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COP26: buenas promesas, ahora faltan las “reglas de juego”

La atención de los primeros días se la llevaron los anuncios de presidentes y líderes mundiales que llegaron a prometer hasta 130 billones de dólares para la acción climática. La falta de inclusión quedó en evidencia y aún se negocia lo más importante: las reglas del juego de cómo, cuándo y a quién le llegará la plata.

María Mónica Monsalve
07 de noviembre de 2021 - 02:00 a. m.
Se espera que en estos próximos días queden definidas las reglas del juego sobre cómo el mudo evitará sobrepasar los 1,5°C. / AFP
Se espera que en estos próximos días queden definidas las reglas del juego sobre cómo el mudo evitará sobrepasar los 1,5°C. / AFP
Foto: AFP - BEN STANSALL

A principio de octubre, cuando faltaba un mes para que empezara la Conferencia sobre Cambio Climático, COP26, que cumple hoy su primera semana en Glasgow (Escocia), su presidente, el británico Alok Sharma, aseguró que sería la “COP más inclusiva hasta ahora”. La promesa respondía a una casi histórica petición de cientos de activistas y ONG para que las decisiones también fueran tomadas por los líderes del sur global, las comunidades locales e indígenas y las mujeres. En otras palabras, los que son más vulnerables al cambio climático.

Pero una semana después la sensación es otra. Solo a personas de seis países, todos en el sur global, nos tocó hacer cuarentena. A los observadores, que son representantes de iniciativas que trabajan en cambio climático y hacen una especie de veeduría sobre lo que se está negociando, se les limitó la entrada a varios eventos por temas de aforo por coronavirus. Además, en las fotos de los dos primeros días, cuando se realizó la Cumbre de Líderes Mundiales, la mayoría de personas que aparecían eran hombres blancos en corbata.

Se trata de una COP26 bastante única. No solo porque se hace aún en medio de la pandemia por coronavirus (a los participantes nos piden que todas las mañanas nos hagamos una prueba rápida de anticuerpos de Covid-19; si sale negativa no podemos entrar), sino porque sería la que más visitantes ha reunido. No se conoce el número preciso, pero una lista provisional muestra que habría más de 39.509. La COP21, en la que se firmó el Acuerdo de París, tuvo 30.372 participantes. El dato ayuda a entender el colapso en la logística de los primeros días, pero también recuerda que el cambio climático ya es un asunto que inquieta a la mayoría. (Construir un “Edén” en Colombia, otro acuerdo de la COP26)

Balance uno: más cerca de la meta de 1.5°C (en teoría)

La cifra de 1.5°C se repite por todos lados. Tanto en los pabellones de la COP26 como en las protestas de cientos de jóvenes que se tomaron Glasgow durante el viernes y el sábado. Esa cifra es quizá la principal razón por la que existen las negociaciones climáticas: la meta es que el aumento de la temperatura global debe limitarse a 1.5°C para finales de siglo.

Hace una semana, antes de que comenzara la COP26, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) había advertido que si se sumaban los compromisos que habían hecho los países para mitigar sus emisiones, seguiríamos en un camino que llevaría a un aumento de 2.7°C. (La COP26 debe ser un éxito, pero es complicado)

Sin embargo, un trino informal del director de la Agencia Internacional de Energía (IEA), Fatih Birol, el 4 de noviembre, dio esperanza en medio del escenario sombrío de los últimos años. Advirtió que si se cumple el compromiso que hicieron más de 100 países (incluido Colombia) de reducir las emisiones de metano un 30 % para 2030 durante la COP26, así como los planes que presentaron otros países durante la Conferencia, como el de India de ser carbono neutro para 2070, nos pondría en la ruta de 1.8°C. Parece, en el papel, que faltaría poco para cumplir la anhelada meta. (Duque promete declarar el 30% del territorio como área protegida para 2022)

Balance dos: las promesas se llevaron los reflectores

Los dos primeros días de la COP26 reunieron a presidentes y líderes de los países. En medio de las cámaras, las fotos y los reflectores, aprovecharon para hacer los anuncios más atractivos. Uno de los que más sonaron fue que bancos, aseguradoras e inversionistas se comprometieron a movilizar 130 billones de dólares para la acción climática. Un monto que, según explica María Laura Rojas, directora ejecutiva de Transforma, “es altísimo; de la escala que varios países en desarrollo y múltiples investigaciones han dicho que se necesita para la transición, pero hay que ver si es alcanzable y cuál va a ser el rol de distintos actores”.

