libera CO₂, y luego estos prados se utilizan para ganadería extensiva y con malas prácticas, que emiten metano”, explica Echeverry, del Ideam.
Otras fuentes son los combustibles fósiles (minería de carbón, producción de petróleo y gas) y los rellenos sanitarios, así como la construcción de embalses que, a nivel mundial, provocan la emisión de unos 30 millones de toneladas de metano al año, porque la materia orgánica recién sumergida libera metano al descomponerse.
“Todas estas situaciones ocurren, mientras que en los países tenemos cifras genéricas y sin factores locales para estimar el metano”, explica Barrientos del PNUMA.
A esto se suma que en el país no existe un marco regulatorio que obligue a las empresas a reportar y ajustar sus emisiones de carbono. “En muchas ocasiones, para obtener estos datos, tenemos que llamar a las empresas a pedirles que nos presenten esta información para poder tener un inventario más completo”, precisa Echeverry, directora del Ideam.
Como explica María Alejandra Garzón, coordinadora técnica del Observatorio de Emisiones de Metano para América Latina y el Caribe (OEMLAC), “a principios de este año la Comisión Reguladora de Energía y Gas emitió una resolución que le da una señal directa a la industria para que empiecen a implementar medidas para reducir emisiones de metano, para disminuir las toneladas emitidas pero también para monitorear y reportar”.
Para Garzón, aunque esto es un avance, “no existe esa transparencia de reportar las emisiones de metano en Colombia, lo que sigue siendo un vacío importante que en otros países, como Brasil, se ha podido subsanar”.
Otro de los cuellos de botella es el financiamiento. El Inventario Nacional de Emisiones Atmosféricas de Colombia, elaborado en parte con recursos de cooperación internacional, muestra que incluso el monitoreo de las emisiones requiere inversiones significativas, antes siquiera de pensar en medidas de mitigación.
“Para poder avanzar hacia monitoreos más completos se necesita la construcción de nuevas estaciones o el uso de drones para realizar sobrevuelos en zonas de emisiones altas. Y, de nuevo, esto requiere financiación que no siempre está disponible”, asegura Garzón, del OEMLAC, quien resalta, en todo caso, que Colombia tiene una institucionalidad importante en torno a la implementación del Acuerdo de París y frente a sus metas para recortar las mediciones de gases de efecto invernadero.
Al consultarle sobre estos temas al Ideam, aseguró que, por el momento, no tienen “planes con presupuesto para mejorar la infraestructura en esta materia”. Por su parte, el PNUMA espera asesorar al país en los próximos años para mejorar sus capacidades a la hora de medir este fenómeno en la atmósfera.
El factor metano en la “descarbonización” de la economía
“En el país, urgen medidas para descarbonizar las economías y esto implica pasar de combustibles fósiles a una matriz energética más renovable, pues de esto depende la supervivencia de la humanidad y la vida en el planeta”, asevera Echeverry, directora del Ideam.
Sin embargo, la velocidad y forma en la que se viene realizando esta transición en la región y en el país ha sido fuente de debate, pues la extracción de hidrocarburos representa un porcentaje importante del PIB en Colombia. En esta compleja ecuación la explotación de gas juega un papel significativo, sin embargo, este también es una fuente considerable de metano.
“Creo que es algo que a nivel regional no se está contemplando de manera completa, pues la explotación de gas va a disparar también las emisiones de metano”, sostiene Garzón, del OEMLAC. “Lo que se propone a nivel internacional es que desde ya pongan medidas para mitigarlo y poner fecha clave para frenar otra posible problemática”.
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