Otro anuncio clave, en ojos de Leonardo Lacerda, director global de clima de The Nature Conservancy, fue el compromiso de donar 1,7 mil millones de dólares a comunidades indígenas, que hicieron Estados Unidos, Noruega, Alemania, Países Bajos y Reino Unidos. “Dentro de este plan va a existir la oportunidad de que los pagos sean hechos directamente a poblaciones indígenas, no intermediarios, como en el pasado; eso es positivo”, dice.

Quién pagará por enfrentar el cambio climático es uno de los temas claves de la COP26. En el Acuerdo de París (2015) quedó sobre el papel una idea que ya había nacido en 2009: que los países desarrollados ayudaran a los menos desarrollados con 1,1 mil millones de dólares anuales. La regla jamás se ha cumplido y en esta COP26 la idea es definir cómo lograrlo.

El problema de tantos anuncios, sin embargo, es que desvió la atención de las negociaciones mismas. “Hubo mucha atención en los líderes y los anuncios, y poca en lo que está sobre la mesa de negociación”, comenta Ximena Barrera, directora de Relaciones de Gobierno y Asuntos Internacionales de WWF Colombia. A lo que se refiere es a que mientras los presidentes, ministros y ministras firman compromisos y alianzas, los delegados están en las verdaderas mesas de negociación descifrando cómo aterrizar, regla por regla, y palabra por palabra, que los anuncios se cumplan.

“Hay preocupación por parte de los negociadores de que ese segmento de alto nivel que se hizo tan temprano en la COP26 pueda distraer la atención de la presidencia sobre la agenda negociada, que se demoró en arrancar con buen ritmo y es de donde estamos esperando los principales resultados", cuenta Rojas. Allí, lejos de las cámaras, es donde se vive la verdadera geopolítica.

Balance tres: las negociaciones pasaron de agache

Lograr que los grandes anuncios se cumplan implica que en el papel debe quedar acordado todo. Quién paga, cada cuánto, cómo asegurar que la plata llegue, por ejemplo, directamente a los indígenas. Reglas así, de alguna manera, son las que se están discutiendo en las negociaciones y, quizá, han pasado también de agache porque, hasta hoy, nada está acordado.

Sobre financiación (y cómo movilizar efectivamente los famosos 1,1 mil millones de dólares) empiezan a existir algunas posturas claras. “Está por verse cómo va a ser el resultado en esta COP26. Para el mundo en desarrollo es fundamental que la nueva meta no sea solo un número, sino que hay que hablar de quién está accediendo a esos recursos, la calidad de estos y si esta plata está aumentando el nivel de endeudamiento de los países. Hay afinidad en algunas posiciones gruesas, pero en todo caso también hay diferencias entre los países en desarrollo”, recuerda Rojas.

Sobre otros temas en la agenda de negociación, María Alejandra Aguilar, coordinadora del área de Justicia Climática de la Asociación Ambiente y Sociedad, da unas pistas sobre lo que viene pasando. Respecto al artículo 6 del Acuerdo de París, que busca regular los mercados de carbono, cuenta que “se ha oído de forma positiva la inclusión de una aproximación de derechos y lenguaje referente a derechos de pueblos indígenas en el articulado”. Esto es importante, porque hay una alta probabilidad de que los proyectos que busquen vender la captura de carbono se presenten en bosques donde habitan comunidades locales.

Sobre transparencia, un punto de las negociaciones que tiene el fin de descifrar cómo seguirles la lupa a los compromisos de los países –por ejemplo, saber si para 2030 Colombia logró reducir el 51 % de sus emisiones como anunció Duque–, se presentará un primer borrador mañana lunes 8 de noviembre.

Es cierto que las negociaciones tampoco estuvieron en los reflectores porque son técnicas, difíciles y enredadas. Pero son las que, al final, detallarán las reglas del juego de ese laberinto (y no línea) que será limitar el aumento de la temperatura a 1.5°C para final de siglo. ¿Cuáles son exactamente? Habrá que tener paciencia, pues se conocerán –algunas– solamente la próxima semana.

*Esta historia fue producida como parte del 2021 Climate Change Media Partnership, una beca de periodismo organizada por Internews’ Earth Journalism Network y Stanley Center for Peace and Security.

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